«Sufrimos una neo-inquisición progrecrática analfabeta, que rechaza lo que desconoce y presume de todo lo que carece».- Antonio Pérez Henares

Luis H. Goldáraz

«El Cantar de mio Cid está a la altura de la Ilíada» El escritor y periodista publica El juglar, su última novela, sobre quienes prestaron voz a la Edad Media española.

Tiene algo de truco inevitable y algo de genialidad —sus proporciones las decidirá el lector— novelar nuestra Edad Media recurriendo a quienes fueron cantándola, que en el fondo es lo mismo sólo que con menos vergüenza. Chani Henares lleva haciéndolo —novelando nuestra historia, quién sabe si también cantándola en la intimidad— tantos años que en el fondo era cuestión de tiempo que terminase descubriendo este agujero de gusano metaliterario que es ponerle tinta a la vida de un juglar. «Es que los juglares eran los mejores ojos», nos explica, casi sorprendido por nuestra pregunta. «¿Quién mejor que ellos para narrarnos hoy lo que pasó?». La idea se le vino sin esfuerzo, como supongo que le llega el verso al poeta en momentos de inspiración. «Piensa que ellos eran quienes llevaban y traían todas las nuevas, porque viajaban por todo el territorio. Además eran muy transversales. Estaban muy vinculados al pueblo, a la zona popular, a las plazas, a los mercados. Pero también a los castillos, a las cortes e incluso a las cortes reales». Y dejaron un legado de canciones que nos permiten asomarnos a todo cuanto pudo acontecer.

FUENTE: https://www.libertaddigital.com/cultura/libros/2024-04-13/chani-henares-el-cantar-de-mio-cid-esta-a-la-altura-de-la-iliada-7116424/

El juglar (Harper Collins), que así se llama su última novela, es una narración en tres voces que recorre una genealogía y una época a lomos de quienes la fueron construyendo para la posteridad, tanto a fuerza de las armas como de las letras. «Ellos fueron la piedra fundamental, el inicio de nuestra propia lengua y de nuestra propia lírica y de nuestra propia poesía y de nuestra propia literatura», dice, encendido. «El Cantar de mio Cid está a la altura de la Ilíada. Es la Ilíada española. Hay ahí un genio, un poeta, o varios, no lo sé». Y se detiene unos segundos para tratar de explicárnoslo mejor. «Las pinturas de Altamira no son la Capilla Sixtina de la prehistoria. La Capilla Sixtina es la pintura de Altamira del Renacimiento. Quiero decir que no las pintaron todos los que allí estaban. Las pintó un Miguel Ángel desconocido. Un genio. Pues con los cantares ocurre lo mismo. Hay una genialidad abrumadora en las formas líricas y en las narraciones que se desarrollan en ellas. Es el germen de todo lo posterior».

Por eso y por todo un poco ha decidido darle voz a Per Abbat, el hombre que firmó la copia más tardía que se conserva del Cantar, y reescribir a partir de él la vida de su ficticio padre y de su ficticio abuelo, alguien que pudo perfectamente vivir junto al Cid y Minaya buena parte de sus aventuras, para comenzar a componerlas. «No puede haber precisión toponímica mayor que la que se lee en el Cantar. Tú puedes seguir los caminos que se describen en sus versos. Es algo que solo lo ha podido escribir alguien que estuvo ahí. Sin ninguna duda».

España en la Edad Media

Por los tiempos que corren y sus disputas, impensables en otra época, una pregunta es obligada. ¿Existía España en la Edad Media? «Vamos a ver, hay una gilipollez extraordinaria ahora que consiste en decir que España no existió hasta el siglo XIX. Pero es que España no es sólo su Estado nación. Se trata de una creación reciente de los de siempre, basada en un sectarismo ideológico y en una ignorancia supina», responde Henares. «El concepto de España claro que existía. Los propios musulmanes lo utilizaban. Se dirigían al Papa desde la Córdoba califal bajo el título de Rex Hispanorum». «Y por supuesto los reyes cristianos, desde muy temprano, empiezan a emplear la palabra conjunta de España. En el propio cantar de mio Cid aparece una y otra vez. No te digo ya Alfonso X el Sabio, cuando hace la Crónica General. Lo que es acojonante es que haya una banda de indocumentados empeñados en negarlo. Honradamente no lo puedo entender. Hay una parte de la izquierda española, y creciente por desgracia, que hace del ataque a España una de sus señas de identidad. No se da caso igual en otros países. Es la negación de nuestros propios antepasados, de nosotros mismos, de nuestros abuelos».Hay una parte de la izquierda española, y creciente por desgracia, que hace del ataque a España una de sus señas de identidad

En cualquier caso, nos comenta, la mejor prueba que soporta todo esto está enraizada «en nuestra existencia actual». «¿Qué había aquí cuando llegan los musulmanes, en su mayor parte bereberes salvajes? ¿Fueron ellos quienes hicieron las calzadas que todavía hoy sirven como vías principales de comunicación peninsular? Es que es alucinante. Nosotros lo que somos es romanos, hombre. Y desde que puso aquí el primer pie un romano hasta que lo puso Tarík, habían pasado nueve siglos.Tanto tú como yo hablamos en una lengua romance, proveniente del latín. Además somos la nación que más ha extendido el latín por el mundo. ¿Por qué hay 600 millones de personas que hablan este romance que es el español? Pero resulta que España era una cosa salvaje. Sí, claro».

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Más allá de todo eso, concede, la riqueza de la genuina Edad Media que se desarrolló en este trozo de tierra tiene que ver con la particular mezcolanza de culturas que se vieron obligadas a convivir durante siglos. «Los españoles de hoy tenemos suerte en una cuestión, que es en la llegada a España del príncipe emigrante, de Abderramán I. Porque nosotros éramos la provincia romana más importante en Occidente. Pero la más importante en Oriente era Siria. Y lo que viene con ese califa, con ese príncipe emigrante, el Omeya, es una cultura que va a ser espectacular. La cultura grecorromana. La conjunción de dos mundos que va a dar lugar, en un momento determinado, y no mucho tiempo después, a lo que va a ser la luz de Europa: Toledo. La escuela de traductores de Toledo. España se convierte rápidamente en el foco emisor de la cultura medieval. Porque es aquí donde están todos los textos griegos, aristotélicos, platónicos, pero también todos los latinos y también los hebreos. No somos nosotros los bárbaros. Somos nosotros los que transmitimos la luz a una Europa bárbara». Gracias, sobre todo, «al Camino de Santiago: una auténtica autopista de cultura».

Cristianos, musulmanes y ‘progres’

Otra pregunta obligada se desprende inevitablemente en la conversación. ¿Fueron años de lucha entre la oscuridad del norte y la luz del sur? «¿Sabes lo que sucede?», responde, «que no se investiga. Y que encima se desprecia lo que sí se ha investigado. Que cojan un libro de Menéndez Pidal y se enteren de la cantidad de trovadores y de juglares que había en las cortes de Aragón, de León y Castilla. Estaban en todos lados. En aquella época la calidad de vida, evidentemente, mucha no era. Pero es que no era mucha en ningún lado. Efectivamente, se pasaban calamidades que ahora no. Pero he de decir que también era un tiempo lleno de vida, de alegría, de color, de música, de canciones y de cultura. Es necesario revisar lo que pensamos de la Edad Media para darnos cuenta del error».Nos encontramos ante una auténtica dictadura que se está imponiendo y que pretende acabar con toda libertad

«Algunos, no pocos, desgraciadamente, se sorprenderían si supiesen el nivel de libertad de expresión que había. Y de libertad de costumbres y de sexo. Pero qué podemos esperar de esta neo-inquisición progrecrática analfabeta, que rechaza lo que desconoce y presume de todo lo que carece», subraya. «Nos encontramos ante una auténtica dictadura que se está imponiendo y que pretende acabar con toda libertad. Tanto de pensamiento, como de palabra y de obra».

Propaganda ayer y hoy

Entre la conversación, sibilinamente, se va colando otro tema escurridizo y recurrente. ¿Qué finísima frontera separa la memoria de la historia, la literatura de la propaganda? «En el fondo se da de todo un poco siempre, lo que pasa es que hay que saber discernir. El Cantar de mio Cid cobra importancia para los castellanos en un momento que es crucial para ellos. En 1195, Castilla es machacada en Alarcos. Se queda indefensa casi delante del Imperio Almohade. Y encima algunos reinos cristianos, por diferencias con el rey Alfonso VIII, también la atacan. Es entonces cuando aflora el Cantar. Por eso, por ejemplo, los dos infantes de Carrión, que ni existieron, son leoneses y salen tan mal parados. Hay un componente propagandístico aglutinador en un momento en el que se están preparando para la batalla de las Navas, pero de todas formas es fácil de identificar».Un tipo como Pedro Sánchez, que quiere controlar la memoria y acribillarnos con propaganda obscena a todas horas lo que tiene es un problema de ignorancia atroz

«Lo que ocurre con la propaganda es que con el tiempo siempre canta. Un tipo como Pedro Sánchez ahora, que quiere controlar la memoria y acribillarnos con propaganda obscena a todas horas lo que tiene es un problema de ignorancia atroz. Lo perdurable del Cantar no está en eso. Lo perdurable del Cantar está en su excepcional calidad literaria y en su profundísima conexión popular, enraizada en lo más hondo de Castilla, de su tierra y de sus gentes. Es una verdadera joya de la literatura mundial que sobrevive al paso de los siglos porque nació de un arranque de genialidad».

Ante todo, una novela

Antes de acabar, Chani me detiene y me lanza un último mensaje. «Quiero que quede clara una cosa, solamente. Que El juglar es, ante todo, una novela de personajes. Destacan por supuestos los tres juglares, pero también la halconera de Gormaz, o Minaya. Y es también un libro de viajes. Yo he recorrido la geografía hispana precisamente para hacer esto, porque el juglar es sobre todo un viajero. ¿Y qué me ha sucedido? Que muchas veces, determinados paisajes, determinados lugares, me han exigido su protagonismo. La historia ha salido a mi encuentro y he podido hacer hallazgos que para mí han sido maravillosos. La gente no conoce la genealogía cidiana, pero es que dos de los reyes protagonistas de las Navas, Alfonso VIII de Castilla y Sancho VII El Fuerte de Navarra, eran sus tataranietos. De ese hilo se puede tirar y llegar a conclusiones increíbles». Aunque mejor que se enteren leyendo el libro.

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