El proceso de convertirse en persona. Carl Rogers

Valeria Sabater.

Las personas estamos en constante evolución y transformación. Alcanzar la plenitud implica tener que caer más de una vez, aprender de los errores, superar más de un problema…

FUENTE: https://lamenteesmaravillosa.com/proceso-convertirse-persona-segun-carl-rogers/

El proceso de convertirse en persona es un viaje que suele durar toda una vida. Carl Rogers, una figura clave en el campo de la psicoterapia moderna, nos enseñó que el ser humano es una entidad dinámica con tendencia a la autorrealización. Los cambios son una constante, así como los altibajos. Sin embargo, en ese complejísimo itinerario vamos perfilando cada vez más nuestro auténtico yo.

Nuestro mayor problema son sin duda las resistencias internas y esas máscaras que a veces nos colocamos para funcionar en sociedad. Todos albergamos más de una defensa que veta nuestro crecimiento personal. Nos pesan en exceso los miedos, las heridas del ayer, las ansiedades del mañana y las insatisfacciones del presente.

Más que vivir, “sobrevivimos”, convirtiéndonos en entidades que no logran expandir todo su potencial. Funcionamos como autómatas que se dejan llevar por la inercia, estancados, tristes e insatisfechos. Según Rogers, convertirnos en persona implica por encima de todo ponerse en contacto con ese yo que se halla escondido, sepultado casi, bajo muchas capas de insatisfacción y superficialidad.

“La curiosa paradoja es que cuando me acepto tal como soy, entonces puedo cambiar”.

Carl R. Roger

Mente con un hombre en el interior simbolizando el proceso de convertirse en persona
El proceso subjetivo de convertirse en una persona más sana implica estar más abierto a nuestras experiencias emocionales.

El proceso de convertirse en persona: ¿en qué consiste?

Carl Rogers escribió On Becoming a Person (El proceso de convertirse en persona) en 1956. Este autor destaca por ser uno de los principales promotores de la teoría humanista, junto a Abraham Maslow y también por crear la terapia centrada en la persona. Su perspectiva renovadora marcó una ruptura con el conductismo y el psicoanálisis, pretendiendo romper con su determinismo.

Rogers creía en la autorrealización y en la capacidad de toda persona para lograr sus metas, sus anhelos y deseos más profundos. Nuestro personaje de hoy pensaba que todos disponemos de un potencial dormido; para despertarlo es necesario trabajar y profundizar en una serie de variables.

Asimismo, insistía en que es positivo tener en cuenta un aspecto: la vida es un proceso, no un estado. Convertirse en persona significa aceptar que no somos entidades estáticas, sino ríos que fluyen y que están en constante cambio. Somos una maravillosa constelación de potencialidades que podemos desarrollar en diferentes fases de nuestra vida. Por ello, el crecimiento nunca deja de detenerse en nosotros, forma parte de nuestra naturaleza, de nuestra razón de ser.

“La buena vida es un proceso, no un estado de ser. Es una dirección, no un destino. La dirección que constituye la buena vida es la que es seleccionada por el organismo total, cuando hay libertad psicológica para moverse en cualquier dirección”.

-Carl Rogers-

El entorno importa: lo que necesitamos de los demás

Las personas no somos entidades aisladas, islas solitarias que se desarrollan separadas del resto. Todo lo contrario. Somos seres sociales que necesitan relaciones y vínculos saludables para florecer. Tal y como señalaba el propio Rogers, somos como árboles que necesitan del sol y del agua para nutrir nuestras raíces y extender nuestras ramas.

¿Qué necesitamos de nuestro entorno?

  • Figuras auténticas en quienes confiar, capaces de entendernos, con quien poder abrirnos y compartir necesidades, ideas, emociones, miedos, etc.
  • Necesitamos también aceptación, que no nos juzguen, critiquen o sancionen. Para que el ser humano florezca y se desarrolle en libertad, necesita de una apreciación positiva por parte de su entorno.
  • Sentirnos escuchados y comprendidos es una necesidad indiscutible.

Convertirse en persona es estar motivado para el cambio

Buena parte de los enfoques terapéuticos siguen el clásico modelo de “identificar el problema, comprender causas y crear un plan de acción”. Carl Rogers defendía un enfoque alternativo con sus clientes. Lo primero era originar un contexto terapéutico de aceptación, cercanía y cuidado.

Solo cuando el ser humano se ve inmerso en un contexto psicosocial de aceptación y respeto, se siente motivado para el cambio.  Es entonces cuando se inicia nuevamente el proceso de convertirse en persona, al tomar conciencia de una serie de aspectos:

  • Debemos ser más realistas con nuestras autopercepciones.
  • Es necesario comprender nuestras emociones, necesidades y pensamientos.
  • Debemos valorarnos más positivamente, evitando reprimir elementos de nuestras experiencias.
  • El bienestar nos abraza cuando nos sentimos más seguros y autodirigidos hacia el cambio.
  • También es necesario adaptarnos mucho mejor a nuestras circunstancias, sabiendo manejar el estrés y la ansiedad. Cómo es la persona plenamente funcional y feliz ¿Qué significa ser una persona plenamente funcional? Bien es cierto que todos somos, en la medida de nuestras posibilidades, hombres y mujeres válidos y funcionales. Sin embargo, dentro de la perspectiva de Carl Rogers, este término tenía que ver con la satisfacción, la plenitud personal y el equilibrio psicológico. El proceso para desarrollar todos nuestros potenciales humanos exige, según esta figura de la psicología, trabajar una serie de aspectos:
  • Estar abiertos a las experiencias. Aceptar y comprender tanto las emociones de valencia positivas como las de valencia negativa.
  • Focalizarnos en el presente sin mirar de manera constante el pasado, o preocuparnos en exceso por lo que aún no ha sucedido.
  • Ser capaces de confiar en los demás, construir relaciones saludables y enriquecedoras.
  • Ser creativos, desarrollar habilidades para afrontar los cambios y los problemas.
  • Vivir de manera intensa, significativa, sin miedos, aceptando desafíos. Para concluir, uno de los legados más hermosos que nos dejó el creador de la terapia centrada en la persona es que todos podemos mejorar nuestro bienestar. En nuestro interior existen poderosas herramientas y valías que son posibles de desarrollar para favorecer nuestro crecimiento y felicidad.

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