¿Cui bono? ¿A quién beneficia la guerra entre Israel y Hamás?

Cipriano Silva Camarzana

«Cui bono» -¿quién se beneficia?- es una expresión latina mediante la cual se pretende dar respuesta y resolver los crímenes más complicados y con la que comienzan las más delirantes conspiraciones.

Estos días existe un tema candente -que despierta la atención y el interés general, especialmente por ser de actualidad y por considerarse polémico- que hace que nos olvidemos por un tiempo del conflicto Rusia-Ucrania y nos ocuparemos de otro más reciente que sin embargo es más viejo: Hamás-Israel, el conflicto de árabes e israelíes en Oriente Medio.

Ante la indudable salvajada terrorista del grupo Hamás y la respuesta indiscriminada de Israel, se ha generado en la opinión pública dos posiciones netamente opuestas.

No entraremos en este artículo en la creación y proclamación del estado de Israel en la Palestina, hasta entonces bajo «mandato británico», en 1948, que supuso de facto la «expulsión» de parte de sus habitantes y su traslado a países vecinos, especialmente a Jordania. Tampoco entraremos en los conflictos de: 1956 (guerra del Sinaí), 1967 (guerra de los seis días), 1973 (guerra de Yom Kipur). Esta última produjo un gran cambio en el posicionamiento de algunos países árabes: Egipto, Jordania, etc., que tornaron su incondicional apoyo al pueblo palestino por una indiferencia,  la cual pareció provocada por la influencia estadounidense que les hizo partícipes de ciertos beneficios.

Habiendo quedado claro que no se va a ahondar ni a posicionarse en estos asuntos pretéritos, al menos mientras que nadie pregunte, hemos de pensar en la actualidad, en lo que estos días está ocurriendo en la franja de Gaza.

Si damos por cierto que, tal como indican los medios de comunicación, los servicios de inteligencia de Israel no detectaron el ataque inminente de Hamás -del cual, al parecer, Egipto los avisó un mes antes informándoles de un posible atentado fronterizo-, que el ejército israelí tardó más de lo esperable en responder y que justo cerca de la frontera se estuviera celebrando una fiesta de hermandad entre los pueblos cercanos; una pregunta surge entre los más curiosos: ¿es posible que agentes globalistas en Israel hayan permitido que Hamás realizase el ataque? Y si así fuera, ¿con qué objetivo?

Algunos afirman que el objetivo de este ataque terrorista sería la anexión definitiva de la franja de Gaza por parte de Israel, con el consiguiente y absoluto control de las bolsas submarinas de gas frente a su costa entre otros muchos recursos naturales. Otros aseveran que el objetivo podría ser apaciguar las protestas interiores en Israel contra Netanyahu por su «usurpación» de poder anulando el poder judicial sometiéndolo a su gobierno y por tanto, dejar de ser un estado democrático al uso, sin la división de los tres poderes propios de un estado de derecho. Opiniones más escépticas advierten de que se trataría de un plan para unir al pueblo hebreo y que incluso podría tener una meta mucho más profunda como poner a prueba la alianza de ciertos países con los amos del mundo globalistas.

¿Podrían ser ciertas estas hipótesis? Y… de ser así, ¿podrían incluso ser compatibles? ¿Usted qué piensa?

A fin de que el lector pueda reflexionar por sí mismo un poco más, lo invito a averiguar quién o qué poder estuvo detrás de la fundación de Hamás.

En cualquier caso, cuando se observa el contrataque de Israel en Gaza motivado según dice Netanyahu, porque en la franja se esconden los terroristas de Hamás, a algunos les vienen a la memoria los recuerdos de aquel Estado español que no hace más de 15 años sufría los ataques cobardes de la organización terrorista comunista vasca y formulan la siguiente pregunta:

¿Se imaginan que en España, al estilo del general Espartero, y en plena democracia, tras los atentados de ETA en Hipercor de Barcelona o en la Casa Cuartel de Zaragoza, el estado español democrático hubiera bombardeado en el País Vasco las ikastolas o las sedes de los partidos separatistas?  ¿Y que además, como muestra de buena voluntad les hubiera concedido 72 horas (tres días) para que los habitantes de esas regiones, abandonándolo todo, cruzaran la frontera hacia el “santuario francés”?

¿De qué lado se hubiera puesto usted?

Las muchedumbres enlanadas enseguida se toman partido hacia quienes las proveen de pasto. Pero cabe preguntarse, ¿“cui bono”?, ¿quién crea los monstruos reales o imaginarios?… ¿y a los dioses furibundos?

Cipriano Silva Camarzana

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