¿Qué hay detrás del acuerdo entre Arabia Saudita, Irán y China?

CARLOS AURELIO CALDITO AUNIÓN

Cualquiera que procure estar bien informado sabe que desde hace casi un mes Irán y Aarabia Sudita han reanudado sus relaciones, tras muchos años de enfrentamiento y de percibirse los árabes y los persas como enemigos. Según parece, el artífice del acuerdo ha sido China, gracias a su mediación han cesado las hostilidades.

Irán y Arabia Saudí anunciaron el pasado viernes 10 de marzo un acuerdo que restablecerá las relaciones diplomáticas entre ambas potencias, después de años de suspensión tras los ataques perpetrados por ciudadanos iraníes en las misiones diplomáticas saudíes en Teherán y Mashhad en 2016. El gobierno de Riad rompió relaciones diplomáticas con Teherán el 3 de enero de 2016 tras el asalto a la embajada saudí en la capital iraní y a su consulado en Mashhad, a raíz de la ejecución en el reino árabe del clérigo chií disidente saudí, Nimr Baqir al Nimr.

Hechos posteriores acentuaron todavía más la hostilidad entre ambos países. El primero en junio de 2017, después de que Irán relacionara a Estados Unidos y a Arabia Saudí con los atentados perpetrados por el Estado Islámico en el mausoleo del ayatolá Jomeini en Teherán, que acabaron con la vida de varias personas. El segundo fue en septiembre de 2019, debido al ataque con diez aviones no tripulados que los rebeldes hutíes de Yemen lanzaron contra la petrolera estatal saudí Aramco; ataque del que los Estados Unidos hicieron responsable a Irán.

Por otro lado, tampoco hay que olvidar que Irán y Arabia Saudí, las dos principales potencias chií y sunní (algo así como la rivalidad entre católicos y protestantes entre cristianos), de Oriente Medio, respectivamente, se han disputado constantemente la hegemonía en la región desde el triunfo, en 1979, de la Revolución Islámica en Irán, liderada por el ayatolá Jomeini. Otro factor importante es que Arabia Saudita es el principal aliado de los EEUU en la región, al mismo tiempo que Irán es considerado por los EEUU como enemigo y viceversa…

 El acuerdo entre las dos principales potencias del golfo Pérsico se ha alcanzado en China, tras muchos días de intensas negociaciones con el apoyo del gobierno de Pekín. A través de un comunicado conjunto, han precisado que ambos Estados reabrirán sus respectivas embajadas en un plazo de tiempo no superiro a dos meses…

La firma de una treintena de acuerdos multimillonarios con Arabia Saudí en diciembre del año pasado ha consolidado a China como su mayor socio comercial. China también se ha convertido en uno de los principales aliados políticos del mundo árabe, tras la participación del presidente chino en las dos cumbres históricas celebradas en Riad, en la que fue su primera visita a la región desde 2016.

El posicionamiento de China en el centro de estos países ricos en petróleo se produce al tiempo que Estados Unidos está sufriendo una pérdida gradual de influencia, apreciable en sus roces con Arabia Saudí.

¿Qué consecuencias tendrá este acuerdo?

La misión iraní ante la Organización de las Naciones Unidas (ONU) ha destacado que el restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre Teherán y Riad tendrá implicaciones “positivas” no solo bilaterales, sino también a escala regional e internacional.

La misión también ha apuntado a Yemen como uno de los principales beneficiarios de este acuerdo entre Irán y Arabia Saudí, que podría acelerar el alto al fuego en un país que lleva nueve años en guerra y facilitar “el inicio de negociaciones populares allí y la formación de un gobierno nacional de concentración en el país”.

Yemen vive en guerra desde que los rebeldes chiíes hutíes, apoyados por Teherán, ocuparon en 2014 su capital, Saná, y obligaron a exiliarse a Arabia Saudí al entonces presidente, Abdo Rabu Mansur Hadi. El conflicto en Yemen se convirtió al poco tiempo en una guerra indirecta entre Arabia Saudí, que encabezó una coalición militar con varios de sus aliados y armas occidentales, e Irán, que ha apoya a los rebeldes hutíes del país,

¿Cuál ha sido la respuesta internacional respecto del acuerdo entre Irán y Arabia Saudí?

Algunos de los aliados regionales de ambos paises han reaccionado favorablemente al anuncio del restablecimiento de relaciones. Irak, Omán, Baréin, Jordania o Kuwait han subrayado la importancia de este acuerdo para lograr la seguridad, estabilidad y prosperidad regionales e internacionales.

En el mismo sentido se ha manifestado la Unión Europea y el jefe de política exterior de la Unión Europea (UE) ha destacado los esfuerzos diplomáticos que han dado como resultado lo que han califidado como un paso muy importante. También el Secretario General de la ONU ha expresado su agradecimiento a China por albergar las recientes conversaciones, así como el importante protagonismo de Irak y Omán en la mediación.

Indudablemente, dado el poco tiempo que ha transcurrido, es difícil saber cuál acabará siendo el alcance del acuerdo entre iraníes y árabes, pero lo que si es evidente es que el acuerdo no es una simple operación propagandística, de márketing diplomático para mayor gloria del presidente chino Xi Jinping. Pero, lo que sí parece claro es que con el acuerdo se ha roto, si no del todo parcialmente, el esquema hasta ahora existente de un Irán aislado y castigado internacionalmente, con Washington y Jerusalem marcando el ritmo, y si no lo impide totalmente, de momento aplaza que la monarquía saudí termine alineándose definitivamente con Israel, con Irán como principal enemigo a batir.

Una de las conclusiones que se sacan del acuerdo entre persas y árabes es que la capacidad de influencia de los EEUU en la región ha disminuido y, como consecuencia, Arabia Saudí desconfía enormemente acerca de las garantías de seguridad que le pueden ofrecer los estadounidenses, y más a riesgo de verse arrastrada a una dinámica de confrontación que llevara a Teherán a multiplicar los ataques contra sus intereses; tal como ocurrió en 2019 cuando fueron atacadas las instalaciones petrolíferas de Abqaiq y Khurais. 

Da la impresión de que Irán ha logrado evitar que los saudíes se echen, si no del todo, parcialmente en brazos de Jerusalem, siguiendo el camino recorrido por otros países árabes debido a los llamados Acuerdos de Abraham, normalizando sus relaciones con Israel.

Tampoco es casualidad que la firma del acuerdo coincida con el intento de los saudíes por lograr una compensación estadounidense a una decisión de ese tipo- sea con mayores garantías de seguridad o, como comentaba recientemente el The Wall Street Journal, con el apoyo a los sueños nucleares saudíes, permitiéndole enriquecer uranio y sin necesidad de firmar el Protocolo Adicional del TNP; algo a lo que de momento parece que se opone EEUU. Además, mirando hacia Pekín, los iraníes calculan que por esta vía consolidan su relación estratégica con China (en febrero pasado Ebrahim Raisi visitó Pekín), no solo en el marco de su ya conocido acuerdo de intercambio de gas y petróleo por bienes, tecnología e inversiones para los próximos 25 años, sino también logrando la descongelación de algunos fondos en manos chinas y su apoyo en el Consejo de Seguridad… el régimen saudí también pretende enviar un mensaje a Washington, haciéndole ver que tiene alternativas a su alcance en el caso que no recibir el trato al que se considera merecedor, tanto en el terreno económico como también en el militar si fuera preciso.

Por otro lado, China vuelve a dar un ejemplo de creciente sabiduría diplomática y de pragmatismo. A diferencia de Washington, Pekín mantiene buenas relaciones con las dos capitales, convertido en el principal cliente de Arabia Saudí y en el principal sostén de un Irán asediado por Washington y sus aliados occidentales. Una realidad que ahora le permite presentarse como una potencia interesada en la paz y la estabilidad, mientras que EEUU quedaría dibujado como desestabilizador y belicista, y más si tenemos en cuenta la guerra de Ucrania.

También vienen a cuento las conjeturas que muchos hacen, respecto de que si Xi Jinping considera que en la guerra de Ucrania a medio plazo el perdedor será Putin, y que, entre otros objetivos la reconciliación entre Riad y Teherán está salvar a Irán de la posibilidad de que Rusia lo acabe arrastrando en su caída. Si Putin acaba hundiendo Rusia, y Estados Unidos vuelve a ser la única superpotencia, para China será vital tener una posición fuerte en Oriente Próximo, aliado con un Irán también fuerte y respetado por sus vecinos, incluso por sus rivales.

Dicen que un estratega de la Casa Blanca consultado por Riad antes del viaje a Pekín, le dio luz verde para soltar a Irán del abrazo ruso y acercarlo al bando árabe y norteamericano y que sería considerada una excelente noticia para debilitar a Putin.

Bueno es, también, no olvidar que en la actualidad Arabia Saudí exporta cuatro veces más crudo a China que a Estados Unidos. Es complicado decirle no a tu mejor cliente. Y más si ese cliente es una potencia nuclear con voto en el Consejo de Seguridad de la ONU.

Y, antes de terminar, tampoco hay que desechar lo que muchos conjeturan: Existe la posibilidad de que el asunto tiene un alcance más allá de lo que hasta ahora se viene hablando, y no sería de extrañar que haya habido un pacto «subterraneo» entre WASHINGTON y PEKÍN por el cual EEUU le permite a CHINA «apoderarse» de ASIA, ÁFRICA y SUDAMÉRICA, a cambio de que CHINA no intente «apoderarse» de EUROPA.

A partir de todas estas consideraciones, insisto, es prematuro afirmar cuál será el alcance y cuáles las consecuencias del acuerdo alcanzado entre árabes e irnaníes, con la mediación de China.

¡Tiempo al tiempo!

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