España se enfrenta al mayor envejecimiento demográfico del mundo con un sistema público de pensiones cuyas cuentas hacen aguas

Manuel Llamas

Lo de la Seguridad Social en España no son cuentas, son cuentos. El ministro del ramo, José Luis Escrivá, en un nuevo ejercicio de hipocresía y falsedad, se ha sacado de la manga un informe para demostrar a Bruselas que el sistema público de pensiones no sólo goza de una salud envidiable, sino que su sostenibilidad financiera está plenamente garantizada a medio y largo plazo. Y esto, por mucho que lo diga y repita el Gobierno, es una burda mentira que costará muy cara al conjunto de los españoles.

FUENTE: https://theobjective.com/elsubjetivo/opinion/2023-10-19/peligrosos-cuentos-escriva/

El estudio en cuestión, bajo el título Proyecciones del gasto público en pensiones en Españaes una de las exigencias que establece la UE para recibir los famosos Fondos europeos de Recuperación y Resiliencia. El Ejecutivo de Pedro Sánchez tenía la obligación de justificar ante las autoridades comunitarias que su reforma de las pensiones contribuye positivamente al equilibrio presupuestario de la Seguridad Social. 

Dicho y hecho. Dado que el papel lo aguanta todo, Escrivá y su equipo se han inventado unas previsiones presupuestarias que nada tienen que ver con la realidad. El Gobierno afirma que el gasto en pensiones se mantendrá bajo control, situándose en una media anual del 12,4% del PIB hasta 2050, similar a la actual, gracias, básicamente, al incremento de los ingresos, evitando así la necesidad de aplicar ajustes adicionales para contener el déficit. Y ello a pesar del intenso envejecimiento poblacional que registrará España en las próximas décadas, lo cual terminará disparando el gasto en pensiones.

«El Gobierno prevé que la tasa de natalidad suba de 1,2 hijos por mujer en 2022 a 1,36 en 2050, por encima de las estimaciones del INE»

El problema es que esa mayor recaudación descansa sobre una serie de supuestos que, más que hipótesis, son meros cantos al sol. A nivel demográfico, el Gobierno prevé que la tasa de natalidad suba de 1,2 hijos por mujer en 2022 a 1,36 en 2050, por encima de las estimaciones que arroja el Instituto Nacional de Estadística (INE). Asimismo, proyecta una esperanza de vida de 91,4 años para las mujeres y 87,1 años para hombres, inferior en todo caso a los cálculos realizados por el INE y la propia UE. Esta particular reducción es relevante, puesto que, al vivir menos años tras la jubilación, la Seguridad Social se ahorraría mucho dinero.

Y, por si fuera poco, Escrivá considera que la tasa de ocupación entre los 65 y los 74 años se multiplicará casi por cuatro, pasando del 8% actual al 28% en 2050, gracias a los nuevos incentivos que incluye su reforma para retrasar la jubilación. A esto se suman unas previsiones económicas que no tienen parangón, empezando por el crecimiento del PIB, cuya media rondará el 2% anual hasta mitad de siglo, muy por encima del 1,4% registrado en los últimos 20 años. La productividad, por su parte, crecerá una media del 1,5% anual, según el citado informe, a años luz del 0,6% que arroja el período 2002-2022.

Sin embargo, lo más increíble de este ejercicio de ciencia ficción es que la tasa de ocupación crecerá hasta el 79% de la población en edad de trabajar en 2050, diez puntos porcentuales más que en la actualidad y hasta 15 puntos más que la media de las dos últimas décadas. Mientras que la guinda del pastel es que la tasa de paro también se desplomará hasta el 5,5%, frente a la media estructural del 16% que padece la economía nacional desde hace lustros.

«El agujero de la SS se mantendrá a raya sólo si España experimenta un milagro económico y demográfico en los próximos 30 años»

Así pues, la película que se ha montado Escrivá para gloria y satisfacción de su amo y señor, el mandamás Sánchez, no puede ser más maniquea. El agujero de la Seguridad Social se mantendrá a raya única y exclusivamente si España experimenta un milagro económico y demográfico en los próximos 30 años, gracias, por un lado, al fuerte incremento de la recaudación en cotizaciones sociales y, por otro, a la relativa moderación del gasto derivada de la menor esperanza de vida y el retraso en la edad de jubilación.

Semejante relato no sólo es irreal, sino profundamente irresponsable. Toda proyección económica y presupuestaria exige siempre una mínima prudencia para evitar sustos e incómodas correcciones futuras, puesto que es materialmente imposible saber de antemano lo que va a pasar. Pero, en materia de pensiones, dicho ejercicio debe ser aún mayor si cabe, puesto que de la Seguridad Social no sólo dependen las prestaciones de más de 10 millones de jubilados, sino buena parte de la carga fiscal que soportan otros 21 millones de trabajadores, que son los que realmente pagan las pensiones mes a mes.

La cruda y triste realidad es que el cuento que se ha inventado Escrivá no se cumplirá. España se enfrenta al mayor envejecimiento demográfico del mundo con un sistema público de pensiones cuyas cuentas hacen aguas. La Seguridad Social se está hundiendo. El incremento del gasto no será compensado con más recaudación, ya que, por mucho que Sánchez suba los impuestos a familias y empresas, que lo hará, esa mayor carga fiscal se traducirá en menos crecimiento y empleo, y, por tanto, en menos ingresos. Como consecuencia, las futuras pensiones sufrirán recortes. Y cuanto más se oculte o se intente retrasar este hecho, más dura y dolorosa será la solución. No será hoy ni será mañana, pero será, por mucho que lo nieguen Sánchez, Escrivá o cualquier otro.

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