Violencia de “Género”, la mentira más grande jamás contada. La victoria de los mentirosos siempre es efímera.

CARLOS AURELIO CALDITO AUNIÓN

Puedes engañar a todo el mundo algún tiempo. Puedes engañar a algunos todo el tiempo. Pero no puedes engañar a todo el mundo todo el tiempo. Abraham Lincoln (1808-1865) decimosexto presidente de los Estados Unidos de Norteamérica.

 Un 23,1% de los jóvenes españoles de entre 15 y 29 años opina que la «violencia de género no existe» y es «un invento ideológico», un porcentaje que casi se ha duplicado desde el 2019, cuando esta afirmación era compartida por el 12%. Asimismo, se ha incrementado el número de jóvenes que cree que la denominada violencia machista, «aunque está mal, siempre ha existido y es inevitable», o es «habitual en el seno de una pareja». Esta posición negacionista y minimizadora de lo que algunos denominan «violencia de género» ha aumentado tanto entre las jóvenes como entre los jóvenes. Aunque sigue siendo mayor el número de hombres que comparten estas ideas, el incremento, ha sido superior entre las mujeres. (Los datos proceden del avance de resultados del ‘Barómetro Juventud y Género 2023’, elaborado por el Centro Reina Sofía de Fad Juventud y publicado con motivo del 25-N, día internacional para la eliminación de la violencia sobre la mujer. La encuesta ha sido elaborada con una muestra de 1.500 personas de entre 15 y 29 años, a través de un cuestionario online entre mayo y junio de 2023).

Empecemos mostrando una “joya de la jurisprudencia”: “Los hechos han quedado acreditados por la declaración de la denunciante, por lo que a pesar de las manifestaciones que hace el denunciado, de no encontrarse en Valencia  cuando ocurrieron los hechos, resulta más convincente la declaración de la denunciante, la cual es totalmente coherente con la declaración en el Juzgado y en la Comisaría. Así mismo, no existe razón para interponer la denuncia si los hechos no hubieran ocurrido”. Sentencia del Juzgado de Violencia sobre la Mujer, número 3 de Valencia, de 11 de febrero de 2013, mediante la cual se condena al denunciado a cuatro días de arresto domiciliario (cuatro días de “localización permanente”, según la jerga judicial) como autor de “una falta de vejaciones injustas” (hemos de suponer que al entender de la magistrada-juez, existen “vejaciones justas”). 

Una de las conclusiones que se sacan tras la lectura del texto es que, quienes han tenido la triste suerte de nacer con pene, en España, son ciudadanos de segunda categoría, a los que se les aplica por sistema la “presunción de culpabilidad”.

En segundo lugar, en la “argumentación de la magistrada-juez” (fundamentos de derecho lo llaman, gracioso y perverso eufemismo…) subyace la idea de que las mujeres nunca mienten, pues: ¿Qué razón habría para que una mujer denuncie a un hombre, si los hechos denunciados no fueran ciertos?

Al entender de la señora magistrada-juez, las mujeres nunca denuncian falsamente… la mendacidad, como el coñac Soberano, es cosa exclusiva de los hombres. Las mujeres –ese es el mensaje implícito en las argumentaciones de la magistrada- siempre dicen la verdad, y por tanto es absolutamente impensable que denuncien a su esposo, novio, compañero, falsamente, con intención de causarle algún daño, o cosas parecidas… Insisto, eso de los embustes es cosa de la condición masculina (¡Ojo! éste no es un caso excepcional, marginal, es la práctica diaria en los juzgados conocidos como “de violencia de género”, es más así lo ordena la jurisprudencia del Tribunal Supremo)

Y lo más perverso: en caso de discrepancias entre la versión de un hombre y una mujer, siempre se darán por veraces las palabras de la denunciante, por ser lo dicho ante la juez, coincidente con lo manifestado anteriormente en la Comisaría de Policía. La magistral-juez lo denomina “coherencia”.

Dice su señoría que “pese a lo manifestado por el denunciado, le resulta más convincente lo dicho por la denunciante”. La pregunta obligada es ¿Por qué?

La única conclusión a la que uno puede llegar es que estas señoras jueces, y sus colegas varones, tienen dotes de adivinación que les permiten viajar en el tiempo y comprobar lo realmente sucedido en el lugar y en el momento, descrito por una mujer que denuncia a su compañero, por haberle infligido –supuestamente- alguna clase de maltrato, de las que se prevé en la denominada “ley integral contra la violencia de género”.

El repertorio de acciones masculinas calificables como “violencia de género” incluye desde proferir palabras soeces o malsonantes, tales como “vete a la mierda”, “que te follen”; o expeler una ventosidad, zarandear a una mujer, empujarla… hasta ejercer violencia física, puntualmente, o de manera ocasional, o el “cajón de sastre” donde todo cabe, y que nombran como “violencia psíquica” (lo común es que lo llamen violencia “psicológica”, que se supone que debería significar la “violencia que ejercen los psicólogos”, je,je,je)

Pero, como comprenderán, lo que cuente una  mujer ante el Juez, la Policía, o la Guardia Civil, dependerá del daño que pretenda infligirle a su compañero, o lo que le haya aconsejado su abogado que cuente… Da igual si es o no verdad, pues siempre –salvo honrosas excepciones- se encontrará con una juez, o un juez que dé por ciertas sus afirmaciones y considere inciertas las del denunciado. Otras veces contará con el apoyo entusiasta del Equipo Técnico Psicosocial adscrito a los juzgados de violencia de género, que certificarán que posee todos los rasgos de mujer maltratada, y su compañero de un cruel abusador… y si no, todavía queda la valiosa colaboración –también entusiasta- de algún médico, o médico forense.

Otro factor que debe tenerse en cuenta,  ingrediente necesario en esta enorme tragicomedia, es la intervención de los “abogados del turno de oficio de género”, algunos de los cuales harán todo lo posible por convencer al denunciado de que firme una sentencia “de conformidad”, por sugerencia de la fiscalía, si quiere salir de aquello que llaman “palacio de justicia” cuanto antes, y con una sanción leve, pues está perdido irremediablemente, diga lo que diga… Lo cual suele ocurrir en múltiples ocasiones, pues ya ha habido antes otro ingrediente, de especial importancia: cuando un hombre es denunciado por supuestos malos tratos a su compañera, es detenido y encarcelado en los calabozos de la Guardia Civil, o de la Policía, saltándose todas las normas legales, tales como el derecho al “recurso de habeas corpus”; y si la detención se efectúa el viernes, es seguro que el hombre pasará todo el fin de semana en el calabozo, y será puesto a disposición del juez (en algunos casos ni eso) el lunes siguiente.

En esos casos, hacer que el detenido firme lo que se le ponga por delante, y se declare culpable de un delito que no ha cometido, está “chupado”. Por supuesto, los abogados canallas (que haberlos haylos) normalmente tienen un lapsus de memoria y no le cuentan al denunciado que al firmar la sentencia “de conformidad” renuncian a cualquier posibilidad de recurso…

Y algunos se preguntarán ¿Qué ocurre en los casos en los que los embustes son de tal magnitud que, la falsaria se contradice y se sale de ojo? Pues muy sencillo, para evitar que el perjudicado pueda reclamar alguna compensación, la juez, o el juez de turno decretarán su absolución “por falta de pruebas”, que no es lo mismo que declararlo inocente.

En todos los Juzgados de Violencia de “Género” se considera que las denuncias de una mujer -o de un menor- por malos tratos o abusos siempre son veraces. Según “los expertos” ninguna mujer ni ningún niño miente en estos casos. Y quien piense lo contrario es que se está dejando llevar por vicios o estereotipos machistas y patriarcales. Es mas, no creer a la mujer o al menor es “revictimizarlos”.

Cuesta creer que gente seria e instruida pueda manifestar semejantes insensateces. Pero lo peor de todo es que muchísima gente, temerosa de la versión oficial, “canónica”, políticamente correcta, lo ha acabado creyendo o diciendo que lo cree.

Es relativamente frecuente que los jueces, atemorizados por la perspectiva “canónica” y por el enorme poder de sus acólitos, el feminismo de género, también nombrado como “feminazismo”, dicten de forma especialmente precipitada medidas cautelares, impidiendo al supuesto padre abusador o maltratador el contacto con su hijo o hija (en algunos juzgados se llega a conceder el cien por cien de las peticiones de órdenes de alejamiento para supuestos esposos maltratadores) A riesgo, claro está, de que posteriormente se descubra que el alejamiento era injusto y que éste era el propósito de la madre denunciante.

Ocurre, desgraciadamente, que meses o años de incomunicación desembocan en rupturas de los lazos entre padres e hijos o alejamientos de por vida… La parentectomía está servida:

– Por lo general al padre no se le suele escuchar nunca. Los “expertos” ya lo han condenado anticipadamente.

– Las sentencias nunca son enmendables, la versión “canónica” sostiene que los maltratadores nunca confiesan culpa alguna, y que cuando lo hacen y muestran arrepentimiento siempre mienten… Si confiesa es un maltratador, si no también, pues está mintiendo…

– Si el padre tiene “mala fama” en otros ámbitos de su vida cotidiana (trabajo, ocio, familia de origen, etc.) ello corrobora la denuncia. Y si no también, pues la versión canónica dice que los maltratadores suelen ser “buenos ciudadanos y aparentemente gente corriente”.

Se están contradiciendo principios básicos del derecho civil y penal, se está conculcando el derecho constitucional a la presunción de inocencia, se está denegando a un alto porcentaje de la población –la mitad exactamente- el derecho a un juicio justo.

Hay que sospechar, o algo más que sospechar, que hay demasiados inocentes presos, hijos huérfanos, etc. por causa de la “ideología de género”.

Las secuelas de la “Ley Integral contra la Violencia de Género” son enormemente destructivas y sin embargo, a pesar de que han pasado 19 años desde su aprobación -el 28 de diciembre de 2004, día de los Santos Inocentes según el santoral católico- las voces que se levantan de personas lúcidas y experimentadas pidiendo sensatez y cordura en este ámbito, para que se derogue tan perversa ley antihombre, y antifamilias, y para que se aborden todas las formas de violencia intrafamiliar: de hombre a mujer, de mujer a hombre, de padres a hijos, de hijos a padres, e incluso de nietos a abuelos… Son enormemente escasas. Por supuesto, lo contrario sería posible si se deja a un lado la instrumentalización política y el exhibicionismo actuales…

Algo que merece ser subrayado es que desde que comenzó a aplicarse la perversa ley, hace ya mucho tiempo que se sobrepasó la cifra de 2.000.000 de hombres detenidos por denuncias falsas de sus esposas, novias, compañeras.

Gran cantidad de denuncias por malos tratos (de toda clase) “curiosamente” salen frecuentemente de algunos despachos de abogados y abogadas muy relacionados con la Asociación de Mujeres Juristas Themis, Mujeres Progresista y “asociaciones de mujeres” similares, y también íntimamente relacionadas con las “casas de la mujer”.

Diversos estudios relativamente recientes llegan a la conclusión, desalentadora sin duda, de que alrededor del 40% de los jóvenes considera que mentir es lícito, y además necesario para tener éxito en la vida…

Según esos mismos estudios, ocho de cada diez adolescentes encuestados consideran que están recibiendo una formación en valores éticos adecuada para su futura incorporación al mercado profesional e integración social. Y el 54% de los adolescentes consultados cita a sus padres como los principales modelos a seguir, mientras que el resto de encuestados cita a amigos e incluso afirman no tener ningún modelo de referencia.

Como es bien sabido, la mentira o la falsedad son lo contrario de la verdad, de lo cierto, de lo real. Las personas mentirosas son las que tienen por costumbre decir falsedades o medias verdades a propósito, por necesidad o con motivo o sin ellos, o por puro placer.

La mentira no discrimina por razón de edad, de sexo, de raza, formación académica, o cualquier otra circunstancia personal, la practican los niños, los adultos, los hombres y las mujeres, los universitarios y los ignorantes, los padres o los hijos, los amantes o los esposos, los ricos, los pobres…

La mentira está presente en cualquier lugar, en cualquier contexto: en las relaciones familiares, entre amigos, en las relaciones de pareja, en el trabajo, en la investigación científica, en la política, en la administración de justicia,… en cualquier momento y lugar, allí donde haya gente.

¿Es realmente creíble, por más que el Consejo General del Poder Judicial, el lobby femiestalinistas degenerado y algunos grupos políticos lo afirmen, que no existen denuncias falsas por maltrato?

Las mujeres maltratan y matan a niños y ancianos con mayor frecuencia que los hombres.

Según las estadísticas oficiales (Instituto Nacional de Estadística, Ministerio del Interior, Guardia Civil, Policía Nacional, oenegés de defensa y protección de la infancia, etc.) en más del setenta por ciento de los casos de maltrato a ancianos y niños –con o sin resultado de muerte- LOS AGRESORES, LOS VICTIMARIOS SON MUJERES.

Sin embargo, el gobierno sociópata-comunista y el Partido Popular sólo hablan de maltrato a la infancia cuando el victimario es varón, cuando el agresor es un hombre, y especialmente si es su propio padre. Lo mismo hacen los medios de información afines a la izquierda sociópata y femiestalinista degenerada.

El comportamiento es idéntico cuando una mujer maltrata, con o sin resultado de muerte a un hombre, u otra mujer… nadie de entre los socialistas, comunistas, etarras, separatistas, o miembros del PP abren la boca para hacer mención de los crímenes repugnantes cuando las víctimas son hombres y los victimarios son «victimarias»; nunca dice esta boca es mía algún portavoz de algún partido político de los que se arrogan lo de ser los “más representativos” y mucho menos las líderes de las asociaciones “de mujeres”; y si hablamos de los trovadores, tertulianos, y demás opinadores y creadores de opinión, al parecer han recibido la orden de mantener un absoluto silencio cuando las víctimas no son mujeres, o la violencia es entre personas del mismo sexo.

Por supuesto, no esperen que nadie de ellos y ellas se ponga delante de la fachada de alguna institución pública, para mostrar su rechazo.

Éste suele ser el comportamiento habitual, pues, si se hablara de que ellas, las mujeres maltratan y matan más y con mayor frecuencia que los hombres, a niños y ancianos, el dogma feminista de género de que la violencia es cosa de hombres (como el Coñac Soberano) quedaría desbaratado.

Es muy frecuente que los medios de información nos den noticias terribles acerca de niños asesinados por familiares cercanos, por sus padres o por uno de ellos; también de ancianos muertos por personas cercanas a la familia de la víctima, el yerno, la nuera, o sus hijos y nietos.

Pero, generalmente se le da más cobertura mediática, mucho más, de forma abrumadora, hasta el hartazgo, cuando el asesino de un niño, o de un anciano es un varón adulto.

7 de cada 10 niños asesinados lo son por mujeres y, 3 de cada 10 niños son asesinados, por hombres. A pesar de estos datos contundentes, los medios de información, las instituciones y asociaciones de defensa y protección de menores recurren a la “omerta”, ocultan la mayoría de estos asesinatos, y en un porcentaje alto, altísimo de los casos, a las mujeres se las justifica y excusa, diciendo que padece alguna clase de enfermedad mental que la ha llevado a cometer semejante atrocidad.

Por supuesto, si el asesino es un hombre, los medios de información, las asociaciones de mujeres, los políticos de todo pelaje, lo lincharán públicamente y le negarán todo aquello que guarde relación con la presunción de inocencia, o cualquier clase de eximente. A ningún hombre se le aplica por parte de las instituciones públicas o privadas esa clase de excusa.

Para comprobarlo, basta observar y comparar, cómo se cuentan los malos tratos, los asesinatos de niños y ancianos en las televisiones, radios y periódicos.

Son muchos los ancianos y los niños que viven en situaciones de vulnerabilidad, son muchos los niños y ancianos que reciben maltrato, son agredidos, de manera sistemática, y muchos de ellos (demasiados) acaban muertos, sin embargo desafortunadamente los servicios sociales, las instituciones encargadas de la defensa y de la protección de los menores y de los ancianos, poco o nada hacen para detectarlos y mucho menos para evitar que acaben siendo muertos familiares y cuidadores, la mayoría de los victimarios MUJERES.

Claro que, debemos sentirnos afortunados, a pesar de todo ello, de vivir en España, uno de los lugares, una de las naciones del mundo donde ocurren menos asesinatos de niños y de ancianos.

De todas maneras, vuelvo a insistir:

En España apenas se llevan a cabo iniciativas de prevención. Ningún partido político con representación en el Congreso de los Diputados ha propuesto (que se sepa) medidas de prevención de este tipo de delitos, ni siquiera en la recientemente aprobada Ley Orgánica 8/2021, de 4 de junio, de protección integral a la infancia y la adolescencia frente a la violencia.

Lo mismo podemos decir de la protección de nuestros mayores frente a cualquier clase de violencia.

Oficialmente, en España sólo existe una violencia, la que sufren las mujeres a manos de sus novios, esposos, compañeros, vecinos… o uno que casualmente pasaba por allí, pues, como afirma el dogma femiestalinista de género, los hombres tenemos tendencia a dominar, sojuzgar, establecer relaciones violentas con las mujeres… y las mujeres son unas benditas pacifistas que, cuando tienen desavenencias las resuelven mediante el diálogo, de forma cordial y son esposas abnegadas y amantísimas madres.

Y llegado el caso, según el dogma feminista de “género” cuando una mujer agrede a un hombre (sea o no con resultado de muerte) siempre se ha de aplicar aquello de “algo habría hecho para que su mujer, que es unas santas, le diera 15 o 20 puñaladas por la espalda (claro) o le envenenara la sopa con arsénico o mata ratas”.

Porque, ya se sabe, las mujeres solo matan en defensa propia y nunca porque sean unas arpías y criminales. Para matar estamos los hombres, que lo llevamos en los genes y por eso desde los albores de la humanidad organizamos guerras, nos caemos de los andamios (alrededor de 3.000 muertos al año), tenemos más cáncer de pulmón, de hígado, más infartos, más muertes en las minas, por accidentes de tráfico en el trabajo etc.

Masoquistas que somos. Los hombres inventamos la sociedad patriarcal no para proteger a la familia, sino para suicidarnos colectivamente.

Las mujeres no matan, sólo se defienden de la violencia “machista”. Por eso le dan a su esposo, o compañero “sentimental” siete veces con el hacha en la cabeza, le asestan 17 puñaladas o lo envenenan poco a poco cada día. Para que sufras más, ya que ese es el sino del hombre-protector, paternalista y esclavo del trabajo (hasta hace unas tres décadas, pues la mujer también es “esclava del trabajo” fuera de casa…)

En definitiva, los niños asesinados en España, no importan. Tampoco el mismo número de ancianos, pues no son muertos por hombres.

Mientras a la prevención del maltrato a los menores y mayores, de alto riesgo, apenas se dedica dinero público o subvenciones, en cambio –supuestamente- a la prevención de la violencia cuyas víctimas son mujeres, se dedican cientos de millones de euros, cada año.

La “industria del maltrato de género” en España, está compuesta por cantidad de parásitos (más de 100.000 mujeres “profesionales-liberadas” para asuntos de “igualdad y género”) que viven de la falsedad, de la mentira.

Ocultan sistemáticamente que mueren hombres a manos de sus esposas y compañeras. De cada 100 personas adultas muertas en España, anualmente, por disputas conyugales, alrededor de 40 son hombres (en España mueren anualmente cerca de 60 mujeres asesinadas por sus esposos). España, en éste, como en la mayor parte de los asuntos no es “diferente”, aquí (en eso que los progres llaman “estepaís”) las mujeres también ejercen violencia, sobre sus maridos, sobre sus hijos e hijas, sobre sus padres y madres ancianos… Igualmente, ocultan que España tiene la fortuna de fluctuar entre el penúltimo y el último lugar en la lista de países de la Unión Europea en violencia doméstica, siendo la lista de los 27 países dela UE encabezada por países supuestamente civilizados como; Suecia, Noruega, Dinamarca, Finlandia, Alemania.

Por si a alguien le cupiera alguna duda, los datos que aquí se exponen están sacados de los Anuarios Estadísticos del Ministerio del Interior, del Instituto Nacional de Estadística, de foros dela Policía, dela Guardia Civil, de informes del Ministerio de Justicia.

Y ya para terminar, permítaseme dedicar unos minutos de recuerdo a los “Hombres muertos, víctimas de la violencia de sus esposas y compañeras en los últimos años.” También a los niños, niñas, ancianos, ancianas maltratados (con o sin resultado de muerte) por sus mamás y/o cuidadoras… Pues, según parece, en el Reino de “Igual-da género” hay personas “más iguales que otras, y víctimas de primera, de segunda categoría… y otras que ni siquiera existen…

¡RIP por las víctimas olvidadas!

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