¿Unas Fuerzas Armadas ibéricas?

En un momento en que el proceso de construcción europea está detenido, gravemente herido tras el “sí” al BREXIT, desde Fuerza Naval queremos plantear una interesante posibilidad, recogida esporádicamente en la prensa: la unión entre España y Portugal. Evidentemente se trata de un tema ambicioso, con infinidad de implicaciones políticas y económicas. Pero nos centraremos en estudiar los pros y contras de su vertiente militar: la unión de nuestras Fuerzas Armadas y sus implicaciones en la Seguridad y Defensa de la Península Ibérica.

El hecho de que ambos estados hayan desarrollado su historia en el seno de la Península Ibérica, al sur de los Pirineos, permite encontrar numerosas semejanzas, lazos culturales y económicos, que alcanzaron su punto álgido bajo el reinado de Felipe II con la unión de ambos reinos, entre 1580 y 1640.

Desde entonces, el Iberismo ha sufrido altibajos, con importantes iniciativas surgidas a mediados del S.XIX de manos de la burguesía castellana y de las nuevas ideas republicano-federalistas, lideradas por insignes españoles como Pi y Margall. El movimiento, caído prácticamente en el olvido durante el S.XX, ha sufrido un nuevo resurgir por la iniciativa de diversas asociaciones iberistas portuguesas y españolas, apoyadas por intelectuales de la talla de José Saramago o Arturo Pérez-Reverte.

Existen numerosas encuestas realizadas en los últimos diez años que apuntan que un importante porcentaje de los ciudadanos españoles y lusos verían con buenos ojos una unión política. Este porcentaje no ha hecho más que subir, desde el 28% de portugueses a favor de la unión en el año 2006, hasta el 78% según un estudio del Real Instituto Elcano del pasado mes de julio. Por supuesto, existen desavenencias:¿Donde estaría la capital? ¿Estado Central o Federal? Pero de lo que no cabe duda es que el estado ibérico se convertiría en el país de mayor extensión de la Unión Europea, el 5º en población y PIB -lo que permitiría reforzar su protagonismo en las instituciones europeas-, y en la primera potencia turística y pesquera de la UE. Además, este hipotético estado ibérico dispondría de una posición estratégica sin parangón al suroeste del continente europeo, controlando no sólo el Estrecho de Gibraltar, sino también los importantes archipiélagos de Canarias, Madeira y Azores, y gozando además de excelentes relaciones diplomáticas y comerciales con toda Sudamérica y con las antiguas colonias portuguesas en África, entre las que se encuentra Angola, un incipiente productor de petróleo.

¿Pero qué ventajas tendrían una unión militar entre Lisboa y Madrid para la defensa de la península ibérica y de sus intereses en el exterior?. Hablemos primero de los números. Actualmente España gasta alrededor de 5700 millones de euros en defensa. Portugal gasta alrededor de 2.100 millones. Unas hipotéticas fuerzas armadas ibéricas contarían con 7.800 millones de euros de presupuesto, que además estarían mejor invertidos al evitar estructuras duplicadas, tales como cuarteles generales, escuelas y centros de adiestramiento, etcétera… Los 133.000 hombres y mujeres de las fuerzas armadas españolas sumarían, junto a sus 33.000 homólogos portugueses, un total de 165.000 efectivos, que al igual que ocurriría con las infraestructuras, podrían ser empleados de una forma más eficaz evitando duplicidades.

Nuestros F-18 y Eurofighter, guardianes del espacio aéreo, se verían reforzados por los muy capaces F-16 portugueses. Sus cinco buques de escolta, cuyas dotaciones son herederas de la mejor de las tradiciones marineras de Portugal, reforzarían las capacidades navales aportadas por los once escoltas españoles. Sus submarinos del Tipo 209PN ayudarían a mantener la capacidad submarina mientras nuestra Flotilla espera el reemplazo de los clase Galerna. Sus P-3 Orión permitirían mantener una digna capacidad antisubmarina con los supervivientes del Grupo 22 de nuestro Ejército del Aire. España aportaría, entre otras cosas, una magnífica capacidad de proyección naval y su incipiente capacidad de transporte aéreo estratégico (con la llegada del A-400M), capacidades ambas de las que Portugal carece.

Evidentemente, estas fuerzas armadas de la península ibérica deberían tender, progresivamente, a la unificación de materiales y doctrina. Existen ya algunas cosas en común, como los C-130 y los C-295 en servicio en ambas fuerzas aéreas, o los carros de combate Leopard II que operan en ambos Ejércitos de Tierra. En cualquier caso si esta alianza, esta fusión de capacidades, se produjera mañana mismo, veríamos unas fuerzas armadas con 186 cazas, 11 escoltas, 5 submarinos, 3 buques de apoyo logístico, y un largo etcétera de capacidades obviamente ampliadas, buscando el máximo aprovechamiento de los medios y los conocimientos de las dos fuerzas armadas ibéricas.

Este proceso, en cualquier caso, no sería instantáneo. Pero podrían buscarse pequeñas iniciativas conjuntas que allanaran el camino, tales como la unificación de la vigilancia del espacio aéreo hispano-luso (compartiendo Estaciones de Vigilancia Aérea, bases y aviones en alerta), la unificación de academias militares y centros de adiestramiento, la creación de un grupo hispano-luso de transporte aéreo integrado en el EATC europeo o la aportación de una brigada “ibérica” a los grupos de combate de la Unión Europea.

Se trata, en cualquier caso, de una posibilidad interesante en estos tiempos en que los austeros presupuestos de defensa obligan a buscar sinergias para un mayor aprovechamiento de los recursos disponibles, y en los que los intereses de Portugal y España en materia de defensa son similares en lo referente a defensa de la integridad territorial, lucha contra el terrorismo y participación en operaciones internacionales.

Fuente: fuerzanaval

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