Una semana en caída libre y España, S. A. en quiebra técnica.

Antonio de la Torre

«Más vale una vez colorado que ciento amarillo», y llevamos muchas decenas de años «amarilleando» más de la cuenta»

FUENTE: https://lapaseata.net/2023/08/13/espana-s-a-en-quiebra-tecnica/

No tengo ninguna duda de que la primera parte del título de mi artículo de hoy, también sin duda, causa directa de la segunda, podría aplicarse a la deriva política, social y económica, creo que por ese orden, de nuestra querida España. Sin embargo, y aunque no me voy a extender demasiado en ello, porque ya vengo haciéndolo con más o menos frecuencia e insistencia desde 2014 y, en particular, desde su “causal resurgimiento” en el último trimestre de 2018, es obligado dedicar unas líneas y una pequeña reflexión a la, para mí, nada sorprendente dimisión del hasta ese momento portavoz de VOX en el Congreso de los “disputados”, Iván Espinosa de los Monteros. A fuer de ser sincero, dado que, como acabo de decir, para mí no fue ninguna sorpresa, lo primero que me vino a la cabeza fue «a ver lo que tarda mi ‘amiga’ Rocío ‘Monjasterio’ en hacer lo propio, antes de que la “dimitan” también a ella» –ya sé que, como intransitivo que es, a uno no “lo dimiten” (verbo poco usado en política, por cierto), sino que lo cesan, pero permítaseme el sarcasmo, “con fines expresivos”, que recoge el DRAE, en la segunda acepción de este término–. 

Sólo el que no conociera un poco la realidad, o no quisiera verla, podía ver como tal, el “éxito” de VOX en las repetidas elecciones de 2019, las del 10 de noviembre –como lo había sido, incluso mayor, en 2015 los de Ciudadanos y Podemos, prácticamente desaparecidos hoy, el primero, casi del todo, y, el segundo, un resto entre los quince grupúsculos que forman SUMAR–. Siempre he dicho –y la hemeroteca está para su consulta– que la crisis de VOX se produciría con el natural desfase de cuatro años respecto a las de los naranjas y morados, que “despegaron” precisamente cuatro años ante. Aunque el camino de VOX, en mi opinión, es más parecido al de Podemos, uno en cada extremo, que al de Ciudadanos, un partido de aluvión y oportunismo que perdió el Norte cuando salió de Cataluña, donde lo estaba haciendo bien defendiendo la españolidad catalana, y se quiso hacer con el entonces desnortado centro derecha nacional, pese a su origen claro de centro izquierda. Pero volvamos a lo que toca esta semana. 

Ese repentino “matrimonio de conveniencia y oportunismo” que fue la unión del “resurgido” con el anzuelo de Pedro Sánchez, VOX, y el extinto PxCPlataforma por Cataluña , no presagiaba nada bueno, pese a los alentadores inicios electorales. 

El primero, Santiago Abascal y sus amigos (no eran muchos más), venía de su particular travesía del desierto de cuatro años, 2014-18, en los que nada destacable habían hecho y durante buena parte de los cuales, el propio Espinosa de los Monteros se había desvinculado del partido. Hasta que, sorprendentemente, en Octubre de 2018 –insisto en lo del “anzuelo” que decía antes–, con Espinosa de vuelta, consiguieron llenar el recinto de Vistalegre –el mismo que años antes había sido escenario de la “eclosión” de los cinco de Podemos, de los que no queda ninguno en ese partido–. Tras ese lleno que no se sabe cómo se financió y que me llevó a escribir esta reflexión , decidieron, contra todo pronóstico, presentarse, en diciembre siguiente, a las elecciones andaluzas de Andalucía, que ganó el Partido Popular con Juanma Moreno, obteniendo nada menos que once diputados, frente a los seis que, como máximo, le daban las encuestas más optimistas. El segundo, que en las elecciones municipales de 2011 había conseguido cierto éxito en Cataluña, se disolvió en marzo de 2019 con la consigna de su presidente, el convicto Josep Anglada, con su “todos a VOX”, pero sin decir también que “una vez dentro, ya haremos lo que tengamos que hacer”. Que un totalitarismo autoritario y aguerrido, como el de Santiago Abascal, chocara con otro no menor y con tintes de sectarismo, mucho más “discreto”, que ya conocía VOX, creo, y bastante más preparado, como el de Jorge Buxadé , iban a chocar, era cuestión de tiempo. Y creo que no ha saltado antes porque unos seguían en el Congreso y el otro observaba y maquinaba como europarlamentario. Antonio Gallego , exdiputado del PP en dos legislaturas y diputado por VOX en la asamblea catalana desde 2021, decía en esa X que ha sustituido al pajarito azul de Twitter, tras el abandono de Espinosa, que “El sectarismo de Buxadé y Garriga destroza todo lo que toca. Arrasan y arrinconan cualquier vestigio liberal e ilustrado dentro de la formación. Espero que Abascal se dé cuenta”. Pero me temo que no se dará cuenta porque, como le pasa al presimiente PinócHEZ, aguantará lo que sea con tal de seguir en el poder, aunque en su caso y ahora, lo sea más aparente que real, pero es el que está arriba y eso le vale . Al grupo catalán, que es el que manda en VOX desde hace tiempo, no le interesa, todavía, desbancar al vasco y puede que no lo hagan mientras subsistan, algo que no está claro si la situación de bloqueo que se ha producido en las urnas el pasado 23-J, diera lugar a una nueva llamada electoral. 

Y aunque lo ocurrido con Espinosa ha sido el detonante de una crisis que se venía gestando, y cuyos problemas personales no voy a poner en duda, pero que no dejan de ser en realidad una salida airosa y pactada para minimizar los daños, porque ya estaba en la rampa de salida de su portavocía, verdadero motivo de su decisión en mi opinión, ya a mitad de esta última legislatura, si no antes, empezaron a verse desencuentros, dentro del grupo inicial de VOX y con los llegados desde Cataluña. La propia relación entre Abascal y su otrora fiel Javier Ortega, enfriada tiempo atrás, acabó con la salida del segundo de la Secretaría General del Partido, en beneficio del número dos catalán Ignacio Garriga, en octubre de 2022. No me voy a extender en ello ni en las numerosas rupturas provinciales que se han venido produciendo en VOX por la dictadura de Abascal: Barcelona, Valencia, Málaga, Córdoba, Tenerife… por citar sólo unas cuantas. Tampoco en el caramelo envenenado que le dieron a Macarena Olona en junio del año pasado –porque también estorbaba a algunos–, desde unas, al parecer, encuestas hinchadas con ese propósito, que murió de “éxito” en esa Andalucía que no conocía y que, después de unos meses desorientada, acabó en una nueva ocurrencia política, haciendo campaña en esos lugares de alterne que tanto frecuentaban algunos diputados y altos cargos socialistas andaluces.  

Lo cierto es que se acerca el fin de esa “crónica de una muerte anunciada” que adelantaba en vísperas de las primeras elecciones convocadas por Pedro Antonio Plagio cum Fraude Falconeti… . Un resumen de la evolución de aquella alternativa ilusionante que algunos apoyamos en los primeros meses de 2014, que parece que ha pasado a lo que dejaba como interrogante entonces, pese a que todavía no se conocía esa componente que dicen algunos medios, ahora malvados, que acompaña a los que desembarcaron poco antes en VOX . Y, lo que debería ser más preocupante para esa parroquia menguante que sigue comprando el mensaje sin fondo del ilusionista de Amurrio, en ese partido, como en los demás que tanto criticaban, no existe la autocrítica.  De nuevo, la culpa del retroceso de VOX la tienen, el PP, que tendría su explicación como devolución de la moneda, aunque yo no lo veo así, y los perversos medios de comunicación, que sólo maltratan a VOX. Pero ellos, sus dirigentes, son inocentes de todo, lo que no deja de producir un cierto sentimiento de pena, que parece que es, lo que, a falta de ideas y proyecto de verdad, quieren transmitir al electorado, en lugar de dimitir los causantes del batacazo electoral y crisis internas.

Termino con una reflexión que escribí allá por 2012 –once años ya– en mi perfil de Facebook, al hilo de esa caída libre que decía al principio y de lo que venimos dirigiendo algunos a Su Majestad, de cara a la propuesta de un candidato a formar Gobierno. Lo titulé “ESPAÑA, S. A.”, y me parece que sigue vigente. Decía entonces que «No sólo es posible, sino que debería ser imprescindible, pero para ello hace falta una voluntad que la clase política –¿debería decir «casta política”?– no tiene en su agenda. Sería necesario que la vocación de «servicio público» fuera lo primordial en los políticos «profesionales», que se han acomodado al sistema blindado que, ellos mismos, se han procurado para su perpetuación en el poder. Mientras la política no deje de ser una profesión lucrativa, llena de privilegios para los que se someten a los que controlan los partidos, a cambio de situarse en alguna lista o ser objeto de designación digital para algún puesto, se hace difícil que se dé ese enfoque empresarial tan necesario y urgente para el Estado.

El Estado debería ser la empresa ESPAÑA, S. A., cuya gestión tendía que estar en manos de los mejores, con renovación total y periódica de los puestos cada dos legislaturas, como máximo, y con un «reparto de dividendos» para todos los que lo sustentan, los españoles, en forma de Educación, Infraestructuras, Sanidad, Justicia, etc. que consolide el Estado de Derecho con una democracia real, tan ausente hoy, como deseada.

Los padres de la Patria que pergeñaron aquella Constitución de 1978 hicieron algo que pudo funcionar en los primeros años para facilitar la transición, en un generoso proceder de los herederos del franquismo para aceptar la incorporación de otras opciones políticas ausentes hasta entonces de la escena política. Pero se les fue de las manos, y se ha convertido en un documento, mal utilizado—hoy habría que añadir “ni se respeta por buena parte del Congreso”, que ha alimentado un Sistema endogámico sustentado en una falsa democracia, sólo patente cada cuatro años, cuando los que controlan el sistema permiten que los ciudadanos se «manifiesten» en las urnas, votando unas listas cerradas en las que cada vez los perfiles son más planos, salvo contadas excepciones que se adaptan al mismo, –también habría que añadir, visto lo visto, “cuyos resultados se prostituyen para alcanzar pactos contra natura, con tal de conseguir mayorías de poder”–.

Siento ser pesimista pero no veo como posible lo que a todas luces es necesario y, como decía al principio, es imprescindible, pero falta la voluntad política y el sacrificio de los mismos que han dado lugar al deterioro de la situación actual. Tendrían que inmolarse en aras del servicio público en lugar de seguir sirviéndose de la pasividad de los ciudadanos, esos de los que, en una auténtica democracia, emana el poder que se cede a unos representantes que llevan años olvidándose de ese elemental principio.

Para darle un enfoque empresarial al Estado sobran muchos políticos profesionales y faltan muchos buenos profesionales que, temporalmente, gestionen, como si de sus empresas se tratara, la empresa ESPAÑA, S. A. ¿Ustedes lo ven?… Yo, tampoco».

Y acabo con un conocido refrán que remata bien lo que decía más arriba: «Más vale una vez colorado que ciento amarillo«, y llevamos muchas decenas de años «amarilleando» más de la cuenta.

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