Una nueva versión -renovada- de Don Quijote y Sancho… esta vez en Israel

Shimshon Zamir

El que quiera entender que entienda pues, a buen entendedor pocas palabras bastan…

En nuestra renovada versión de la narración de Don Miguel de Cervantes Saavedra, sobradamente conocida, hay una importante «diferencia»…Quijote y Sancho cabalgan sobre el mismo caballo… en las buenas y las malas, para bien y para mal…

Pero… DonQuijote siempre esta sentado delante..y Sancho detrás de él… Asi lo decidio Don Quijote; a lo mejor porque fue el quien se subio primero al caballo… hace ya 75 años.

Lo cierto es que ambos combatieron, el caballero andante y su escudero, «desfaciendo entuertos» (con bastante exito…) juntos, codo con codo lucharon contra muchos molinos de viento durante nada menos que tres cuartos de siglo.

Quijote siempre a la cabeza… Sancho detrás de él…

Un dia, al amanecer, Quijote se encontró con que Sancho se le había adelantado y se subio al caballo primero… y que él (Quijote) debía sentarse detrás.

Esto hizo que Don Quijote se dirigiera a Sancho dando voces y gritos: ¿Como es posible? ¿Quién te ha dado permiso para sentarte en la parte delantera del caballo?

A lo que Sancho respondio: No necesito tu permiso… Hemos montado juntos todo este tiempo… ahora es el momento de que yo comience a estar al frente.

¡No!! Dijo Don Quijote…¡¡Me has arrebatado el caballo»!! El caballo siempre ha sido mío, por eso yo tengo derecho a ir delante.

Si… le respondio Sancho…pero hace fue hace mucho tiempo… ahora me toca a mi…el caballo es «nuestro» no sólamente tuyo…

¿Por qué? Preguntó Quijote especialmente extrañado al mismo tiempo que enfadado…

Porque yo soy más pesado que tú… yo peso 64 kilos, y tu pesas 56 kilos… y es una buena forma de decidir quien se sienta adelante… le respondio Sancho.

¡Pero eso no es correcto!! volvió a gritar Don Quijote. Además, yo conozco todos los caminos… y té no…

Es probable… le respondió Sancho… pero eso ocurre porque tú has encontrado todo el tiempo excusas para no permitirme ir delante… ni siquiera una vez tú, y otra yo… siempre has querido (tambien ahora) ser el primero… ¡El hecho de que me falte experiencia es por tu culpa!

Don Quijote, exasperado, enfurecido acabó gritando: ¡Lo que sucede es que yo soy más inteligente que tú!!

Eso está por verse… respondió Sancho… De momento, ahora me toca a mí, yo estoy primero….

Alrededor de ellos, observando la discusion se acabaron congregando una gran cantidad de curiosos…parte de ellos simplemente curiosos, otros… que durante 75 años envidiaron la amistad entre Don Quijote y Sancho, entre el caballero y su fiel escudero, al oír la discusion subida de tono y por momentos violenta, se regocijaron con ella, y pensaron (e incluso comentaron entre ellos…) que si bien sus intentos de separar a los dos amigos fracasaron una y otra vez, ahora los dos se pelean sin que nadie empujara al uno contra el otro.

Otras terceras personas que habían conocido y apreciado todos estos años a la pareja, especialmente por la atletica figura de Don Quijote, al oir la discusión, comenzaron a comentar a favor de Quijote. Eso envalentonó todavía más a Don Quijote, pero no impresionó a Sancho ni lo hizo desistir de sentarse en la parte delantera del caballo…

Pasaron días, semanas y más semanasde discusion… el tono, la agresividad, los gritos no bajaron; muy al contrario… Sancho seguia en la parte delantera del caballo, y Don Quijote incluso se negaba a subirse al caballo por no poder sentarse por delante.

Todo hacia predecir que las relaciones seguirían degradándose, estropeandose, e incluso que sería el fin de una buena y feliz amistad.

Cuando la relacion se empeoro… finalmente hubo un momento de reflexion en ambos personajes, y decidieron dejar de discutir por un tiempo… con la esperanza de sentarse juntos a conversar y encontrar el sendero común, pues era mucho más lo que les unía que lo que les separaba, y más cuando empezarona tener nostalgia de todas las aventuras y desventuras que habían compartido durante 75 años. Ambos estaban seguros de que encontrarían una solución que les permitiera seguir cabalgando juntos, en alguna formula «magica» que hasta ahora no vieron.