Siria y Libia: Las amenazas asimétricas de Turquía a la seguridad internacional. Como Turquía ha empleado a los grupos terroristas en el conflicto de Libia

Por David de Caixal : Historiador Militar. Director del Área de Seguridad y Defensa de INISEG.  Director del Máster de Historia Militar de INISEG / Universidad Pegaso. Director del Grupo de Investigación del CIIA (Centro Internacional de Investigación Avanzada en Seguridad y Defensa de INISEG-Universidad Pegaso. Membership in support of the AUSA (Association of the United States Army) Miembro asesor de la Sección de Derecho Militar y Seguridad del ICAM (Ilustre Colegio de Abogados de Madrid). Miembro del Grupo de Investigación de INISEG y “The University and Agency Partnership Program » (UAPP) proyecto universitario para la difusión de la Cultura de la Defensa de Estados Unidos.

Casi un año después, reforzado por el giro, Turquía invadió el noreste de Siria, perturbando una situación frágil y anunciando más “miseria” para los kurdos sirios. Según un informe del Instituto Holandés Cligendael, además de su gran ejército convencional, el Ejército Nacional Sirio (SNA), compuesto por ex rebeldes árabes sirios, está casi completamente bajo control turco a través de la provisión de entrenamiento y equipo, pagos de salarios, y la creación de nuevas estructuras organizativas. El SNA ahora es una parte integrada del ejército turco que es clave en el avance de los objetivos de política exterior de Turquía en Siria. Turquía no se detuvo en el suceso de la autopista M4. Seis meses después, en abril de 2020, los combatientes del Gobierno de Acuerdo Nacional (GNA) de Libia respaldados por Turquía se encontrarían en las afueras de Tarhouna, donde, al grito de «Allahu Akbar», las milicias locales prometieron matar a todas las mujeres en el ciudad sitiada. La ciudad finalmente cayó ante la GNA cuando el Ejército Nacional de Libia (LNA) se retiró el 5 de junio. La ciudad del valle se enfrentó al mismo destino de otras ciudades, tanto en Libia como en Siria, que cayeron en manos de los rebeldes respaldados por Turquía: desorden, liberación de criminales (e incluso supuestamente algunos terroristas) de las cárceles, saqueos, secuestros y ejecuciones. El hecho de que Turquía haya dirigido el SNA contra el SDF, que era la fuerza terrestre en Siria para la guerra de la Coalición contra el Estado Islámico (ISIS), plantea una vez más la pregunta sobre el enfoque de Turquía hacia ISIS.

Hay acusaciones de que los miembros reciclados de ISIS ahora son parte del SNA, y durante mucho tiempo se ha dicho que Turquía utilizó a ISIS y otros militantes islámicos como una forma de contener el nacionalismo kurdo en Siria. En abril de 2017, David L. Phillips, Director del Programa de Construcción de la Paz y Derechos del Instituto de Estudios de Derechos Humanos de la Universidad de Columbia, presentó un informe al gobierno de los EEUU que detalla lo que dijo que era una cooperación militar entre el gobierno de Erdogan e ISIS, la provisión de armas, apoyo logístico, asistencia financiera y servicios médicos a los yihadistas. Hay ecos en esto de las acusaciones formuladas en Pakistán sobre su manejo de Al-Qaeda, en particular el descubrimiento de Osama bin Laden, por parte de los navy seals, a poca distancia de una importante base militar paquistaní, cuando fue localizado y eliminado por EEUU

El Gobierno turco ha trasladado a un grupo de 500 terroristas de Siria a Libia para que se una a las fuerzas del Gobierno de Acuerdo Nacional (GAN). Estos extremistas pertenecen a las facciones División al-Mutasim, Sultán Murad, Brigada Suqur al-Shamal, Al-Hamzat y Suleiman Shah, que operan en varios frentes, incluidos el sur de Trípoli (capital libia) y la ciudad de Misrata (noroeste), entre otros. Fuente: OCATRY (Observatorio contra la Amenaza Terrorista y la Radicalización Yihadista) www.ocatry.org

Turquía ha iniciado el proceso de transferencia de nuevos grupos de milicianos sirios a sueldo desde la región de Tal-Abyad, localizada al norte de Siria en la frontera con el país turco, para reclutarlos y enviarlos desde suelo otomano a la guerra civil de Libia. Un análisis del Pentágono de Estados Unidos ha revelado que Turquía destinó a Libia entre 3.500 y 3.800 combatientes a sueldo procedentes de Siria durante los tres primeros meses de 2020. El informe remitido por el inspector general del Departamento de Defensa norteamericano ha detallado los movimientos turcos a favor del bando del Gobierno de Unidad Nacional, en la guerra civil contra el Ejército Nacional libio; una iniciativa que está provocando un giro de los acontecimientos en el choque armado. Libia se ha convertido en un tablero de juego en el que varias potencias extranjeras participan para sacar beneficio en torno a un país importante por su situación estratégica en el norte de África y el arco mediterráneo y por sus recursos petrolíferos. Algunas de estas potencias foráneas envían soldados a sueldo, como Turquía y Rusia. El país presidido por Vladimir Putin cuenta sobre el terreno con el grupo armado privado Wagner, según han recogido diversos medios.

Esta compañía privada ligada al Kremlin podría haber incluido entre 800 y 2.500 combatientes a sueldo a favor del LNA, el cual está asociado a su vez con el otro Ejecutivo oriental de Tobruk. Turquía está muy interesada en posicionarse en el Mediterráneo de cara a obtener una favorable posición geoestratégica e incrementar sus recursos financieros a través de prospecciones de gas y petróleo en la zona. De ahí su incursión en Libia, y también en Siria, donde incursionó también para posicionarse en la frontera turco-siria y para hostigar a la etnia kurda, a la que acusa de llevar a cabo actos terroristas al sur del suelo turco. Precisamente, de Siria llegan estos mercenarios que luchan en Libia a favor del GNA; unos efectivos ligados a antiguos grupos vinculados a organizaciones terroristas como Daesh y Al-Qaeda, como han apuntado diversos medios. 

Por su parte, Egipto, gran rival de Turquía y vecino de Libia, amenazó con intervenir militarmente con su poderoso Ejército si las fuerzas respaldadas por Turquía intentan tomar Sirte. El presidente egipcio, Abdel Fattah al-Sisi, reseñó que su país «no se quedará de brazos cruzados frente a los movimientos que representan una amenaza directa a la seguridad de la nación”.  El Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH), organización radicada en Reino Unido que cuenta con una amplia red de observadores sobre el terreno, ha alertado de esta circunstancia remarcando que los servicios de inteligencia turcos habían instado a los dirigentes de las milicias sirias pro-turcas a que detallasen listados de cientos de combatientes de cara a destinarlos a Libia a luchar próximamente. Diversas facciones elaboraron relaciones de efectivos que han llegado a sumar hasta los 2.200 nombres, encabezados por las fuerzas de Ahrar al-Sharqiya, grupo rebelde armado sirio fundado en 2016 por elementos exiliados y desplazados principalmente de la Gobernación de Deir Ezzor y otras provincias orientales, como Al-Hasaka, debido a la oposición firme de las kurdas Unidades de Protección del Pueblo y del propio Gobierno sirio de Bachar al-Asad, fervientes enemigos de la Turquía presidida por Recep Tayyip Erdogan. Precisamente, muchos combatientes de Ahrar al-Sharqiya proceden del grupo terrorista del Frente al-Nusra, vinculado a la actividad de Al-Qaeda en Siria. Unos terroristas yihadistas que son objeto de hostigamiento por parte del régimen de Al-Asad. 

El destino de estos 2.200 mercenarios es el de la guerra civil de Libia para luchar al servicio de la coalición formada por el Gobierno de Acuerdo Nacional, del primer ministro Fayez Sarraj y el Estado turco comandado por Erdogan, que se enfrenta al Ejército Nacional de Libia (LNA), liderado por el mariscal Jalifa Haftar.  Según el OSDH, la inteligencia turca presionó a las diversas facciones que conforman el conglomerado de milicianos sirios pro-turcos para proveer de más combatientes de cara a esta nueva remesa de efectivos, a pesar de las reticencias mostradas por estos ante el cese del apoyo financiero que se venía dando por parte del Estado turco. Entre las facciones que se quejaban por este aspecto está la Legión de Rahman, con miembros provenientes de Guta y Homs, ciudades de la parte occidental de Siria; cuyo objetivo es derrocar al régimen sirio de Bachar al-Asad.

El Observatorio señaló que los servicios de inteligencia turcos presionaron a los integrantes de la Legión de Rahman para que hubiese un mayor suministro de soldados, después de la paralización por parte turca de la distribución de salarios durante unos dos meses y de la reducción de las asignaciones que se les proporcionaba a los milicianos con alimentos y municiones, como detalló también el medio Al-Ain. Turquía continúa así el proceso de transporte de mercenarios y extremistas para luchar contra el LNA de Haftar. Mientras, estas milicias apoyadas por asesores turcos intensifican los ataques contra civiles en áreas bajo el control del Ejército libio, así como bombardean sus propiedades y centran su objetivo en hospitales, camiones de combustible y suministros médicos.

Se produce así una vuelta de tuerca más por parte del ‘sultán’ Erdogan dentro de su afán de expansionismo en áreas como Oriente Medio y el norte de África. En el caso del conflicto bélico libio, el presidente de Turquía se alió con el GNA de Fayez Sarraj para hacer frente al rival LNA de Haftar en el marco de una guerra civil que se ha convertido últimamente en un pulso de potencias extranjeras que se han entrometido en la refriega. El conflicto se ha internacionalizado en los últimos meses con la incursión de países foráneos interesados en Libia, principalmente por sus importantes recursos, como el petróleo. El LNA de Jalifa Haftar y el Ejecutivo oriental de Tobruk al que representa son apoyados por Rusia, Francia, Arabia Saudí, Egipto y Emiratos Árabes Unidos; mientras, en el otro bando, el GNA cuenta con el soporte de la ONU desde 2016 y, más recientemente, con el de Qatar y Turquía, país este último que desplazó a territorio libio equipamiento militar y efectivos armados (incluidos los citados mercenarios pro-turcos a sueldo procedentes de Siria) tras el pasado acuerdo de colaboración suscrito entre el presidente turco Recep Tayyip Erdogan y el primer ministro Fayez Sarraj a finales del año pasado.

Turquía ha intensificado sus esfuerzos para reclutar combatientes pese a que las leyes internacionales consideran un crimen el reclutamiento, la utilización, la financiación y la formación de mercenarios. La agresión de Turquía contra los kurdos en el noreste de Siria tiene como objetivo trasladar a los terroristas a Libia, aseveran desde el país norteafricano. Fuente: OCATRY (Observatorio contra la Amenaza Terrorista y la Radicalización Yihadista) www.ocatry.org

Desde la Primavera Árabe, Turquía se ha convertido posiblemente en el principal patrocinador del radicalismo, principalmente en Siria, donde sus políticas impulsaron a ISIS y a grupos afiliados a Al-Qaeda.  Libia podría ser considerada otro país donde Turquía, y su aliado Qatar, han invertido fuertemente en patrocinar grupos vinculados con organizaciones terroristas. Durante el levantamiento contra Gaddafi del 2011, Qatar equipó con armas a algunos facilitó grupos extremistas dentro de Libia, especialmente a aquellos aliados a Al-Qaeda. Uno de estos grupos es la facción liderada por Belhaj. Algunas de las armas enviadas por Doha a Libia fueron más tarde utilizadas en Mali por militantes vinculados con Al-Qaeda. Qatar ha estado implicado en el financiamiento de organizaciones terroristas en Libia, como ISIS y Ansar al-Shariah, lo que aumentó la capacidad de estos grupos para pagar a los combatientes salarios mensuales de USD 100 o más, y de esa manera incrementar sus facilidades de reclutamiento. Turquía ha establecido relaciones con grupos afiliados a Al-Qaeda en varios lugares a través de la región.

Uno de esos casos fue el del ciudadano irlandés nacido en Libia, Mahdi al-Harati, quien desde abril hasta agosto de 2011 manejó la “Brigada Trípoli”, una unidad armada que participó en la batalla final por expulsar al dictador libio Muammar al-Gaddafi fuera de la capital. Poco después de la caída de Trípoli, Harati fue nombrado comandante suplente del Consejo Militar de Trípoli (CMT), que en ese entonces era encabezado por Belhaj. Harati renunció en octubre de 2011 y, con el apoyo de los gobiernos qatarí y turco, se unió a la insurgencia siria. Por este mismo tiempo, Belhaj se dirigió igualmente a Turquía y se reunió con líderes de la oposición siria. En abril de 2012, Harati y su cuñado, Houssam Najjair, establecieron Liwa al-Ummah, basada en la gobernación Idlib al noroeste de Siria. Ankara ha continuado apoyando a grupos extremistas en Libia, en Trípoli y en Misrata, con armas, pese al embargo de armas impuesto por las NN.UU. En diciembre de 2018, un cargamento de armas provenientes de Turquía fue capturado en el puerto de Khoms, cerca de Trípoli. El cargamento contenía 3.000 pistolas de fabricación turca, así como también algunas otras pistolas, rifles de cacería y municiones. Turquía se comprometió a poner fin a estos cargamentos y abrió una investigación conjunta con el GPN. Y sin embargo, apenas dos meses más tarde, en febrero de 2019, otro cargamento de armas turcas fue confiscado en el mismo puerto marítimo. Este incluía nueve vehículos de asalto armados Toyota Sierra Leone 4X4 y tanques de combate fabricados en Turquía. Estas armas estaban destinadas a las Fuerzas Especiales de Disuasión (FED) y al Batallón Nawasi Battalion, que son dos de las cuatro milicias que conforman la Fuerza de Protección de Trípoli. Cabe reiterar aquí que las milicias de Trípoli están ligadas a figuras clave del GLLI. 

Hoy, nuevos estados enemigos de Occidente, han surgido en el escenario mundial y han redefinido el alcance de sus amenazas y capacidades. Mientras que los Ayatolas de Irán, permanecen firmemente fuera del alcance de las alianzas de seguridad global, nuevos enemigos como Turquía y Qatar están profundamente arraigados en los sistemas políticos, militares y financieros de sus estados y comunidades objetivo, permitiéndoles perseguir eficazmente sus políticas desde dentro. Durante medio siglo, la Turquía secular ha sido un valioso miembro de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), que fue creada para contrarrestar las amenazas ideológicas y militares planteadas por la Unión Soviética. Fue inconcebible después de la Segunda Guerra Mundial que el liderazgo del estado turco sucumbiría internamente a la ideología islamista y cooptaría a las organizaciones terroristas internacionales que representan una de las mayores amenazas de la posguerra a la seguridad internacional y a la seguridad interna, además de los derechos humanos de los mismos turcos.  Dieciocho años después de la victoria del partido islamista AKP liderado por Erdogan, el gobierno turco ha descendido a un autoritarismo islamista y de beligerancia hacia los aliados de la OTAN y otros estados soberanos.

“Turquía está intensificando unilateralmente los conflictos con Europa y la situación está empeorando. Las fuerzas de seguridad turcas atacan la frontera griega de forma regular y los intentos de perforación en las aguas de Chipre se intensifican continuamente. La UE no puede dejar estas agresiones sin respuesta” Las provocaciones turcas son muchas. El 4 de septiembre de 2019, Erdogan sugirió que Turquía tenía derecho a adquirir armas nucleares, y dijo a los miembros de su partido que «algunos países tienen misiles con ojivas nucleares, no uno o dos». Pero [nos dicen] que no podemos tenerlos. Esto no lo puedo aceptar «. En noviembre de 2019, Turquía probó el sistema de defensa aérea S-400 de fabricación rusa en aviones F-16 de fabricación estadounidense. En enero de 2019, las fuerzas y representantes turcos desembarcaron en Libia, bajo el manto de un acuerdo de cooperación militar legalmente dudoso firmado con el GNA el mes anterior. El 10 de junio de 2020, Turquía amenazó a Francia y Grecia cuando sus barcos intentaron imponer un embargo de armas como parte de la Operación IRINI de la UE, que Turquía continúa violando.

Con estas acciones en el extranjero, y el abuso doméstico de sus ciudadanos y la subversión de la democracia, Turquía se está transformando en un nuevo régimen dictatorial islamista, desde dentro de la alianza de la OTAN, un desafío profundo para la vecina Unión Europea.

Yihadistas del Ejército Nacional Sirio respaldado por Turquía, a través de DPA / PA Images. Aunque Ankara aún no ha confirmado o negado los nuevos informes, la Turquía de Erdogan ha supervisado durante años los lazos entre Libia-a-Turquía—Siria, en los llamados “La Línea Roja y la Línea de Rata» que vio tanto armamento pesado como combatientes yihadistas transportados con el propósito de derrocar a Assad. Pero ahora, con los ojos de Erdogan fijos en derrotar al general Khalifa Haftar, con sede en Benghazi, parece que esto la línea de armas y ratas yihadistas ha sido convenientemente invertido. Posiblemente miles de miembros del llamado Ejército Sirio Libre Turco (anteriormente FSA), con la mayoría de sus combatientes atacando actualmente a los kurdos sirios en la actual ‘Operación Primavera de Paz’, ahora serán enviados a Libia.

Ejércitos representantes y Gobiernos representantes

El uso de representantes de Turquía en Libia no se limita a la dimensión militar; también hay entidades políticas representantes que a su vez actúan como una estructura de paraguas y financian a las milicias que tienen vínculos problemáticos con los grupos terroristas. Desde diciembre de 2019, Turquía ha enviado a más de 10,000 mercenarios, aparentemente incluyendo menores, de su ejército auxiliar en Siria. El 29 de junio, el Monitoreo de Medio Oriente (MEMO) también informó que 200 mercenarios yemeníes llegaron a Libia para luchar en nombre de Turquía. El contrabando de armas de Turquía a elementos aliados en Libia es anterior a la ofensiva lanzada por el LNA el 4 de abril de 2019 para eliminar el cartel de la milicia GNA que ha ocupado la capital desde 2014. Aquí debe tenerse en cuenta que si bien el GNA a menudo se describe como el «gobierno internacionalmente reconocido» de Libia, esta es una lectura errónea muy selectiva de la historia. Después de que los partidos islamistas respaldados por Qatar y Turquía con sede en Misrata perdieran las elecciones democráticas de 2014, invadieron Trípoli y tomaron el control por la fuerza, un golpe de estado no disimulado. Desde entonces se han involucrado en todo tipo de conducta criminal, desde tiranizar a los civiles hasta saquear los bancos de la capital. 

El GNA era una estructura creada en virtud de un acuerdo negociado por la ONU para tratar de fomentar la reconciliación; las milicias en Trípoli comenzaron a llamarse a sí mismas «el GNA», pero el acuerdo nunca fue ratificado por el parlamento elegido que las milicias habían sido desalojadas de Trípoli, y la ratificación era una condición estipulada por el Acuerdo Político Libio. Además, el acuerdo dejó en claro que el GNA expiraba el 17 de diciembre de 2017, hace ya tres años. Las milicias y sus patrocinadores extranjeros han continuado comerciando con la etiqueta del GNA y sus reclamos de legitimidad son mucho después de que dichos reclamos sean plausibles. No solo es anterior el transporte de armas de Turquía a Libia a la ofensiva de Trípoli, también lo es el movimiento de los combatientes externos. Trabajando «mano a mano«, Qatar y Turquía se han involucrado en esto durante bastante tiempo, incluso antes de los eventos cruciales de 2014 que generaron la división de Libia. Ya en 2013, la evidencia reunida por The New York Times «ofreció un perfil de un esfuerzo multinacional complejo y activo, financiado en gran parte por Qatar, para transportar armas de Libia a los combatientes de la oposición siria. Esas armas se envían en barcos o vuelos de la Fuerza Aérea del Emir de Qatar a una red de agencias de inteligencia y líderes de la oposición siria en Turquía

Después de la derrota de ISIS en Irak y Siria, Qatar ahora está involucrado en facilitar el flujo inverso de combatientes del Levante al norte de África. Hay que recordar que «La utilidad de ISIS ha disminuido significativamente en el teatro de operaciones sirio», «y las armas y presumiblemente los hombres, al menos los combatientes extranjeros, están siendo trasladados a donde más se necesitan, una de esas ubicaciones en este momento es el conflicto libio». Junto con las acusaciones de que Turquía y su GNA sin ley  recurren a los yihadistas de ex-ISIS y ex-Jabhat al-Nusra (Al-Qaeda en Siria) a través de su absorción en el SNA, también hay evidencia de que los restos de otros dos afiliados a Al-Qaeda, el Consejo Shura de los Revolucionarios de Benghazi, que incluye a Ansar al-Sharia, el grupo que atacó el consulado de los Estados Unidos en Benghazi en septiembre de 2012, y el Consejo Shura de Derna Mujahideen, están involucrados en el lado de GNA. Este comportamiento hace que la paz sea muy difícil de alcanzar. : «El papel turco tiene como objetivo prolongar la presencia del grupo perteneciente a Misrata y los grupos islámicos encarnados en el gobierno expirado del Presidente del Consejo Presidencial, Fayez Al-Sarraj, y así impedir la posibilidad de unificar el estado libio. Por lo tanto, no hay posibilidad de llegar a un acuerdo con quienes se alían con terroristas y son parte del proyecto de ocupación turco. El apoyo de Turquía para ellos no solo está a favor de sus intereses, sino que está al servicio de un proyecto de varios países que permitió a Turquía suministrar armas, mercenarios y terroristas a este grupo para perpetuar su control en Libia”

El uso de representantes políticos por parte de Turquía se extiende a Europa, donde Turquía es el principal patrocinador de la Hermandad Musulmana. Hay que recordar que «el gobierno de Erdogan ha sido muy asertivo en la construcción de puentes económicos, sociales y religiosos para los partidos europeos que considera políticamente alineados con sus propios intereses» y «ha sido muy asertivo en la construcción de puentes a través de varias ONG’s, movimientos religiosos y clubes sociales” Las contribuciones del AKP al radicalismo son a veces más indirectas. Por ejemplo, el lanzamiento de refugiados en octubre de 2019 como armas utilizadas para el chantaje regional y no como seres humanos que sufren escapando de los horrores de la guerra, y la conversión más reciente de Hagia Sofia  de un museo a una mezquita, probablemente potenciarán aún más la polarización de la radicalización recíproca  entre los extremistas de extrema derecha e islamistas.

Conclusión

En todo el frente del norte de África, las acciones de Turquía corren el riesgo de crear un nuevo centro para los yihadistas, y está frustrando las posibilidades de paz y democracia en el país. En lugar de permitir que se resuelva el problema de la milicia y se abra el espacio para la reconciliación, Ankara preserva el GNA, que actúa no como el representante legítimo del pueblo libio, sino como el vasallo no electo, no ratificado y expirado para las ambiciones regionales del AKP.

AFP/Bakr Alkasem –   Combatientes sirios respaldados por Turquía caminan cerca de la aldea turca de Akcakale a lo largo de la frontera con Siria, el 11 de octubre de 2019. Algunos de los combatientes respaldados por Turquía, que fueron enviados a Libia como parte de la transferencia de “mercenarios” al país norteafricano, han comenzado a huir hacia Europa, utilizando la vía italiana. Así lo ha revelado recientemente el Observatorio Sirio de Derechos Humanos, que, de acuerdo con sus fuentes, asegura que al menos 17 de ellos ya han llegado a Italia. Una vez que llegaron a Libia, entregaron sus armas y se fueron a Italia. Algunos de ellos partieron hacia Argelia, también con el objetivo de llegar a Europa” En esta línea, el medio Al-Watan recoge que “los combatientes aceptaron intencionalmente el despliegue a Libia para luego escapar a Italia” Fuente: https://atalayar.com/content/los-mercenarios-enviados-por-turqu%C3%ADa-libia-est%C3%A1n-huyendo-hacia-europa

Esto viene a expensas de los libios y sin supervisión ni responsabilidad,   y con tentáculos en el inframundo de contrabandistas y traficantes de personas sancionados por la ONU como Al-Bija. Dado el historial de Erdogan de armar los flujos de migrantes para presionar a Europa, y el potencial de los terroristas para infiltrarse en estos flujos, esto es profundamente preocupante. El movimiento islamista funciona como movimientos ideológicos similares antes que él, como lo hizo el movimiento comunista, adaptándose a las condiciones locales. En Siria e Irak, fue posible, en circunstancias de colapso social y guerra, construir un Estado Islámico a través de la violencia desde cero, como lo hizo ISIS.  En Turquía, esto es imposible, pero es posible lo contrario, transformar un estado secular de arriba hacia abajo e instrumentalizar a los islamistas en política exterior, y se ha completado en gran medida como un proceso.

Independientemente de los métodos para llegar allí, los estados islamistas representan una amenaza para los derechos humanos de las personas que se ven obligadas a vivir bajo ellos y para la seguridad internacional más allá de sus fronteras. Hablando en un evento del Ministerio de Hacienda y Finanzas el 4 de julio, Erdogan prometió convertir a Turquía en » un poder imparable» para 2023, el centenario que marca el final del último gran imperio islámico, el de los turcos otomanos. En el historial reciente, con Turquía interviniendo a voluntad en la región, presionando a la OTAN y la UE mediante la combinación de métodos convencionales y asimétricos, coqueteando con estados terroristas como Qatar y actuando con impunidad a través de representantes militares y políticos. Turquía está cerca de ser una potencia imparable, impactando negativamente a múltiples países en múltiples frentes. Es urgente que se limite esta libertad de acción y se combata la legitimidad no ganada de sus operaciones en Libia y otros, con rapidez y decisión.

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