¿Nieve natural o nieve artificial? La sospecha de la utilización del clima como arma de guerra

MAGDALENA DEL AMO

DESPUÉS DE LA GUERRA DE VIETNAM, ESTADOS UNIDOS Y LA UNIÓN SOVIÉTICA, DE MANERA BILATERAL Y SIN CONTAR CON EL RESTO DEL MUNDO, FIRMAN NO UTILIZAR EL CLIMA COMO ARMA DE GUERRA

Los ciudadanos no creen en los políticos, saben que mienten más que hablan y, por tanto, es lógico sospechar de todo cuanto dicen hasta llegar a extremos que pudieran parecer ridículos, aunque quizá no tanto.

Cuando nos cayo encima ‘Filomena’, algunos ciudadanos, muy sabedores de las mentiras y manipulaciones del sistema, acostumbrados a ver sobre sus cielos los famosos chemtrails, los acúfenos y “pinchazos” en sus cabezas o los pájaros muertos por los pulsos de los campos electromagnéticos y las emisiones de microondas del HAARP, han sospechado de la “nevada histórica” y se han puesto a hacer experimentos a ver si la nieve ardía.

No tengo datos para pensar que lo de estos días de viento y lluvia, coronados por la nieve filoménica sea producto de la geoingeniería climática, aunque, puestos a pensar, dado que España es un campo de experimentación en varios ámbitos, bien podría ser uno más.

Que la nieve artificial existe no es ningún secreto. Está a la venta, siendo uno de sus usos oficiales la fabricación de pañales, la jardinería o la industria del cine.

Se obtiene muy fácilmente   combinando agua y poliacrilato de sodio o de potasio, polímeros absorbentes capaces de retener 500 veces su masa en agua. Por otro lado, sabemos que los geoingenieros que experimentan con el cambio climático utilizan el nitrito de potasio, el nitrato de potasio, el nitrato de amonio y la urea para enfriamientos inducidos y creación de nieve químicamente nucleada, como la que cayó en 2017 en una buena parte de Estados Unidos en una de las mayores olas de frío registradas.

¿Nieve natural o nieve artificial? La sospecha de la utilización del clima como arma de guerra

Hace décadas que el clima se está utilizando como arma. El año 1966, el profesor Gordon MacDonald, que dirigió el Instituto de Geofísica planetaria de la Universidad de California (EE.UU.) y fue miembro del comité científico de Lindon Johnson, durante cuyo mandato se pusieron en práctica los proyectos contra India, Filipinas y Vietnam, escribió estas curiosas a la vez que escalofriantes palabras, que nos ayudarán a entender el asunto chemtrails y la geoingeniería en general:

“… hay que destacar el potencial del hombre para controlar y manipular el medio ambiente y su planeta. […] Cuando logre este poder sobre el propio entorno, el ser humano tendrá una nueva capacidad para hacer un daño incalculable e indiscriminado. […] Estas armas son particularmente apropiadas para guerras secretas u ocultas”. Terrible, teniendo en cuenta que esto no lo dice cualquiera, sino alguien perteneciente al comité científico del clima, de un presidente, que está llevando a cabo acciones sobre países. El texto fue publicado en 1969 aunque fue escrito en 1966.

De 1969 a hoy hemos avanzado mucho a nivel tecnológico. En ese tiempo, este científico, en su informe Cómo destruir la Tierra, explicaba la manera de originar sequías, diluvios, terremotos y maremotos. Es inimaginable lo que se ha avanzado en los cincuenta años siguientes hasta hoy.

La relación entre esta arma de guerra, el calentamiento global y el cambio climático provocado parece más que evidente. Además, paradójicamente, está siendo utilizada a la vista de todos, a pesar de ser un arma secreta. Todos podemos ver los aviones pasear a sus anchas por nuestros cielos, porque cada vez actúan a cotas más bajas de la atmósfera. ¿Por qué a cotas más bajas? La respuesta que algunos expertos dan a esta cuestión es que, posiblemente, se trate de una prueba médica, es decir, de un proyecto de experimentación con el planeta y los seres vivos que lo habitan, que serían los conejillos de indias. En esta línea existe el temor de que, aparte de las cenizas volantes de carbón, se podría estar dispersando algún tipo de sustancia tóxica. Esta opinión se basa en el análisis de algunos de los componentes encontrados, resultantes de los chemtrails, y también en la dinámica de ensayos con humanos que Estados Unidos ha seguido a lo largo de los años, sobre la población en general y algunos colectivos en particular, sin que los implicados supieran que se estaba experimentando con ellos.

INGENIERÍA DEL CLIMA, GUERRA CLIMÁTICA

Los Estados Unidos utilizaron la ingeniería del clima durante la guerra de Vietnam. Bajo el nombre de “Operación Popeye” se llevaron a cabo una serie de actuaciones, entre ellas, bombardear las nubes con ioduro de plata para provocar lluvias torrenciales y alargar el periodo del monzón con el fin de inundar la Ruta Ho Chi Minh, que era el eje de comunicación para el tránsito de soldados y víveres. Los equipos de la US Air Force, que tenían sus bases en Tailandia, mantuvieron contra Laos una guerra climática que duró cinco años. En este tiempo se destruyeron arrozales para causar hambrunas, y los bosques que servían de refugio a los soldados vietnamitas. Las consecuencias para la población y para el medioambiente fueron desastrosas. Cada equipo se componía de dos aviones C-130 escoltados por dos F-4.

Una vez finalizada la contienda con la caída de Saigón, salieron a la luz los episodios de guerra climática de Estados Unidos en la región asiática. Se descubrió entonces que Monsanto y la Dow Chemical fabricaban para el Pentágono los denominados “herbicidas del arco iris”, de los que el más conocido es el tóxico agente naranja, fabricado a base de dioxina, experimentado en la Reserva Natural del Yunque en Puerto Rico.

Después de la guerra de Vietnam, Estados Unidos y la Unión Soviética, de manera bilateral y sin contar con el resto del mundo, deciden excluir las guerras ambientales y climáticas de los temas ecológicos. Redactan entonces la “Convención sobre la prohibición del uso de técnicas de modificación del medio ambiente con fines militares u hostiles”. La ONU admite el acuerdo través de dos convenios, no sin ciertas reservas, ya que en el documento se establece que las dos superpotencias se reservan diversas vías para eludir la prohibición que se imponía al resto de las naciones. Según este documento, Estados Unidos y Rusia podrían emplear estas armas en circunstancias especiales. ¿Y China? El gigante asiático también pugna en la gran guerra por el clima. Quizá todo el affaire Trump esté relacionado con este extremo. Él siempre se manifestó públicamente contra la gran falacia del cambio climático, aclarando que no se debía a causas naturales. Demasiados frentes abiertos.

UNA HISTORIA PARA NO DORMIR

Estados Unidos ha incorporado esta tecnología de guerra como parte de su política exterior, tal como consta en el informe de la Fuerza Aérea norteamericana titulado “Poseyendo el clima para 2025”. El equipo de Guardacielos, que se ha encargado de su traducción al castellano, hace la siguiente entradilla: “2025 es un estudio diseñado para cumplir con una directiva del jefe de personal de las Fuerzas Aéreas, orientada a analizar los conceptos, capacidades y tecnologías necesarias con el fin de que los Estados Unidos sigan siendo la fuerza que domine el aire y el espacio en el futuro. El estudio, presentado el 17 de junio de 1996, fue desarrollado por el Departamento de Defensa de la escuela de medioambiente y libertad académica, con el objetivo de avanzar conceptos relacionados con la defensa nacional”. He aquí algunos párrafos del documento, que muestran el mayor plan maquiavélico contra la humanidad:

En los Estados Unidos, la modificación climática formará parte de la política de seguridad nacional, con aplicaciones nacionales e internacionales. Nuestro gobierno perseguirá esa política a varios niveles en función de sus intereses. Estos niveles incluirían acciones unilaterales, participación en un marco de seguridad como la OTAN, en el marco de afiliación a organismos internacionales como la ONU, o actuando en coalición. Considerando que en 2025 nuestra estrategia nacional de seguridad incluirá la modificación climática, su utilización en la estrategia militar nacional será algo natural. Además de los grandes beneficios que esta capacidad operativa aportaría, otra motivación adicional para la modificación climática es controlar y derrotar a posibles adversarios.

La modificación climática puede dividirse en dos grandes categorías: supresión e intensificación de patrones climáticos. En casos extremos, se trataría de crear patrones climáticos totalmente nuevos, la atenuación o control de tormentas severas, o incluso la alteración global del clima, de enorme alcance y/o de larga duración.

Conclusión: Aunque no sea de dominio público, las armas climáticas existen y son capaces de crear lluvias, nieve, tormentas, rayos y cualquier situación meteorológica en cualquier parte del mundo. Pero también se pueden utilizar para todo lo contrario, es decir, deshacer frentes de lluvia o de nieve y generar pertinaces sequías. Está claro que quien esté en posesión de estas armas para manipular el clima a voluntad, es el rey del mundo, al poder controlar los recursos de la Tierra; y no hablamos de minas, ni de petróleo, sino de recursos alimentarios. Es terrorífico pensar que ciertos países puedan controlar la lluvia, y castigar a los que no se avienen a sus exigencias, con sequías prolongadas, esto es, con hambrunas provocadas. Pero de esto no se habla, porque existe un encubrimiento de ámbito internacional.

A la luz de todo esto, sospechar de la inesperada e histórica nieve de estos días es casi una obligación.

(Datos tomados de mi libro Conspiraciones contra la humanidad. La agenda de los amos del mundo).

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