“Me follo a la Virgen en su portal por el ojal”, la canción blasfema de “Santaflow”, el “artista” contratado por Vox para su evento de este fin de semana

“Me follo a la Virgen en su portal por el ojal […]” ¿Quién pronuncia semejante blasfemia? El tal “Santaflow” , el “cantante” estrella en la segunda edición de VIVA22, que celebrará Vox este fin de semana en Madrid.

Esta es la “batalla cultural” que plantea Vox. Para ese mismo evento se ha dejado fuera a SND Editores (pagando por supuesto) para vender sus libros sobre la historia de España, pero les debe gustar más este tipo de cultura. Además se creen que somos tontos. Gilipollas más bien, porque argumentan que SND Editores ha quedado fuera “por sorteo”, sin notario evidentemente.

Vox, todo un engaño

El problema de Vox es que cada vez es capaz de engañar a menos gente.

Vox apareció hace años como la esperada novedad que podía hacer surgir una chispa de esperanza en el corazón de tantos buenos españoles, que se sentían huérfanos de un PP cada vez más escorado a la izquierda y a la rancia progresía.

Al final era todo un engaño, como siempre sostuvo AD. Desde el minuto cero, es decir, desde el momento en que intuyeron sus dirigentes la posibilidad de hacerse un hueco en el sistema parlamentario, despreciaron a los militantes, ningunearon a aquellos que querían hacer algo y expulsaron a los rebeldes que denunciaron el autoritarismo de la dirección. Se han desmelenado lascivamente, mostrándose como un partido férreamente controlado por una dirección que exige acatamiento cuasi divino, sin democracia interna y sin derecho a la discrepancia.

Con su barbita de Leónidas en las Termópilas de su casoplón del millón de euros, Abascal que hace cinco años estaba tieso y escurrido, se ha convertido en un acaudalado empresario político que maneja pasta a manos llenas…

El funcionamiento interno de Vox, con elecciones amañadas y dirigidas, se parece más a Presidium del Soviet Supremo de la URSS que a la misma Falange Española. Pues en la Falange primigenia no había elecciones ciertamente, sino jerarquía y obediencia, ya que todos, desde el jefe hasta el último militante, se jugaban la vida todos los días ante los enemigos de España. Ahora, los de Vox están esperando, mientras pisan moqueta en el Parlamento, que yo les vote para seguir cobrando. Como en el Soviet, que se votaba siempre al candidato oficial por aclamación del 99%.

Vox se ha convertido pues en un partido más del sistema corrupto al cual ya pertenece, si no desde el principio, sí desde el momento en el que decidieron vivir de los tópicos patrioteros de cantina decrépita y abandonar lastimosamente aquellos principios innegociables por los que tantos les votaron.

En Vox ya no existe ni el sacrificio ni la renuncia, y por eso no puede vencer. No está ahí el sitio de los buenos españoles. Los dirigentes de Vox ya no inspiran ni fe ni respeto. Vox, con sus escaños nacionales y autonómicos, disputa ya a los habituales los restos desabridos de un banquete sucio. Ya no van a salir nunca fuera, al aire libre, ya que bajo las estrellas hace demasiado frío para el que está acostumbrado a la calefacción parlamentaria. Que sigan con sus lúbricos festines. Que siga Ortega Smith destrozándolo todo. Que siga Santiago Abascal rodeándose de patéticos cobistas y alejando a los que valen más que él, que vale bien poco.

Y una pregunta inevitable: ¿se querellará Abogados Cristianos contra el “cantante” blasfemo contratado por Vox. Nos tememos que no. Al final, lo de siempre: el Cristianismo como coartada. Tal vez un asiento en el Congreso bien vale mirar hacia otro lado.

No se puede poner una vela a Dios y otra a Vox. ¿O sí, Polonia Castellanos?

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