La OTAN se ha convertido en un enemigo de la paz y la seguridad en todo el mundo

 David Stockman

El presupuesto de seguridad nacional de1.3 billones de dólares de Estados Unidos se nutre de amenazas fabricadas y enemigos falsamente demonizados. Y nada podría ser más demostrativo de esa proposición que la absoluta villanía que emanó de la cumbre de la OTAN de julio de 2023 en Vilnius (Lituania).

Desde la Conferencia de Seguridad de Munich en 2007 Putin ha dicho y repetido una y otra vez que la entrada de Ucrania a la OTAN es superar una línea roja que él no iba a consentir. Y cualquiera con la cabeza bien amueblada y colocada en su sitio no tendría problema en aceptar esa afirmación respondiendo a una simple pregunta:

¿Cómo reaccionaría el gobierno de Washington si Rusia pusiera misiles y armas nucleares en México, Cuba, Nicaragua, Granada, Venezuela o incluso en Argentina, en la Patagonia?

Por supuesto, el presidente John F. Kennedy resolvió un asunto similar hace 61 años. Sin embargo, toda la confabulación de Vilnius equivale a un espectáculo de guiños y asentimientos que le dice al mundo que lo que dijo JFK de que no podía estar en nuestra propia puerta por entonces, sí debe estar a la puerta de Rusia ahora. Los EEUU deciden plantar misiles de la OTAN a 40 minutos del Kremlin y al que los occidentales llaman «agresor» está obligado a comer, callar y tragárselo con papas geopolíticas.

 La idea misma es una afrenta a la racionalidad, un insulto a la inteligencia y es una invitación imprudente a la crispación y a la confrontación permanente entre dos naciones cada una de las cuales posee más de 12.000 armas nucleares. Sin embargo, los sinvergüenzas reunidos en Vilnius no dejaron lugar a dudas en su declaración:

El futuro de Ucrania está en la OTAN. Reafirmamos el compromiso que asumimos en la Cumbre de 2008 en Bucarest de que Ucrania se convertirá en miembro de la OTAN, y hoy reconocemos que el camino de Ucrania hacia la plena integración euroatlántica ha ido más allá de la necesidad del «Plan de Acción de Membresía». Ucrania se ha vuelto cada vez más interoperable y políticamente integrada con la Alianza, y ha logrado un progreso sustancial en su camino de reforma.

¿De qué manera contribuye a la Seguridad Nacional de los EEUU, a tan enorme distancia del Atlántico y del Pacífico juntar las piezas, a manera de un puzle de ucranianos, bielorrusos, judíos, griegos, búlgaros, moldavos, tártaros, armenios, polacos, alemanes, tártaros de Crimea, y demás etnias que fueron abofeteadas por los tiranos soviéticos, hacia 1920, para crear las fronteras antinaturales actuales de Ucrania?

La respuesta, por supuesto, es que no aporta nada, nada de nada… La OTAN, en realidad no tiene como objetivo la seguridad colectiva o de otro tipo. Es una reliquia del pasado, un vestigio, una huella del pasado, de la Guerra Fría que se levantó para contener un imperio soviético totalitario que estaba armado hasta los dientes, pero que hace mucho que desapareció en el basurero de la historia. George Bush el Viejo debería haberse lanzado en paracaídas sobre la base aérea alemana de Ramstein en 1991, declarado la victoria y desmantelado la OTAN allí mismo.

Sin embargo, Bush no lo hizo y, lo que ha ocurrido es que la OTAN se ha inflado y ya integra a 31 naciones, y en la actualidad se ha convertido en un enemigo de la paz y la seguridad. Esto se debe a que existe principalmente como un foro de marketing para los fabricantes de armas occidentales y un grupo de expertos para generar amenazas falsas e historias aterradoras diseñadas para mantener los presupuestos militares ampliamente abastecidos con medios fiscales y establecimientos militares muy sobredimensionados bien provistos de misiones, mandatos, juegos de guerra. y trabajo ocupado.
No hay necesidad del gigantesco establecimiento militar de Washington o sus extensiones en la OTAN porque no hay verdaderas amenazas a la libertad y la seguridad de la patria estadounidense en ninguna parte del planeta hoy que lo justifique ni remotamente.

La mega amenaza al estilo de la guerra fría terminó con la Unión Soviética. Hoy en día, el PIB de 1,8 billones de dólares de Rusia es una verdadera broma cuando se compara con los 45 billones de dólares de recursos del PIB incrustados en los EE. UU. y el resto de la OTAN; y su presupuesto de defensa de 85.000 millones de dólares asciende a ni siquiera el 7% de los 1,25 billones de dólares de los presupuestos de defensa combinados de la OTAN.

Dicho de otra manera, las amenazas militares serias en el mundo actual, de armamento avanzado, requerirían una abrumadora capacidad para ejecutar un jaque mate o amenaza de ataque nuclear o el vasto poderío industrial, equivalente a 50 billones del PIB, respaldado todo ello por una gran capacidad de transporte aéreo y marítimo y gigantescos medios de organización y transporte que apenas han sido imaginados ni siquiera por los escritores más fervientes de ciencia ficción de guerra futurista.

Da la casualidad que Rusia no tiene capacidad de jaque mate nuclear en absoluto, y también, tras la invasión de Ucrania, ha demostrado que no tiene la capacidad industrial y militar convencional para ocupar y proteger sus propias fronteras.

Por lo tanto, lo que se está filtrando desde la cumbre de la OTAN de Vilnius, no es un cálculo racional sobre las amenazas de seguridad tangibles que plantea Rusia. En cambio, lo que tenemos es un gazpacho indigesto de mentiras estándar, racionalizaciones, excusas e hipocresías que mantienen ocupado a Washington y a los países que actúan siguiendo sus directrices, las 24 horas del día, los 7 días de la semana en todo el planeta. Estos embustes de pensamiento grupal y panaceas ideológicas incluyen ingredientes como el Estado de derecho, el orden internacional de la posguerra, la santidad de las fronteras, la responsabilidad de protección… y la seguridad colectiva.

Pero todas son sólo falsas historias de tapadera de lo que realmente es el Imperio de Washington, y en el caso actual la supuesta santidad de las fronteras y los requisitos para la «seguridad colectiva» son especialmente atroces.

David Stockman fue elegido congresista de Michigan en 1976 y se unió a la Casa Blanca de Reagan en 1981. Sirviendo como director de presupuesto, fue uno de los arquitectos clave del plan de la Revolución Reagan para reducir impuestos, recortar gastos y reducir el papel del gobierno. 
Se unió a Salomon Brothers en 1985 y luego se convirtió en uno de los primeros socios de The Blackstone Group. 
Durante casi dos décadas en Blackstone y en una empresa que fundó, Heartland Industrial Partners, Stockman fue un inversionista de capital privado. 
Nacido en Fort Hood, Texas, Stockman se graduó de la Universidad Estatal de Michigan y asistió a la Harvard Divinity School y luego fue a Washington como asistente del Congreso en 1970.

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