La democracia es una forma de «religión laica»… ovejas idolatrando y adorando a lobos.

CARLOS AURELIO CALDITO AUNIÓN.

La política, de lugares como España, en los que existe lo que se denomina «democracia liberal» o «democracia representativa», no es más que la forma más ruín, zafia, de ejercer el poder de un grupo de personas sobre los demás humanos.

Generalmente, quienes forman parte del poder son individuos mentirosos, tramposos, acaparadores de atención, mafiosos, asesinos y maníacos psicópatas, que dirán cualquier cosa, prometerán lo más increíble para conseguir ser elegidos, y luego actuarán como son en realidad, individuos inmorales una vez alcanzado el poder.

La golfería, la maldad, la ruindad de la que hablo caracteriza a ‘casi’ todos ellos, independientemente de su discurso, de su retórica, de la parafernalia que utilicen, independientemente de a qué potenciales electores se dirijan, a los cuales tratarán de regalarales los oídos…

Desgraciadamente, siempre hay alguien, siempre hay algunas personas receptivas al ámplio abanico de mensajes que salen por sus bocas, dispuestos a apoyarlos. Da igual lo que la historia haya mostrado a lo largo de años, décadas, siglos, milenios; no importa que el resultado sea peor en cada vez que se convocan elecciones; no importa que les mientan una y otra vez de forma sistemática; no importa que sus libertades sean limitadas, destruidas sin cesar, y sus familias dañadas, la gente no escarmienta y seguirá yendo a apoyarlos con sus votos.

La idea misma de «democracia», de la actual política de los países supuestamente avanzados, civilizados, es repugnante, además de completamente estúpida.

Votar deliberadamente por el gobierno de personas que tienen como único objetivo parasitar, vivir de nuestros impuestos, saquearnos, robar el fruto de nuestros esfuerzos, de nuestro trabajo, apropiarse de nuestro patrimonio (y del de nuestros herederos), etc. etc. es realmente trágico, patético. Para ser más exactos habría que describirlo como una locura, ya que elegir voluntariamente a un grupo de personas que te esclavice, que te niegue la condición de ciudadano y te convierta en siervo, un grupo de personas con un inmenso poder sobre el resto de la población, elegir a un gobierno más o menos totalitario y liberticida, es una absoluta estupidez y demuestra lo enormes que son la debilidad y la cobardía del hombre común, que no se siente capaz de hacer nada por sí mismo, y espera que las personas a las que elige para que lo gobiernen, decidan y hagan todo por él.

El común de los mortales, en su actitud de servidumbre voluntaria, espera que le digan cómo vivir, cómo tiene que amar, cómo tiene que alimentarse y cuidar su salud, cómo educar a sus hijos… y es constantemente bombardeado con órdenes obligatorias, respaldadas por ‘leyes’ inmorales, todas sin excepción llevadas a cabo por la fuerza brutal. No se olvide que los gobiernos, todos, tienen el monopolio de la violencia, más o menos por «delegación».

Lo cómico, lo paradógico de este espectáculo cirquense es que apoyado, legitimado y pagado por los mismos votantes serviles, esclavizados que apoyan una y otra vez acudiendo cada vez que se les llama a votar, su renuncia a la ciudadanía y su conversión en siervos, esclavos. Dice un refrán español que «sarna con gusto no pica».

Esto que vengo narrando no afecta exclusivamente a un grupo reducido de ‘plebeyos’, es un fenómeno del que participan los seguidores, los hooligans de cualquiera de los partidos y tampoco ser libran las autodenominadas élites intelectuales,… al fin y al cabo, todos ellos son iguales en su estupidez e insensatez respecto del actual sistema político. Da igual que la gente se ubique en la izquierda o en la derecha, da lo mismo que diga ser socialista, o comunista, o derechista, del PP o de PSOE… e incluso muchos de los que dicen ser anarquistas. Raro es quien no se crea ilusiones, quien no se cuelga del brazo de algún aspirante a gobernante. Cada elección da como resultado que ocupen cargos de responsabilidad gente más y más mediocre, analfabeta, inepta, malvada, a la que la mayoría adora, idolatra y otorga el estatus de «estadista», padre de la patria, mesías, salvador de su pueblo… Esta vez, el domingo, 28 de mayo no será diferente, y por supuesto, el día siguiente tampoco.

En esta próxima farsa, en esta tragicomedia, en esta nueva representación de «El retablo de las maravillas» de Miguel de Cervantes Saavedra, las llamadas eleciones municipales y autonómicas, hay tantas contradicciones, tantas incoherencias, que en esta ocasión puede acabar siendo más divertido que lo habitual… pero, no se ilusionen, no se engañen, el lunes, 29 de mayo todo seguirá igual, o peor y los españoles seguiremos siendo saqueados, esclavizados, privados de derechos y libertades y acribillados a impuestos, más y más burocracia, más deuda pública… seguirá subiendo «la cesta de la compra», la energía eléctrica, el coste del combustible cuando repostemos con nuestro vehículo…

Pues sí, la gente seguirá apoyando un sistema intrínsecamente corrupto, seguirá aupando al poder a mafisos, golfos, mentirosos, saqueadores… y no se hará responsable de su voto. La mayoría, gente cada vez más ignorante, embrutecida, infantilizada seguirá respaldando con su voto a gente que les miente una y otra vez, y ¡Asombrosamente! muchos esperarán que el resultado esta vez sea diferente… Decía un tal Einstein que es de locos repetir, repetir, repetir una y mil veces la misma conducta y esperar resultados diferentes.

Serán muchos los que acudan a los colegios electorales con la idea de que, lo principal es desalojar a los socialistas, comunistas, etarras y separatistas del gobierno central, de los gobiernos regionales, de los gobiernos municipales… y que hay que ir a votar a los menos malos, aunque haya que hacerlo con la nariz tapada… y al final, incautos ellos, acabarán también respaldando a los corruptos, a los saqueadores. No se olvide que, quienes realmente gobiernan, el poder en la sombra, apoyan a los corruptos y se sirven de ellos (mediocres, analfabetos) para esclavizarnos, empobrecernos y «hacernos más felices», dicen. Y, si a alguno de los cargos electos se le ocurre comportarse decentemente, durará muy poco tiempo.

Todos los ‘candidatos’ participan en mítines electorales, sueltan discursos, tratan de influir en sus potenciales votantes a través de los medios de información, creadores de opinión y manipulación de masas, intentan hacerse notar en las diversas redes sociales y hacen como que debaten con sus supuestos contricantes, todo ello de manera lúdica y festiva… y todo es un espectáculo. Se trata de una representación teatral, un espectáculo falso que pasa desapercibido para casi la mayoría de la población, incluidos aquellos que dicen estar informados y poseer opinión y criterios propios. Incluso a estos últimos les gustaría que surgiera algún líder, algún salvador que los redima, que los haga felices. Casi nadie está exento, casi nadie logra no contagiarse de esta enorme hipocresía, excepto aquellos que se niegan a participar en este proceso para tontos, llamado elecciones, y consideran que es una absoluta estupidez elegir voluntariamente a gobernantes para se enseñoreen, y disfruten de nuestra servidumbre voluntaria.

Los políticos, quienes parasitan y viven de nuestros impuestos, no están obligados a hacer nada, independientemente de lo que digan o prometan durante la campaña electoral. No tienen obligación legal de clase alguna de cumplir las promesas, como se ha puesto de manifiesto a lo largo de toda la historia de España, en los periodos que ha habido elecciones, más o menos limpias, más o menos fraudulentas. Ninguno de los miembros de los cárteles mafiosos que se hacen llamar partidos políticos, da lo mismo que sea sea diputado, o sea senador, o sea miembro de una asamblea regional, o sea miembro de una diputación provincial, o de un cabildo insular o concejal de un ayuntamiento, ninguno puede ser detenido y sometido a juicio por parte de un tribunal, por no hacer lo que prometió hacer durante la campaña electoral. Así lo ordenan la Constitución Española y las leyes que la desarrollan, como la legislación sobre partidos políticos y las normas electorales. Sin duda alguna, esto es un privilegio de la casta política, que recibe constantemente trato de favor, y en caso de ser pillados flagrantemente delinquiendo, siempre cuentan con jueces complacientes que los tratarán con una cordialidad desmesurada, condescendientemente y como mucho les impondrán una sanción leve que les evitará ingresar en prisión… y, salvo excepciones saldrán al poco tiempo de la cárcel, indultados por el gobierno.

Así que, siga acopañando, haciendo bulto en los mítines del partido «de sus amores», grite, coree los eslóganes de sus idolatrados líderes, aplauda, sostenga carteles estúpidos con el busto del capo, u oligarca, o cacique que usted dice que lo representa y que «es de los suyos», procesione, haga senderismo urbano, vocee a los viandantes, idolatre y rinda culto al político de su elección, o publique cartas al director de algún diario, e incluso artículos de alabanza sobre la excepcionalidad de su amado líder… vote tantas veces como le sea posible, cuantas mejor, deleitese votando… seguro que después, al dia siguiente del recuento de votos tendrás un nuevo rey, o tal vez un nuevo señor feudal… da igual cual sea el triunfador…

Está tardando ya demasiado en aparecer el capitan e interrumpir la representación de «El retablo de las maravillas» para abriles los ojos a los espectadores, los oídos y los demás sentidos, y les diga que todo es mentira, que todo es impostado… e incluso, que el rey está desnudo y pasmado (tal como en el texto del Infante Don Juan Manuel «Lo que sucedió a un rey con los burladores que hicieron el paño», siglos después versionado como «El traje nuevo del emperador» por Hans Cristian Andersen).

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