España, nuestra Patria está en grave peligro, Don Felipe VI tiene la obligación de defenderla… lo mismo que hizo el pueblo español en 1808.

CARLOS AURELIO CALDITO AUNIÓN

Para que triunfe el mal es imprescindible que las buenas personas miren para otro lado, permanezcan pasivas y dejen hacer a los malvados… (Edmund Burke)

Salvo que uno viva al margen de la realidad, a nadie se le escapa que España vive un momento difícil en el que está en juego su supervivencia; sin duda es una situación crítica, excepcional que obliga a quienes pueden emprender acciones a decidir de manera también excepcional. La situación de descomposición, de putrefacción a la que ha llegado España es de tal magnitud que sólo se puede afirmar que la Patria está en peligro, que la Nación Española corre un enorme riesgo de desaparecer.

Es por ello que somos muchos los que consideramos que Don Felipe está obligado a ejercer los poderes excepcionales que le concede la Constitución Española de 1978.

Al parecer, son muchos los españoles que aún no se han dado cuenta de la gravedad de la situación que sufre España, tambíen es posible que no deseen enterarse de que la situación es no sólo para estar alarmados sino para ser considerada de absoluta excepción pero, lo que se sale de ojo es que para hacer frente a una situación tan excepcional sólo se puede hacer emprendiendo acciones también de excepción, y esas acciones únicamente puede llevarlas a cabo la institución que posee poderes extraordinarios: la monarquía. Sólo el Rey de España puede, si quiere, asumir los poderes extraordinarios que le otorga la Constitución para poder salvar a España de la posibilidad de un suicidio colectivo como el que planean los enemigos de España: socialistas, comunistas, etarras y separatistas. Sólo Don Felipe VI puede hacer cambiar el rumbo de España, de manera que el Estado Español deje de ser una estructura criminal, una organización cuyo objetivo es el saqueo, el expolio de las clases medias.

Tampoco está de más recordar lo que afirmaba Cicerón, hace dos milenios, que la enemistad y rivalidad interna de las diferentes facciones políticas son el mayor enemigo de la “re-publica”, más que los enemigos extranjeros. Pero, en el caso de la actual España existe un factor que agrava la situación: apenas existe oposición a esos enemigos internos, a quienes, sin reparos, sin rubor, se jactan abiertamente y sin rodeos de tener como objetivo la destrucción de la Nación Española. Hasta tal punto han sido cómplices, quienes dicen de sí mismos que son «constitucionalistas» que, los han financiado durante años, los han jaleado, pactaron con ellos, incluso gobernaron en coalición en algunas regiones, se han apoyado en ellos para formar gobierno y para aprobar presupuestos cuando son “mayorías minoritarias», esto último es lo que pretende el PSOE de Pedro Sánchez para auparse de nuevo a la presidencia del Gobierno de España.

Aquel sistema que echó a andar después de la muerte del General Franco, el régimen del 78 ha ido pervirtiéndose, degradándose, y los capos de los las agrupaciones mafiosas que se autodenominan partidos políticos han acabado hurtándoles a los españoles la democracia e imponerles una oligarquía de partidos sin separación de poderes ni representación política, y cuya única finalidad es repartirse el botín, saquear a España y a los españoles. Hasta tal punto hemos llegado que el presupuesto nacional ha quedado a merced de ignorantes y corruptos, creando una situación en la que la eficacia y la eficiencia se han sustituido por el clientelismo y la inmoralidad; una situación que ya dura décadas, en la que los oligarcas y caciques no rinden cuentas ni se hacen responsables del endeudamiento, de la corrupción, del despilfarro…

España, la Patria común de todos los españoles está en grave peligro, como nunca lo ha estado desde hace siglos, como lo estaba a principios del siglo XIX, cuando el alcalde de MÓSTOLES decidió redactar el “bando de la independencia” el dos de mayo de 1808. Entonces el estado español, el jefe del estado y el presidente del gobierno, pecaban de pasividad e inacción, habían hecho absoluta dejación de sus funciones y obligaciones, en definitiva, eran casi inexistentes. Sin duda alguna estamos en unas circunstancias similares a las que España sufrió hace dos siglos.

La única diferencia es que la situación no es de agresión desde el extranjero, sino desde dentro, por parte de oligarcas y caciques que quieren romper España, destruir la Unidad de la Patria.

Cada día que pasa es mayor el número de españoles que han perdido la esperanza, cada día son más los españoles que piensan que poco o nada se puede esperar para superar la terrible situación que sufre nuestra patria; pues el actual régimen político nacido hace casi cincuenta años no ha avanzado hacia una nación de españoles libres e iguales, sino hacia una organización social en la que la cúspide vive parasitariamente de los ciudadanos. Evidentemente, confiar en las castas privilegiadas es de mentes cándidas e ingenuas, es pretender que quienes causan los grandes problemas sean la solución, algo así como confiar en un bombero pirómano.

La única esperanza que les queda a los españoles decentes, a los buenos españoles es el Rey de España, la única posibilidad para salvar a España de la destrucción es que Don Felipe asuma los poderes excepcionales que le otorga la Constitución. Y uno de ellos es la potestad de elegir, en exclusiva, a la persona que ha de presidir el nuevo Gobierno de España, él es el que debe proponer al Congreso de los Diputados a la persona que considere más capacitada, más idónea, tras las reuniones de asesoramiento que consideres oportunas, tomándose el tiempo que considere necesario, y sin olvidar que esa persona no tiene por qué ser diputado ni miembro de algún partido…

Tampoco debe olvidar nuestro Rey que para que triunfe el mal es imprescindible que las buenas personas miren para otro lado, permanezcan pasivas y dejen hacer a los malvados…

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