El gran drama de España: nuestro teórico mayor aliado (EE.UU.) es uno de nuestros peores enemigos

FRANCISCO RUBIALES

Hace ahora 125 años, en julio de 1898, la escuadra naval española es derrotada en Cuba por la armada de Estados Unidos, un país al que habíamos ayudado a ser independiente y que se convirtió en un enemigo cargado de odio contra España, con malas artes y sin otro motivo que la rapiña. La gran paradoja trágica de nuestra política exterior es que Estados Unidos, potencia que hoy es nuestro principal aliado, se ha comportado con España como enemigo de juego sucio, arrebatándonos los restos de nuestro imperio y realizando contra nosotros otras fechorías.
La situación geopolítica y geoestratégica de España es un desastre en el presente. Nuestra política exterior es un drama, con nuestro vecino del sur, Marruecos, convertido en nuestra mayor amenaza militar, reamándose hasta los dientes con el apoyo de dos teóricos y falsos aliados de España, Estados Unidos e Israel, mientras que España, dentro de la OTAN, está desprotegida e indefensa en sus fronteras de África (Ciudades de Ceuta y Melilla), ocupa un lugar secundario y de poco peso, aprecio e influencia.

Ayudamos a los colonos norteamericanos a conseguir la independencia y la ayuda española fue, según numerosos estrategas, tan decisiva o más que la francesa para derrotar a los ingleses, pero Estados Unidos pronto olvidó aquel inmenso favor y, comportándose como piratas e hijos de la Gran Bretaña, se convirtió en un enemigo implacable de España, destilado contra ella un odio que sólo es comprensible porque ha sido transferido desde Inglaterra, nuestro peor enemigo desde el siglo XVI.

El nombre de Estados Unidos está vinculado a casi todas las desgracias de España desde el siglo XIX: perdida de los restos del Imperio, guerra de Cuba, forjada desde la mentira y la traición, pérdida del Sahara en favor de Marruecos, prohibición de utilizar los recursos de nuestras colonias en África (Guinea y el Sahara, fracaso del camino español para ser potencia nuclear, etc.

El hundimiento del acorazado norteamericano Maine, en Cuba, fue un auto atentado de Estados Unidos que acusó del mismo falsamente a España. Los Estados Unidos, país al que ayudamos a ser independientes, pronto se convirtió en nuestro peor enemigo.

El hundimiento del acorazado norteamericano Maine, en Cuba, fue un auto atentado de Estados Unidos que acusó del mismo falsamente a España. Los Estados Unidos, país al que ayudamos a ser independientes, pronto se convirtió en nuestro peor enemigo.

Bernardo de Gálvez fue el general jefe del contingente español, que derrotó a los ingleses en varias batallas, sobre todo en Pensacola, una victoria que tuvo peso en la contienda y ayudó mucho a la causa de los independentistas norteamericanos. Al terminar la guerra, el Congreso de Estados Unidos colocó en sus dependencias, como agradecimiento a España, un cuadro del estratega español Gálvez, pero su destino, como el del agradecimiento norteamericano a España, fue en declive y tanto el cuadro como la amistad entre Estados Unidos y España desaparecieron.

Hace pocas semanas, el presidente Joe Biden aceptó que sin la ayuda española quizás los Estados Unidos no existirían, pero esas palabras valen poco si se las coloca junta a las suciedades, canalladas y traiciones de los Estados unidos contra España, hostilidad encubierta que sigue hoy vigente con el apoyo y rearme de Marruecos, nuestro peor enemigo fronterizo.

Estados Unidos declaró a España la guerra de 1998, que acabó con la pérdida española de Cuba, Filipinas y Puerto Rico. La guerra se fundamentó en una mentira propia de piratas inmorales: un atentado español contra el acorazado americano Maine. que fue un truculento y alevoso auto-atentado. El falso atentado sirvió para colocar a la opinión pública americana contra España, a la que Estados Unidos destrozó militarmente.

Washington fue la pieza que organizó el atentado contra Carrero Blanco (Operación Ogro), que hábilmente se atribuyó a ETA, que, según numerosos analistas y expertos, no habría podido realizar ese atentado sin el apoyo de los servicios de inteligencia de Estados Unidos.

Los americanos, con Carrero Blanco eliminado, detuvieron el «Proyecto Islero», el programa mediante la cual España pretendía convertirse en potencia atómica. Los ingleses, primos de los norteamericanos y igualmente llenos de odio a España, colaboraron en varias operaciones de acoso y derribo de España en el siglo XX, una de las cuales fue la de cerrar el pasoa España en el selecto club de las potencias nucleares, lo que mermó el peso y el poder de España en el mundo moderno.

El mantenimiento terco y tozudo de Gibraltar, única colonia existente en Europa, en manos británicas, a pesar de las resuluciones de la ONU a favor de la soberanía española, es la mejor prueba palpable de que Gran Bretaña no es país aliado sino enemigo.

La pérdida del Sahara, la Marcha Verde y la retirada española de África tienen sello de nuestros enemigos anglosajones, concretamente de Estados Unidos y Gran Bretaña, dos países que hoy figuran como aliados, pero que siguen siendo para España, enemigos disfrazados que varias veces han llegado a insinuar que España podría perder las Islas Canarias.

La situación geoestratégica de España en el presente es demencial y esquizofrénica. con nuestros peores enemigos, Estados Unidos y Gran Bretaña, como aliados preferentes.

Washington ha dinamitado, durante el Franquismo y después, todos los intentos españoles por consolidar una unión geopolítica y una alianza económica con la Comunidad Iberoamericana de Naciones.

El «América para los Americanos» del presidente James Monroe (doctrina Monroe) parece haber sido forjado contra España, cuyos intentos por crear una unidad de países de habla hispana y portuguesa enerva y enfurece a norteamericanos y británicos, nuestros presuntos aliados en la OTAN y, al mismo tiempo, nuestros peores enemigos.

La España de Franco mantuvo un digno y alto nivel de independencia y pudo desplegar su actividad creativa en la Comunidad de países de habla hispana y portuguesa, pero la mal llamada «democrática» se convirtió pronto en un títere de Washington, país al que hoy está vergonzosamente sometido el sanchismo, que ha protagonizado capítulos ridículos, mendigando un saludo y un reconocimiento de los presidente Trump y Biden.

Francisco Rubiales

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