EL ESTADO ISLÁMICO: LA GUERRA SECRETA EN SIRIA II PARTE

Por David de Caixal : Historiador Militar. Director del Área de Seguridad y Defensa de INISEG.  Director del Máster de Historia Militar de INISEG / Universidad Pegaso. Director del Grupo de Investigación del CIIA (Centro Internacional de Investigación Avanzada en Seguridad y Defensa de INISEG-Universidad Pegaso. Membership in support of the AUSA (Association of the United States Army) Miembro asesor de la Sección de Derecho Militar y Seguridad del ICAM (Ilustre Colegio de Abogados de Madrid). Miembro del Grupo de Investigación de INISEG y “The University and Agency Partnership Program » (UAPP) proyecto universitario para la difusión de la Cultura de la Defensa de Estados Unidos.

Preparativos militares por parte de Rusia

La operación militar de Rusia en Siria fue necesaria, ayudó a derrotar a ISIS. La fase activa de la operación militar rusa duró 804 días, desde el 30 de septiembre de 2015 hasta el 11 de diciembre de 2017. La fase activa de la operación militar rusa duró 804 días, desde el 30 de septiembre de 2015 hasta el 11 de diciembre de 2017. Antes de que comenzara la operación, los terroristas controlaban más del 70% del territorio de Siria y avanzaban en todas direcciones mientras las tropas progubernamentales eran obligadas a retirarse. «Con el apoyo de la aviación rusa, las fuerzas armadas de Siria liberaron 1.024 áreas pobladas de los terroristas. Como resultado, las tropas gubernamentales y las fuerzas de autodefensa recuperaron el control sobre el 88% del territorio del país» Rusia logró evitar el colapso del estado sirio, detener la guerra civil, derrotar al Estado Islámico y asestar un gran golpe a toda la red terrorista internacional al interrumpir sus canales de suministro. Además, como resultado de la operación, más de 3.000 yihadistas con pasaportes rusos, que se habían unido a organizaciones terroristas, las cuales luchan en Siria, no pudieron regresar a Rusia para continuar sus actividades terroristas. Desde el punto de vista geopolítico, Rusia logró mantener el equilibrio de fuerzas en Oriente Medio, convirtiéndose en un garante clave de la seguridad regional. Más de 133.000 terroristas han muerto en Siria desde que Rusia lanzó su operación militar en el país. «Como resultado de los ataques aéreos y los ataques con misiles de crucero, se destruyeron 133.542 instalaciones terroristas, incluidas 400 refinerías de petróleo ilegales y 4.100 repostadores. Un total de 865 líderes terroristas y más de 133.000 militantes murieron, incluidos 4.500 militantes de la Federación de Rusia y países de la CEI » Esas formaciones armadas tenían miembros ideológicamente dedicados con entrenamiento militar avanzado, que se enfrentarían al resto del mundo.

Inicialmente, se esperaba que la operación de las Fuerzas Aeroespaciales Rusas en Siria duraría solo varios meses, pero se prolongó ya que hasta ese momento no se había creado una verdadera coalición antiterrorista amplia. Fuente: https://odiaspora.org/2016/09/27/moscow-explains-why-russias-syria-campaign-lasted-longer-than-expected/

De hecho, pueden describirse como el primer ejército de terroristas del mundo: “Bien organizado y unido, con el entrenamiento y la capacitación adecuados y un buen armamento«. Los aviones de las Fuerzas Aeroespaciales de Rusia realizaron más de 44.000 salidas de combate desde el inicio de la operación. El presidente ruso Vladimir Putin encomendó al ejército ruso la eliminación de los grupos terroristas en Siria y la prevención del regreso de los terroristas de origen ruso. A partir de marzo de 2015, Rusia inició una serie de ejercicios militares ya sea sola o en conjunto con China en las zonas del mar Negro y el Mediterráneo Oriental que perdurarían durante la primera mitad del año.​ También efectuaron ejercicios militares mediados de septiembre con unos 95.000 soldados y armamento sofisticado. Además había estado haciendo simultáneamente esfuerzos diplomáticos para intentar resolver el conflicto con el menor perjuicio posible para al-Asad. En agosto de 2015, imágenes satelitales estadounidenses habían detectado una presencia cada vez mayor de material armamento y personal ruso acumulándose en la base de Tartús. Si bien era sabido que una parte de este material era entregado a las Fuerzas Armadas de Siria, y que el personal ruso estaba entrenando a los sirios leales al gobierno, la cantidad de armamento no parecía justificarse como una venta de armas a Siria. Igualmente en las redes sociales, fotografías personales de militares rusos, señalaban su presencia cada vez mayor en Siria. El 21 de septiembre, Irán comenzó el despliegue en tierra siria de soldados de élite de la Fuerza Quds, parte de la Guardia Revolucionaria de Irán para dirigir ataques terrestres apoyados por aviones rusos contra la oposición al presidente sirio Bashar al-Asad. Desde entonces, se les han unido milicias chiitas de Irán e Irak. De acuerdo al presidente Putin, ya se habían realizado misiones previas de reconocimiento aéreo y espacial como parte de una preparación minuciosa de las operaciones.​ El 28 de septiembre, Putin había declarado ante las Naciones Unidas que solo el ejército sirio de al-Asad y los kurdos luchaban realmente contra el Estado Islámico, y acusó a países de Occidente de apoyar a grupos extremistas que ocasionaban el caos. Asimismo, propuso una coalición antiterrorista internacional. Finalmente, a fines de septiembre, Rusia, Irak, Siria e Irán estableció en Bagdad un centro de inteligencia compartida, con la finalidad de compartir entre las cuatro naciones información relacionada con el Estado Islámico. Se estableció un estado mayor especial para coordinar las misiones y distribuir las regiones de Siria y los objetivos de los ataques entre fuerzas aéreas sirias y rusas. Los objetivos se definirían para luego distribuirse a través del estado mayor especial entre las fuerzas aéreas de Rusia y Siria.

La intervención militar rusa en la Guerra Civil Siria comenzó en septiembre de 2015, tras una solicitud oficial del gobierno sirio de ayuda militar contra los grupos rebeldes. La intervención inicialmente consistió en ataques aéreos disparados por aviones rusos estacionados en la base de Khmeimim contra objetivos principalmente en el noroeste de Siria, contra grupos militantes opuestos al gobierno sirio, incluida la Coalición Nacional Siria, el Estado Islámico de Irak y el Levante (ISIL). , el Frente al-Nusra (al-Qaeda en el Levante) y el Ejército de Conquista. Además, los asesores militares rusos y las fuerzas de operaciones especiales estaban estacionados en Siria. Antes de la intervención, la participación rusa en la Guerra Civil Siria había consistido principalmente en abastecer al ejército sirio. A fines de diciembre de 2017, Rusia dijo que sus tropas se basarían en Siria de forma permanente. Fuente: https://kufarooq3.blogspot.com/2018/03/russian-forces-in-syria.html

Para poder entender el porqué de la creciente implicación rusa en Siria es necesario comprender primero los intereses que Moscú ha tenido y sigue teniendo en la región desde hace décadas. Como bien sabemos, los Asad han sido aliados de la Unión Soviética y de Rusia desde su llegada al poder en 1971. La instalación naval rusa de Tartus, que tanto ha sido mencionada en los medios internacionales durante estos años de guerra civil, se remonta de hecho a esa época, si bien cabe recalcar que se le ha dado más importancia de la que realmente tiene al no ser una base naval propiamente dicha, sino un punto logístico para buques de la armada soviética/rusa en tránsito hacia otros lugares. Esta instalación es, sin embargo, la única facilidad militar de la que Rusia dispone hoy día más allá de las fronteras de los países de la antigua Unión Soviética, siendo además su ubicación, en pleno Mediterráneo Oriental, claramente estratégica. Desde hace años que existen planes para ampliarla y de incluso volver a crear una escuadra naval mediterránea como la que existía en tiempos soviéticos dados los obstáculos estratégicos que suponen los estrechos turcos de los Dardanelos y del Bósforo. El conflicto de Siria no ha hecho más que acelerar esos planes, y a los trabajos de expansión del puerto de Tartus que ya se están llevando a cabo para poder albergar buques de mayor calado se suma el restablecimiento en el 2012 de una presencia naval rusa permanente en el Mediterráneo con buques aportados por las diferentes flotas. Algunos de estos buques, principalmente de transporte, han formado parte del llamado “Exprés Sirio” con el que Moscú lleva apoyando al régimen de Damasco con ayuda humanitaria y pertrechos militares desde hace meses. Por otro lado y como resultado de la estrecha alianza forjada entre Damasco y Moscú desde los años 70, Siria no solo ha sido un tradicional cliente para el sector armamentístico ruso, sino que buena parte de sus oficiales han sido entrenados por los rusos. El Kremlin no quiere repetir el mismo error que cometió con la Libia de Gadafi, cuyo derrocamiento trajo consigo el fin de numerosos contratos firmados previamente entre ambos países. Esto es algo que también pretende evitar el presidente ruso con su apoyo decidido a Bashar al-Asad, es decir, el asegurarse no solo la continuidad en la entrega de sistemas armamentísticos firmados años atrás sino también que esta cooperación se mantenga y se incremente en un futuro tanto en este como en otros sectores.

Paso del Nikolay Filchenkov (Clase Aligator) por los estrechos turcos con cargamento visiblemente militar hacia Siria. Fuente en la foto.

La estabilidad de Siria, y por extensión, de Oriente Medio, se encuentra de esta forma entre los principales intereses rusos. Rusia alberga hoy día unos 20 millones de musulmanes dentro de sus fronteras y se calcula que aproximadamente unos 3.000 ciudadanos rusos, la gran mayoría musulmanes suníes provenientes del Cáucaso norte, están luchando en Siria contra el régimen del al-Asad con todos los riesgos que ello conlleva, es decir, la radicalización de muchos de estos combatientes y el incremento del riesgo de posibles atentados terroristas en Rusia tras el retorno de los mismos. De esta forma, y desde un punto de vista estratégico, intervenir directamente en el conflicto sirio en busca de fortalecer a una Siria secular -que por ahora solo el régimen de al-Asad ha sido capaz de garantizar-, ayudará a reducir el peligro de radicalización y desestabilización en la región que suponen grupos yihadistas como Daesh o Al-Nusra. No menos interesante resulta asimismo el interés de Moscú por reafirmar de manera general su papel de gran potencia en la región, presentándose como un garante del statu quo existente antes del inicio de las diferentes revueltas árabes. Siria está sirviéndole a Moscú, además, para romper el cierto grado de aislamiento internacional al que Occidente le sometió a raíz de la crisis de Ucrania.

¿Cuáles son los objetivos de la intervención rusa?

Siempre en busca de garantizar los intereses previamente explicados, Moscú se ha propuesto una serie de objetivos a alcanzar con su campaña aérea. Por un lado, la protección y preservación de la facilidad naval de Tartus y de la base aérea de Hmeymim, en Latakia, así como futuras facilidades militares que puedan ser utilizadas por las fuerzas armadas rusas. Por otro, apoyar a las desgastadas fuerzas de tierra gubernamentales sirias e iraníes –así como a las milicias chiíes de Hezbollah– en sus ofensivas para recuperar el terreno perdido, especialmente en las regiones occidentales del país donde se ubican, precisamente, las facilidades rusas. Ello pasa por el debilitamiento de los llamados rebeldes moderados –y no tan moderados–, así como el Daesh y la destrucción de su infraestructura y equipamiento militar. El objetivo último de esto es la mera preservación del régimen de Damasco o al menos, de un régimen afín –esté o no encabezado por al-Assad– favorable a los intereses rusos, tanto actuales como futuros. Moscú manda, además, un claro mensaje a sus aliados: demuestra su voluntad de acudir en ayuda de los mismos cuando estos se encuentran en apuros. También se busca el evitar, o al menos limitar, la injerencia militar directa por parte de los vecinos de Siria. Para ello Putin se reunió en Moscú durante los días previos al inicio de la operación tanto con Erdogan como con Netanyahu para aclarar los límites de la misma y prevenir posibles acciones por parte de Israel y Turquía que pudieran ir en contra de los intereses rusos.

¿Qué medios militares ha desplegado Moscú?

Los preparativos para la campaña aérea se llevaron a cabo a través del mencionado “Exprés Sirio”, que aumentó el ritmo de idas y venidas hacia Tartús entre junio y agosto. Moscú ha transportado por esta vía la mayor parte del material bélico utilizado en tierra, tanto para uso propio como para suplir al Ejército Sirio de suministros y equipamiento nuevo. Cabe decir que desde el inicio de la campaña hasta el día de hoy, el despliegue militar ruso en Siria ha ido aumentando progresivamente, y lo seguirá haciendo en un futuro cercano tal y como el propio Kremlin ha expresado. Por ello, la información que ahora detallaremos fue variando susceptiblemente a lo largo del conflicto. En total el componente aéreo ruso basado en Siria contaba al principio del despliegue con al menos 48 aparatos, a saber:

12 Sukhoi Su-24M, el modelo más utilizado por ahora en la campaña. De época soviética, en su versión modernizada aún es un vector capaz de ataque a tierra y ha demostrado ser altamente eficaz. Uno de ellos fue derribado por un F-16 turco cerca de la frontera siria, provocando una crisis entre ambos países. Moscú sopeso la posibilidad de enviar otra docena más para reforzar las operaciones militares.

12 Sukhoi Su-25, otro clásico soviético y un veterano de Afganistán. Este avión de ataque a tierra está especializado en apoyo aéreo cercano (CAS) y en consecuencia está preparado para ello: fuertemente blindado, sus motores pueden funcionar con distintos tipos de combustible y posee un tren de aterrizaje que puede operar desde pistas no preparadas o mal pavimentadas. Su acción en Siria se ha limitado por ahora al lanzamiento de munición no guiada; desde bombas “tontas” hasta cohetes montados en pods sub-alares.

4 Sukhoi Su-34, siendo el modelo desplegado más avanzado junto al Su-30SM. Con una aviónica muy moderna y una capacidad de carga superior, está sustituyendo a los Su-24M en el inventario ruso. Su despliegue fue toda una sorpresa, y posiblemente hayan sido enviados a Siria más por la necesidad de testearlos en un escenario de combate real que por pura necesidad. Se han caracterizado por realizar una gran cantidad de ataques de precisión con munición “inteligente” de última generación (bombas guiadas Kab-500S, Kab-1500LG, etc.).

4 Sukhoi Su-30SM, un auténtico avión polivalente con capacidad tanto de ataque a tierra como de superioridad aérea, si bien los rusos están utilizándolos principalmente en misiones de escolta a los Su-24 y Su-34. Su número fue reforzado con varios aparatos más, especialmente tras el incidente con Turquía.

Dos Su-30SM estacionados en Hmeymim, Latakia. Fuente: www.Sputniknews.com 

12 Mil Mi-24P Hind, helicóptero de ataque altamente blindado. Este veterano de Afganistán –y de guerras posteriores– está presente en multitud de fuerzas armadas alrededor del globo, y ha demostrado su versatilidad y fiabilidad a lo largo de su dilatada historia. A pesar de que Rusia dispone de modelos mucho más avanzados en su inventario, Moscú ha decidido desplegar el Mi-24P con vistas a cederlos en un futuro al ejército sirio. Sus tareas consisten tanto en defender los perímetros de la base aérea de Hmeimym durante los despegues y aterrizajes de los aviones rusos como de realizar misiones de apoyo cercano a las tropas sirias en el frente.

Aviones de combate y tropas rusos en Siria. Los primeros aviones salieron de la base aérea de Hmeymim el 15 de marzo de 2016. Fuente: https://www.ft.com/content/f6220904-eb6b-11e5-bb79-2303682345c8

4 Mil Mi-8, el helicóptero más producido del mundo y operado por más de 50 países a día de hoy. Rusia ha desplegado en Siria el modelo más avanzado de este helicóptero de transporte, el Mi-8AMTSh, capaz de cargar una amplia gama de armamento aire-tierra –similar a las últimas versiones del Hind– además de tener capacidad para transportar hasta 36 personas. Es la plataforma ideal para misiones de búsqueda y rescate en caso de que alguna aeronave rusa sea derribada. Plataformas de apoyo, desde aviones de carga Il-76 y An-124 hasta aviones de inteligencia electrónica como el Il-20M. El uso de UAV (vehículos aéreos no tripulados) también está siendo extensivo en misiones de reconocimiento y de evaluación de daños después de cada salida de ataque. Este importante despliegue aéreo en suelo sirio ha ido acompañado, a su vez, de un despliegue militar en tierra para proteger tanto las bases rusas como las plataformas previamente descritas.

Moscú ha desplegado al menos:

Una decena de carros de combate T-90A, actualmente los más modernos en el inventario ruso, así como numerosos vehículos blindados de infantería y piezas de artillería. Sistemas avanzados de defensa antiaérea como los nuevos Pantsir S1 de corto alcance, los Buk-M2E de medio alcance y los S-400 de largo alcance, desplegados estos últimos a raíz de la crisis con Turquía. También se cuenta con radares de distinta frecuencia y alcance (P-18, Kasta-2 o el novísimo 96L6). Además, el crucero lanzamisiles Moscú –el buque insignia de la flota del Mar Negro–, también se encuentra desplegado frente a la costa siria con numerosos sistemas de defensa aérea a bordo.

Módulos de guerra electrónica, como el nuevo Krasuja-4, concebido para llevar a cabo interferencias electrónicas a sus potenciales blancos en un radio de cientos de kilómetros.

Algunos de los medios desplegados en la base aérea de Hmeymim para el 18 de octubre. Fuente en la foto.

Por otro lado, los ataques rusos en el país árabe no se han llevado a cabo exclusivamente desde las plataformas desplegadas en suelo sirio. Rusia también ha utilizado desde su propio suelo plataformas consideradas como estratégicas que, sin lugar a dudas, están más allá de las necesidades del conflicto:

Uso bombarderos estratégicos Tu-22M3, Tu-95MS y Tu-160, los tres modelos que forman el componente aéreo de la fuerza de disuasión nuclear de Rusia. Realizan vuelos directos desde diferentes bases aéreas rusas hasta territorio sirio, llegando incluso a haber circunnavegado Europa en una ocasión. Se ha utilizado extensivamente y de manera exitosa munición de precisión (Kh-555) y nuevos misiles furtivos (Kh-101) durante los lanzamientos. Desde territorio ruso también han participado varios Su-34.

Uso de misiles de crucero de ataque a tierra 3M-14 del sistema Kalibr desde las nuevas corbetas de la flota del Mar Caspio. Con un alcance que se estima de hasta 2500 km, han visto su bautismo de fuego tras ser introducidos en los arsenales rusos en el año 2012.

Influencia de las Operaciones en el curso de la guerra.

El inicio de los bombardeos permitió al gobierno sirio pasar a la ofensiva en tierra desde el 30 de septiembre de 2015 y abrirse paso contra grupos rebeldes en las provincias de Idlib, Latakia y Hama. La intervención rusa levantó la moral de las fuerzas leales a al-Asad, sin embargo su avance fue inicialmente muy lento a pesar del apoyo recibido. Según el Estado Mayor ruso este avance del ejército sirio sería de alrededor de 50 ciudades y territorio de unos 350 kilómetros cuadrados liberados del control del Estado Islámico.​ El ejército sirio también habría logrado arrebatar a otros grupos las colinas cercanas del Sukayk, en Hama, que abren el camino hacia Jan Sheijun, una ciudad clave en tanto está ubicada sobre la carretera internacional Damasco-Alepo. También se anunció que el 4 de noviembre que el ejército sirio logró recuperar totalmente el control de la ruta que conecta Alepo con el sur, centro y oeste de Siria.  El 9 de noviembre, con el apoyo de la aviación rusa, tomó el control de la localidad de Gmam, en el norte de Latakia y, con ayuda iraní, logró romper el cerco que durante dos años el Estado Islámico mantuvo sobre el aeropuerto Kueires de la ciudad de Alepo. Fuerzas leales al presidente Bashar al Asad tomaron el 23 de noviembre de 2015 las ciudades de Maheen y Hawareen, al este de la carretera que enlaza Damasco con los bastiones del gobierno en la costa, informó el OSDH, acercándose así a la ocalidad de Al Qaryatain, la última antes de llegar a Palmira, en poder del Estado Islámico.​ En febrero, con ayuda aérea propia y rusa, el ejército leal a Al-Asad inició una ofensiva con miras a expulsar a los rebeldes de Alepo. Para el 9 de febrero la ofensiva cobró intensidad y el cerco sobre esa ciudad estaba casi completo, estando al punto de desmoronamiento la defensa rebelde de la ciudad, siendo la intención del gobierno de recuperar la ciudad y llegar hasta la frontera con Turquía.

Rusia ha revelado el alcance de su participación militar en la guerra de Siria. Un video del Ministerio de Defensa dijo que más de 63.000 militares rusos habían «recibido experiencia de combate» en el país desde septiembre de 2015. El ministro de Defensa, Sergei Shoigu, dijo a fines del año 2018 que se habían desplegado 48.000 efectivos. El video también dijo que la fuerza aérea rusa había realizado 39.000 salidas, destruyendo 121.466 «objetivos terroristas» y matando a más de 86.000 «militantes». https://www.bbc.com/news/world-middle-east-45284121

Asimismo, como los bombardeos rusos afectaron primero a otros grupos insurgentes, esto permitió al Estado Islámico avanzar hacia Alepo en el este de Siria y desplazar a organizaciones rivales atacadas por los rusos. Como resultado el general de la Guardia Revolucionaria de Irán, Hussein al Hamadani, quien realizaba misiones de asesoría en Alepo, fue asesinado en las inmediaciones del aeropuerto de la ciudad. Por otra parte, la intervención armada rusa habría forzado a los yihaidistas a cambiar de táctica dispersando sus fuerzas e incrementando su enmascaramiento entre la población. Además la intervención rusa reforzó inicialmente el suministro de equipo bélico por parte de la administración de Obama, donde Hilary Clinton, Biden y otros miembros de la administración participaron en el envío de armas a grupos rebeldes afines, grupos que sabemos acabarían en la órbita deAl-Qaeda o el Estado Islámico, así como una mayor intervención por parte de fuerzas de la OTAN y sus aliados árabes. El 11 de septiembre, el gobierno ruso detuvo a un número aún indeterminado de personas en relación a un frustrado ataque terrorista en Moscú.​ Por su parte, insurgentes opositores al gobierno lanzaron el 13 de octubre dos proyectiles explosivos contra la embajada rusa en la capital siria, Damasco, uno de los cuales impactó contra el edificio. Por otra parte el Frente al Nusra, llamó a los yihadistas del Cáucaso a ayudar a Siria atacando a Rusia. Funcionarios de defensa rusos y estadounidenses firmaron el 20 de octubre un acuerdo que establece protocolos para evitar incidentes con sus respectivos aviones sobre el cielo de Siria. Además, el día 23, ministros de Relaciones Exteriores de Rusia, Estados Unidos, Arabia Saudita y Turquía sostuvieron en Viena conversaciones sobre la guerra en Siria,​ que continuaron el día 29 del mismo mes con la inclusión de Irán, siempre con posiciones antagónicas sobre el futuro del gobierno en Siria y que terminó sin ningún resultado.​ Asimismo, en la tarde del día 23 el ministro ruso Exteriores Serguéi Lavrov afirmó en reunión con su similar jordano, Naser Judeh, que Rusia y Jordania acordaron coordinar operaciones militares en Siria.​ De acuerdo a la organización internacional Human Rights Watch (HRW), el grupo terrorista Jaish al-Islam, que combate al gobierno de al-Asad en la ciudad de Guta, habría dispuesto jaulas con prisioneros y civiles —en su mayoría alauíes y militares leales al gobierno— a lo largo de esa ciudad como escudo humano contra los bombardeos rusos. Las operaciones de Rusia asimismo ayudaron a intensificar el éxodo masivo de refugiados de Siria, de los cuales hay 2.5 millones tan sólo en Turquía. El 31 de octubre de 2015, un Airbus A320 con 217 pasajeros y siete tripulantes a bordo se estrelló en la península del Sinaí, en Egipto, sin haber sobrevivientes. Este vuelo era un vuelo chárter turístico de la empresa rusa Kogalymavia e iba rumbo a San Petersburgo en Rusia. El brazo egipcio del Estado Islámico se adjudicó este hecho como represalia por los bombardeos rusos en Siria, lo cual se tomó al principio con cautela entre la comunidad internacional previo a las investigaciones.​ Sin embargo, Rusia confirmó el 17 de noviembre de 2015 que la causa de la caída del avión fue una bomba casera colocada en el aparato y que estalló poco después del despegue. Vladimir Putin aseguró sin embargo que las operaciones en Siria, no sólo continuarían, sino que se intensificarían, afirmando que los responsables serían castigados.

Animación mostrando el avance de las tropas leales a al-Asad (en naranja vivo) del 10 al 30 de noviembre del 2015

El 27 de noviembre se reportó que el Estado Islámico habría evacuado sus bases en Al Mayadín, un objetivo frecuente de los bombardeos tanto rusos como sirios, este de la provincia Deir al-Zor, debido a los mismos. Según el OSDH, los yihadistas se trasladaron a casas en la población, de las que el EI se había apoderado hace tiempo, medida similar a la adoptada por el mismo EI en Al Raqa, donde los ataques aéreos rusos y de la coalición internacional se habían intensificado en las últimas semanas tras los atentados de París de noviembre de 2015, que se adjudicaron los terroristas.

Accidente del Tu-154 en el Mar Negro

El 25 de diciembre de 2016 un avión militar ruso, un Tupolev Tu-154 que había despegado de Rusia dirigido a una base militar en Siria, cayó en el Mar Negro con 92 personas, entre los fallecidos se incluyen ocho miembros de la tripulación, ocho militares, 64 miembros del Coro, dos responsables civiles, un miembro de una organización humanitaria internacional y periodistas.

Accidente del Antonov An-26

El 6 de marzo de 2018 se estrelló en Latakia, al noroeste de Siria, un Antónov-26 de transporte militar. Los 39 ocupantes que viajaban a bordo, todos ellos militares y de ellos seis miembros de la tripulación, perecieron en el accidente, que se produjo cuando iban a tomar tierra, según el Ministerio de Defensa ruso, a tan sólo 500 metros de la pista de la base aérea rusa de Hmeimim. El ministerio de Defensa ruso dijo que no se trató de un derribo, ni que tampoco fue blanco de disparos y que su accidente está bajo investigación. Se ha abierto una investigación criminal por posibles negligencias.

¿Qué análisis podemos sacar hasta ahora de la intervención rusa?

La campaña aérea rusa tuvo unos inicios moderados cuantitativamente hablando, entre 15 y 20 salidas diarias, pero éstas fueron aumentando en las siguientes semanas y meses de la intervención rusa sobre el terreno. Para finales de noviembre, tras casi dos meses de operaciones, se habían realizado poco menos de 3.000 salidas con unos 4.500 objetivos neutralizados, lo que supone unas 50 salidas diarias de media. El hecho de que los rusos hayan sido capaces de mantener este ritmo continuo y creciente de salidas con apenas unos 50 aparatos desplegados, tanto de día como de noche, ha demostrado que la Fuerza Aérea Rusa se encuentra a la par que sus homólogas occidentales, tanto en capacidades como en tecnología. Sin embargo, los éxitos conseguidos por los rusos en sus operaciones aéreas no han ido acompañados de grandes avances sobre el terreno por parte del régimen sirio. En este periodo de tiempo Damasco solo consiguió recuperar un 0,4% de territorio perdido, algo que para muchos analistas es, a todas luces, un fracaso. Bien es cierto que antes de la intervención rusa los sirios se encontraban a la defensiva en la mayoría de frentes y los bombardeos rusos habrían revertido esta situación salvando al régimen, pero es una prueba de que Rusia va a tener que revisar su estrategia conjunta tanto con los sirios como con sus aliados iraníes si quieren ganar fuerza de cara a futuras negociaciones de paz. Por otro lado, los objetivos de los ataques aéreos rusos también han sufrido variaciones. Desde el principio, la mayoría de salidas se han realizado contra posiciones rebeldes en claro apoyo de las fuerzas del régimen sirio, a la vez que puntualmente también se realizaba algún ataque sobre posiciones del Daesh. Esta dinámica cambió desde la confirmación del atentado terrorista en el avión ruso de pasajeros siniestrado sobre el Sinaí: los rebeldes siguieron soportando la mayoría de bombardeos rusos pero hubo un incremento significativo de ataques contra los yihadistas, especialmente en Raqqa, refinerías y convoyes de camiones usados para el transporte de petróleo, principal fuente de ingresos del “Califato”. La lógica de los bombardeos rusos sobre los yihadistas responde pues, a necesidades tácticas pero también a una clara campaña de márketing político para justificar su intervención de cara a la galería exterior.

En rojo, ruta de los dos bombarderos Tu-160 que circunnavegaron Europa hasta Siria. En azul, la ruta usual. Fuente: www.dailymail.co.uk

En referencia a esto último, la entrada en escenario de los bombarderos estratégicos y la intervención de la Flota del Mar Caspio han constituido, más que nada, mensajes dirigidos hacia la OTAN y hacia los países del golfo Pérsico. En ningún momento el conflicto sirio ha necesitado del uso de carísimos misiles de crucero ni de la intervención de bombarderos nucleares nunca utilizados –a excepción de los Tu-22M– en combate real previamente. Ni mucho menos existía la necesidad de realizar una circunnavegación de los mismos por Europa existiendo una ruta mucho más corta a través del Caspio. Pero gracias a ello Rusia ha sacado a relucir sus capacidades militares, demostrando que sus acciones solo están al alcance de las grandes potencias y que su país ya no va a ser un mero espectador en el panorama global sino que está dispuesto a implicarse militarmente allí donde sus intereses lo requieran. Por otro lado, la apertura de los espacios aéreos iraquí e iraní –e incluso aportando escolta aérea– para el tránsito de los bombarderos estratégicos de regreso a sus bases en Rusia demuestra que Moscú cuenta con el respaldo político de ambos países a un nivel sin precedentes.

¿Qué posibles escenarios se presentan a medio plazo?

Al ser una campaña de bombardeos aéreos y de apoyo desde el aire a las tropas del régimen, la intervención militar rusa fue limitada. Habría que ver si un futuro fracaso en las ofensivas del régimen o el estancamiento de los principales frentes provocaría un mayor involucramiento de Rusia en el conflicto, algo que por ahora lo podemos descartar. Esto se podría dar de diversas formas; desde el envío de armamento más sofisticado al régimen o participando abiertamente en el frente con tropas propias. Por ahora esto último parece, sin embargo, poco probable, ya que Moscú no necesita que el régimen recupere por completo toda la geografía siria, sino que mantenga en sus manos las zonas costeras, las regiones de Idlib y Aleppo y el corredor que las une con la capital. El resto del país es, por decirlo de alguna manera, prescindible a los intereses rusos. Sí parece claro que la victoria rebelde queda descartada tras la intervención de Moscú, que pretende evitar a todas luces la caída de su aliado y reducir a su vez el riesgo que para Rusia supone tener en su esfera cercana una guerra civil con elementos yihadistas. La crisis migratoria y la tragedia humana que se está viviendo en Siria, sumado a la internacionalización creciente del conflicto señalan que la solución más probable sea una salida negociada a medio plazo, quizás con el despliegue de una fuerza multinacional de la ONU. En caso de no llegarse a ningún acuerdo, existe también el riesgo de que el conflicto se siga prolongando en el tiempo, con una intensificación del pulso geopolítico entre rivales regionales –Irán y las monarquías del Golfo– y globales –la OTAN y Rusia– y de que incluso asistamos a una “Somalización” del país, con varios Estados de facto y con toda la inestabilidad que ello pueda traer a la región.

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