Consejos de Don Quijote a Sancho Panza para gobernar, antes de convertirse en gobernador de la «Ínsula Barataria»

CARLOS AURELIO CALDITO AUNIÓN

La ínsula Barataria es uno de los lugares imaginarios que aparecen en el libro Don Quijote de la Mancha y de la que Sancho Panza fue nombrado gobernador (Capítulos 45, 47, 49, 51 y 53 de la 2.ª parte del Quijote).

Lo sucedido en esta ínsula se enmarca en el conjunto de aventuras que Don Quijote y su escudero comparten con los duques, pareja representante de la nobleza española de la época, que les gasta innumerables bromas a nuestros protagonistas.

Consejos de Don Quijote a su escudero, Sancho

“Sancho: hijo, atento a este tu Catón, que quiere aconsejarte, y ser norte y guía que te encamine y saque a seguro puerto de este mar proceloso donde vas a engolfarte; que los oficios y grandes cargos no son otra cosa sino un golfo profundo de confusiones.

1.  Primeramente, has de temer a Dios; porque en el temerle está la sabiduría, y siendo sabio no podrás errar en nada.

2.  Lo segundo, has de poner los ojos en quien eres, procurando conocerte a ti mismo, que es el más difícil conocimiento que puede imaginarse. Del conocerte saldrá el no hincharte, como la rana que quiso igualarse con el buey.

3.  Haz gala, Sancho, de la humildad de tu linaje, y no te desprecies de decir que vienes de labradores, y preciate más de ser humilde virtuoso, que pecador soberbio.  Innumerables son aquéllos que de baja estirpe nacidos han subido a la suma dignidad; y de esta verdad te pudiera traer tantos ejemplos, que te cansaran.

4.  Mira, Sancho, si tomas por medio a la virtud y te precias de hacer hechos virtuosos, no hay para que tener envidia a príncipes y señores; porque la sangre se hereda, pero la virtud vale por sí sola lo que la sangre no vale.

5.  Hallen en ti más compasión las lágrimas del pobre, pero no más justicia que las informaciones del rico. Procura descubrir la verdad por entre las promesas y dádivas del rico como por entre los sollozos e importunidades del pobre.

6.  Si acaso doblares la vara de la justicia, no sea con el peso de la dádiva, sino con el de la misericordia. Cuando te sucediere juzgar algún pleito de algún enemigo tuyo, aparta las mientes de su injuria, y ponlas en la verdad del caso. No te ciegue la pasión propia en la causa ajena; que los yerros que en ella hicieres, las más de las veces serán sin remedio, y si le tuvieren, será a costa de tu crédito y aún de tu hacienda.

7.  Si alguna mujer hermosa viniere a pedirte justicia, quita los ojos de sus lágrimas y tus oídos de sus gemidos, y considera despacio la sustancia de lo que pide, si no quieres que se anegue tu razón en su llanto y tu bondad en sus suspiros.

8.  Al que has de castigar con obras, no trates mal con palabras, pues le basta al desdichado la pena del suplicio, sin la añadidura de las malas razones.

9.  Al culpado que cayere debajo de tu jurisdicción, considérale hombre miserable, sujeto a las condiciones de la depravada naturaleza nuestra, y, en todo cuanto fuere de tu parte, sin hacer agravio a la contraria, muéstrate piadoso y clemente; porque, aunque los tributos de Dios todos son iguales, más resplandece y campea, a nuestro ver, el de la misericordia que el de la justicia.

10. Si estos preceptos y estas reglas sigues, Sancho, serán luengos tus días, tu fama será eterna, tus premios colmados, tu felicidad indecible; casarás tus hijos como quisieres; títulos tendrán ellos y tus nietos; vivirás en paz y beneplácito de las gentes, y, en los últimos pasos de la vida, te alcanzará el de la muerte en vejez suave y madura, y cerrarán tus ojos las tiernas y delicadas manos de tus terceros netezuelos.

Esto que hasta aquí te he dicho son documentos que han de adornar tu alma”.

De veras es increíble la validez de las enseñanzas de Cervantes para el arte de gobernar, y más en los terribles momentos que vivimos en España, en los que gobernar es sinónimo de corrupción, de ausencia de los valores más esenciales; momentos los que sufrimos los españoles en los que gobernar es lo mismo que ineficiencia, maldad, mediocridad, falta de visión…; y, en suma, ausencia de liderazgo.

El gobernante de hoy en efecto sucumbe ante el “golfo profundo de confusiones”, como sentencia Don Quijote, al ejercer los cargos para los que han sido designados.

Aunque en España sea infrecuente, e incluso «pecado» hablar de religión, hay que subrayar que quienes toman decisiones no tienen «temor de Dios», ni tampoco sentimiento de culpa o remordimientos de conciencia (tal vez porque como buenos psicópatas y sociópatas carecen de conciencia) como señala Don Quijote a su escudero, “porque en el temerle está la sabiduría, y siendo sabio no podrás errar en nada”.

Otro pecado en el que incurren los gobernantes, tal como señala Cervantes es que no se conocen a ellos mismos… «que es el más difícil conocimiento que pueda imaginarse”. Y, tampoco siguen la recomendación que le hace Don Quijote a su escudero, de “hacer gala de la humildad de su linaje”.

Y en estos momentos en los que España va camino de convertirse en un estado fallido, los políticos roban impunemente, nos saquean, despilfarran… y la justicia -algo más que ciega- es débil y condescendiente con el poderoso al mismo tiempo que es severa con el humilde: El Gobierno de España en la actualidad, se aleja mucho de la recomendacíón Don Quijote, de que: “si acaso doblares la vara de la justicia, no sea con el peso de la dádiva, sino con el de la misericordia”.

¿Quién de los gobernantes, ya sea a escala municipal, provincial, regional, nacional, cumple la máxima de Cervantes, de que “si tomas por medio la virtud y te precias de hacer hechos virtuosos, no hay para que tener envidia a príncipes y señores”?

¿Cuál de los capos, oligarcas y caciques que forman parte de quienes hacen profesión de la política en España en la actualidad, podrá afirmar al final de su vida lo que recomienda Miguel de Cervantes a través de Don Quijote: “Si estos preceptos y estas reglas sigues, Sancho, serán luengos tus días, tu fama será eterna, tus premios colmados, tu felicidad indecible”?

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