ANÁLISIS DE LA GEOESTRATEGIA Y LA GEOPOLÍTICA EN ORIENTE MEDIO I PARTE

Por David de Caixal : Historiador Militar. Director del Área de Seguridad y Defensa de INISEG.  Director del Máster de Historia Militar de INISEG / Universidad Pegaso. Director del Grupo de Investigación del CIIA (Centro Internacional de Investigación Avanzada en Seguridad y Defensa de INISEG-Universidad Pegaso. Membership in support of the AUSA (Association of the United States Army) Miembro asesor de la Sección de Derecho Militar y Seguridad del ICAM (Ilustre Colegio de Abogados de Madrid). Miembro del Grupo de Investigación de INISEG y “The University and Agency Partnership Program » (UAPP) proyecto universitario para la difusión de la Cultura de la Defensa de Estados Unidos.

La geopolítica es el vínculo entre territorio y política. La geopolítica cree que la acción política también viene dictada por intereses en ciertos territorios y recursos. Los actores institucionales y políticos reflexionarán sobre los estados o sistemas de actores. La geopolítica crea el vínculo entre el territorio y los sistemas políticos que lo componen. Oriente Próximo es una región importante del mundo en términos de actuar como un conjunto de elementos, algunos de los cuales son recursos. La geopolítica del petróleo explica muy bien que a partir de la década de 1920, las grandes compañías petroleras emergieron con intereses económicos y políticos en las regiones de Oriente Medio. Cuando hablamos de geopolítica, estamos hablando de cuestiones estratégicas relacionadas con la presencia de recursos, elementos importantes del desarrollo económico y político. La geopolítica considerará el hecho de que es interesante estudiar los sistemas políticos no sólo como un sistema, sino como un relevo para territorios que tienen intereses estratégicos para explicar las políticas. Cuando hablamos de geopolítica en Oriente Próximo, señalamos que esta región del mundo no puede ser inmune a las grandes cuestiones estratégicas y a los grandes conflictos. El Oriente Medio siempre ha sido un espacio estratégico. Se puede encontrar en el concepto anglosajón de Oriente Medio, que se opone a Oriente Próximo -el Cercano Oriente-, que para algunos se refiere a los Balcanes y al Imperio Otomano, pero también puede diseñar el Oriente Medio. Las definiciones se han movido mucho, no están delineadas con precisión. Comienza en Occidente con Egipto y se extiende hacia el este hasta Irán. En el norte, según algunos, puede incluir Turquía y el sur de Yemen. Sin embargo, lo importante es que este concepto se refiere a una cuestión geopolítica. A partir del siglo XIX hubo una apuesta fundamental en la lucha contra el expansionismo ruso hacia el sur. ¿Cuándo entró los Estados Unidos en el Medio Oriente? Esto se remonta al período de entreguerras con los temas posteriores a la Primera Guerra Mundial, maximizando el uso del petróleo y el trabajo prospectivo para encontrar petróleo para mantener las economías occidentales funcionando. Esto significa que los Estados Unidos también lo eran en ese momento en la década de 1920. En el mundo que se está construyendo, con la redefinición de los recursos, se está estableciendo un vínculo entre la explotación económica de los recursos y la cuestión política. La pregunta es, ¿cuáles son los regímenes políticos correctos para que pueda haber una gestión económica eficaz? Es la relación entre los recursos económicos y la cuestión política. En el contexto de la Segunda Guerra Mundial y el conflicto con las potencias del Eje, la cuestión en juego es la posesión de recursos naturales para la continuación de la guerra. El período posterior a la Segunda Guerra Mundial es un tema importante porque se necesitan recursos para la reconstrucción. Este es un enfoque estratégico importante, pero se basará en un divorcio importante de la posición estadounidense, que es una posición anticolonial.

En medio de la Guerra Fría, el discurso que legitima la independencia de las colonias – «saliendo» y sacrificando a los británicos y franceses del Medio Oriente, porque el temor es que en medio de la Guerra Fría, el modelo anticolonialista desarrollado en las colonias sería un modelo marxista. Trabajarán para sacar a relucir el poder británico y francés en Oriente Medio. La potencia soviética también está intentando utilizar Oriente Medio como zona de influencia, porque los retos económicos son grandes y busca una salida hacia el mar Mediterráneo. La constitución del Estado de Israel también actúa como polo de atracción política para la región. Las guerras israelíes comenzaron en 1948 con el conflicto árabe-israelí. El primer aliado fue el régimen de Arabia Saudita con la familia real del ben saudí, que fundó Arabia moderna con la ayuda del poder estadounidense en 1932. Lo que está en juego es la economía y el petróleo. Los Estados Unidos dependían de la realeza saudí para contrarrestar los intereses petroleros británicos sin derrocar por completo al aliado británico de las zonas costeras del Golfo, ya que Inglaterra seguía siendo un aliado natural. Es una paradoja. El primer período es una crítica al colonialismo francés. Inicialmente, Estados Unidos debía mostrar una benevolencia bien desarrollada hacia los regímenes políticos de descolonización que se emanciparon del tutelaje francés y británico para pasar a la libertad condicional, como ocurrió con Irak en 1932 o Egipto en 1937. La aceleración de la presencia estadounidense en Oriente Medio viene con el avance soviético más allá del Mar Negro. Se trata de contrarrestar la URSS a través de una estrategia de contención, es decir, de poner en marcha políticas para contener el poder político del otro mediante la consolidación de otros Estados. Hay una oposición en el marco de un mundo binario entre «mundo libre» y «mundo comunista».

EEUU debe apoyarse sobre Israel, como aliado en la región, ante la amenaza de los países árabes. La lógica es confiar en Israel ante todo porque existe una conciencia de la imposibilidad de construir un frente anticomunista en Oriente Medio. Existe el temor de que el «socialismo árabe» se propague a través de la exportación del modelo egipcio, a través de la transición del «socialismo árabe» al panárabe. Israel parece ser una palanca importante para controlar el socialismo árabe. Para los estadounidenses, el socialismo árabe parece peligroso. El doble propósito del «nacionalismo árabe» que preocupa a Estados Unidos:

1. Preocupación por construir un desarrollo económico autónomo de estos países sobre el hecho de que estos países puedan tener independencia económica

2. Preocupación de que esto pueda conducir a una transferencia de riqueza de las antiguas clases dominantes prooccidentales a nuevas categorías pro nacionalistas que van en contra de sus propios intereses

La victoria militar franco-británica con la participación de Israel se convertirá en una derrota política. Estados Unidos y los soviéticos presionaron para que los franceses e ingleses retiraran sus tropas de Suez. La derrota militar de Nasser se convierte en victoria ante quien resistió dándole la gloria, legitimidad y honor del pueblo árabe. Tras el asunto del Canal de Suez, Estados Unidos se dio cuenta del riesgo que representaba para su diplomacia la falta de apoyo a las potencias occidentales en la región.

La derrota árabe de 1967 en la guerra contra Israel fomenta la radicalización de los regímenes políticos contra Occidente e Israel, especialmente desde Libia, Irak, pero también desde el sur de Yemen, lo que lleva a la creación de una línea de frente antiamericana que une a los regímenes seculares y las monarquías tradicionales. A partir de los años sesenta y setenta, las respuestas estadounidenses fueron intervenciones más importantes al confirmar el apoyo a Arabia Saudí e Irán por parte del régimen de Pahlavi, pero también al aumentar la ayuda estadounidense a Israel con un apoyo confirmado en la guerra de 1973, con una respuesta al embargo petrolero árabe. A través de Henri Kissinger se establece una «estrategia de pequeños pasos» para impulsar uno por uno los regímenes a favor de Estados Unidos mediante una ayuda económica específica como, por ejemplo, con Egipto, que se convierte en un socio indispensable en el proceso de paz, en particular con los Acuerdos de Camp David. Por otro lado, Estados Unidos ayudará a Irak en el contexto de la guerra del ayatolá Jomeiny contra Irán para impedir la propagación de la revolución islamista. Además, ha habido una implementación de la estrategia de Delinkage en las relaciones internacionales que son operaciones que buscan separar a los estados del mismo espacio para transferirlos al área americana. La estrategia estadounidense consiste en separar a los vecinos israelíes de los países del Golfo para incorporar a estos últimos en una nueva geopolítica.

La problemática de Irán, en la actualidad, es multifacética. Este país, que desde enero de 2016 ha visto levantada las sanciones de que era objeto por parte de los Estados Unidos y la Unión Europea, deja así de ser un paria internacional frente a la comunidad de naciones, aunque confronta diversas problemáticas. En lo externo, las relaciones con Arabia Saudí; en lo interno, el proceso de su “apertura petrolera” y sentimientos encontrados en lo que a estrategia de precios se refiere, contraponiéndose en este sentido con la posibilidad de que la OPEP recorte producción o no para dar cabida así a la producción incremental de Irán. www.usergioarboleda.edu.co

El Oriente Medio ha sido siempre centro de atención debido a sus problemas e importancia económica para el mundo. Es además fuente de una considerable cantidad de petróleo y gas para el mundo, así como el lugar donde puede ser obtenido más barato. Este segundo temario del curso, asume un enfoque sistémico para entender el Oriente Medio y ubicarlo dentro de la política mundial. En el Oriente Medio hay varias instituciones que conectan la región al mundo y que, por tanto, tienen un cierto grado de influencia en la conformación de la política regional. Esta estructura institucional es importante en la localización del Oriente Medio en la política mundial, porque cada una de ellas tiene una agenda, una inclinación, y unas prioridades diferentes. Al entender la diversidad de las organizaciones regionales también se evidencia que el Oriente Medio no es una unidad, sino que tiene varios centros de poder.  En este sentido existen tres observaciones que se pueden mencionar antes de empezar a analizar las definiciones. La primera es que el término ‘Oriente Medio’ es eurocéntrico, por lo cual hace referencia a una visión y a un concepto establecido por las potencias occidentales sobre la naturaleza de la región. La segunda, hace referencia a que el término proviene de un contexto militar, por consiguiente, hace referencia tanto a las poblaciones locales como a las potencias occidentales, en particular, durante la Primera Guerra Mundial. Finalmente, la tercera, teniendo en cuenta las observaciones anteriores, desde el punto de vista descriptivo, el ´Oriente Medio´ no es un término objetivo, como Asia Central, Europa Occidental y África Oriental, sino subjetivo. Así, el término ‘Oriente Medio’ no “es un paradigma-fundador, sino que es un paradigma-dependiente”, y puede modificarse desde diferentes perspectivas y en diferentes coyunturas.

En 1902, Alfred T. Mahan empleó por primera vez el término ´Oriente Medio´ para identificar una zona indefinida alrededor del Golfo Pérsico. Pero fue a finales de 1930 cuando los británicos reforzaron la aplicabilidad de esta designación al usar el término ‘Comando Oriente Medio’ para sus fuerzas militares en la zona, que se extendía desde el Mediterráneo central hasta el subcontinente Indio. Gradualmente, la aplicabilidad del término fue aceptada después de que la zona quedara bajo la responsabilidad del Comando Oriente Medio. En la década de 1960, la Sociedad Nacional Geográfica tituló su mapa de la zona ‘Tierras del Mediterráneo Oriental’ (Llamado el Cercano Oriente u Oriente Medio). Sin embargo, a mediados de la década de los setenta, el mapa de la Sociedad de la región llevó el título de ‘El Oriente Medio’. La designación geográfica oficial del Departamento de Estado de los Estados Unidos, responsable del área, es la Oficina de Asuntos de Oriente Próximo, pero el uso informal favorece el título ‘Oriente Medio’. Los servicios militares estadounidenses y la CIA, sin embargo, han usado desde hace mucho tiempo el término ‘Oriente Medio’ en sus informes públicos.

En el inestable Oriente Medio, desangrado por los conflictos y la tensión internacional, emerge una firme alianza de seguridad entre Líbano, Siria, Irak e Irán, que pretende definir la nueva dirección del desarrollo de la región Fuente: Rusia Today

Según señalan los analistas y observadores internacionales, Oriente Medio está experimentando hoy en día un cambio radical. La destrucción del arsenal de armas químicas en Siria, auspiciada por Rusia, el acercamiento entre EE.UU e Irán, la disminución del poder de Arabia Saudita y la retirada de las tropas estadounidenses de Afganistán, son circunstancias que, unidas, provocarán un cambio considerable de la dinámica regional.  Hasta el momento no estaba claro qué rumbo podría tomar el nuevo cambio, de dónde procede, hasta qué punto podría llevar y quién sería capaz de definirlo. Podríamos afirmar que ahora ha quedado claro que la nueva ‘dirección’ de la región se guía principalmente por la «amenaza a la seguridad» que representa la proliferación en la zona de numerosos extremistas, combatientes sectarios e islamistas procedentes en su mayoría de Afganistán o Irak. Con lo que este peligro ha supuesto un impulso para una serie de acuerdos diplomáticos globales que han dado lugar a una cooperación inesperada entre una variada mezcla de pueblos, muchos de ellos tradicionalmente enfrentados. Por primera vez en décadas, esta dirección estará dirigida desde el interior de la región, por los Estados de Oriente Medio, los grupos y los partidos más amenazados por el extremismo. Mientras los militantes salafistas recorren las fronteras de los Estados desde el Levante hasta el norte de África y más allá, desintegrando sus territorios, amenazando la soberanía y arruinando la economía, un grupo de países que representan el tramo de la región entre el Levante y el golfo Pérsico, formado por Líbano, Siria, Irak e Irán, ha decidido dar una respuesta a este caos tratando de expulsar a los milicianos hacia fuera de sus áreas y cortar sus raíces.  Los cuatro Estados miembros de la alianza, llamada Arco de Seguridad, ya están compartiendo la información de inteligencia, cooperando en el campo de batalla con sus recursos colectivos y trabajando para lograr obtener el apoyo de la comunidad internacional. 

El término ‘Oriente Medio’ es controversial a los ojos del público que pertenece a la región. Por ejemplo, los nacionalistas árabes consideran el término como una etiqueta diseñada para restarle importancia al carácter ‘árabe’ de la zona, y ‘quebrantar’ la ‘patria árabe’ como una unidad distinta. En consecuencia, estos han visto el razonamiento detrás de la utilización occidental del término ‘Oriente Medio’ con el fin de presentarlo como un mosaico étnico, con lo que se desacredita a la razón detrás de las convocatorias para la ‘unidad árabe’. En un esfuerzo por evitar la implicación de una perspectiva eurocéntrica, algunos especialistas han buscado una terminología más objetiva tal como el Sudoeste de Asia. Esta cuestión da un paso más allá y reclamaría el uso de la palabra ‘Swasia’ como abreviatura de ‘el Sudoeste de Asia’. Sin embargo, parece que (Oriente Medio) es preferido como el más apropiado debido a su uso y su aplicabilidad. Por otra parte, la connotación de la palabra (medio) indica la ubicación central y (el eje tricontinental) de la región, lo cual también podría ser otra razón para su uso común.  Sus límites geográficos son aún más discutibles que su denominación y es común encontrar grandes variaciones en este sentido de un estudio a otro. Mientras que algunos incluyen a Turquía, Afganistán o Libia, otros, en cambio, no los consideran como parte de Oriente Medio. Pero para algunos de los historiadores del Oriente Medio, no solo Libia sino también Sudán y todo el norte de África también se incluyen en esta definición. Hay una validez apreciable en la inclusión de los países del norte de África, pues estos han estado vinculados a la región del Oriente Medio de muchas maneras, no solo durante los primeros años del islam sino también con aspectos lingüísticos, pues hablan la misma lengua (el árabe), como sucede con la mayoría de los Estados de Oriente Medio. Las conexiones culturales y sociales son bien conocidas.

Dentro de la geopolítica Meso Oriental, Irán confronta el enfriamiento de relaciones con Arabia Saudí no por la ejecución en Riad de convictos Shiitas (recordar que la mayoría del Shiismo en la región está ubicado en territorio iraní –motivo aparente–) sino por las pruebas de misiles realizadas a comienzos de año en el estrecho de Ormuz, en el momento justo en que atravesaba ese punto de estrangulamiento geográfico, la VI Flota de los Estados Unidos con sede en Bahréin (motivo encubierto). Dado que una reacción norteamericana frente al incidente hubiera echado por tierra el acuerdo nuclear de desmantelamiento de centrífugas iraníes que tanto costó conseguir, Obama con gran acumen dejó pasar el incidente. Pero la reacción la tuvo uno de sus aliados, Arabia Saudí, con la ruptura de relaciones ya señalada.

Fuente: Sputnik

Aunque el Oriente Medio es el centro del reino islámico, el ‘mundo musulmán’ debe ser claramente diferenciado del Oriente Medio. Sin embargo, siempre hay que recordar que cuando la mayoría de la gente habla del ‘mundo musulmán’ con ello hacen referencia a “una concepción centrada del Oriente Medio”. Los terrenos en los que la civilización islámica se extiende de manera mucho más dominante que en otras regiones, como África y Asia —Asia Central, con sus famosos centros urbanos islámicos de Samarcanda, Tashkent, Bukhara y Balkh— fueron más estrechamente vinculados a las áreas centrales del Oriente Medio desde el siglo VII hasta el siglo XVIII. Sin embargo, la conquista de Asia Central por parte de Rusia a finales del siglo XIX rompió virtualmente casi todos los vínculos. En este contexto, los Estados que surgieron después de la caída de la Unión Soviética (Kazajstán, Uzbekistán, Tayikistán, Kirguistán y Turkmenistán) no han sido categóricamente incluidos en las actuales definiciones del Oriente Medio. Teniendo en cuenta que existen diferentes definiciones del ‘Oriente Medio’, dependiendo de dónde se sitúe uno política, militar y económicamente, un estudio de estas definiciones revela que el núcleo del Oriente Medio está conformado por Turquía, Irán, Israel, Egipto y los Estados árabes. Al considerar lo anterior, en este artículo se hablará del ‘Oriente Medio’ como: “el área comprendida entre Libia en el oeste y Pakistán en el este, Turquía en el norte y la Península Arábiga en el sur”. El área que incluye además los Balcanes, los Estados Musulmanes de Asia Central recientemente emergidos y el Norte de África, junto con el Noroeste de África, se pueden definir como el ‘Gran Oriente Medio’. Por si fuera poco, Daesh, que era reconocido como ‘el mal absoluto‘ por todos los actores clave de la región, ha dejado de existir, lo que supone que ahora nada contiene a los distintos bandos a la hora de dirimir sus diferencias en el campo de batalla. Esto ya se ha podido ver recientemente entre Bagdad y Erbil, y probablemente no sea el último caso. Sobre todo teniendo en cuenta que los frentes de combate no escasean en Libia, Yemen, Afganistán y la región siria de Idlib, que aún permanece bajo control de grupos insurgentes. Pero los principales focos de alarma en la región de Oriente Medio aún no han abierto «las puertas al infierno«

El primer foco está en los 35 millones de kurdos dispersos entre Irán, Irak, Siria y Turquía, y que llevan décadas ansiando obtener la soberanía plena sobre sus territorios. Hoy día, alentados por su victoria frente a Daesh, los peshmerga se muestran más dispuestos a luchar por su independencia que nunca. A su favor los kurdos tienen la presencia de facto de tropas estadounidenses en Siria, los yacimientos petroleros en el norte de Irak, las negociaciones con Bashar Asad y las nuevas y sofisticadas armas a su disposición que, de ser necesario, podrán ser entregadas a sus compatriotas en Turquía. El segundo foco son los 200.000 combatientes chiíes dispersos a lo largo de Siria e Irak, de facto fieles a Irán. La toma de Abu Kemal culminó la construcción de la llamada ‘franja chií’, que se extiende desde Teherán hasta el mar Mediterráneo y la frontera con Israel. No sorprenden por lo tanto los temores de Israel, que incluso llega a rozar el pánico. Teme también Arabia Saudí, a la que las fuerzas chiíes de Yemen le demostraron sus verdaderas y pocas intimidantes posibilidades bélicas. Los últimos acontecimientos en el seno de la familia real saudí, con príncipes apresados y algunos incluso ejecutados, encuentran su explicación no tanto en las luchas internas por el poder, sino en el intento desesperado de impulsar en el país un proceso de modernización profunda. De lo contrario, no tendrán oportunidad de sobrevivir en un enfrentamiento con Irán. La única solución alternativa a todos estos conflictos, es el largo y prolongado diálogo entre todos los bandos.

En este nuevo contexto estratégico, la competencia geoestratégica tanto entre las potencias de primer orden como entre las de segundo orden se libra en cuatro grandes dilemas geopolíticos:

a) Quién liderará el mundo en los próximos años

b) Como y cuando se alcanzará la estabilidad en el eje Mar Blanco-Mar Negro

c) Qué actor o actores resolverán el laberinto de enfrentamientos en Oriente Medio

d) Cual será la solución a la rivalidad estratégica chino-japonesa, al arsenal nuclear de Corea del Norte o a las tensiones en el Mar de China Meridional en el Este de Asia.

La solución a cada uno de ellos tiene importantes repercusiones en la seguridad internacional. En el caso del gran dilema de Oriente Medio, por una parte, estamos hablando de una región en que los estados regionales tienen intereses confrontados, impregnada de un medio hostil e inseguro en el que predomina el conflicto y donde existen constantes amenazas de grupos no estatales y terroristas. Por otra, está sujeta a fuertes presiones de actores internacionales con diferentes intereses en el área que dificultan la ya complicada situación bélica regional. En el orden estatal, los principales actores regionales actuales son Arabia Saudí, Irán, Israel y Turquía, sin olvidar a Egipto cuando recobre su estabilidad y seguridad interna. Cada uno de ellos tiene sus propios intereses geopolíticos en la región en busca de poder alcanzar una parcela o la totalidad del liderazgo geopolítico regional y, en otra dimensión, la primacía por el dominio y control de la religión musulmana. En el campo geopolítico, a nivel regional, existen dos posturas enfrentadas tomando como referencia el propio poder del actor apoyado por las diferentes alianzas conseguidas, a pesar de que cambian de vez en cuando, que marcan las fuerzas geoestratégicas que imperan en Oriente Medio.

Los kurdos vuelven a perder en el cambio geopolítico de Oriente Medio. Fuente: https://www.fundacionemprendedores.com/observatorio_politico/internacional/los-kurdos-vuelven-a-perder-en-el-cambio-geopolitico-de-oriente-medio

Así, Irán ha conseguido establecer un conjunto de alianzas en la zona que conforman el eje o alianza chií formada por el propio Irán, Siria, el grupo Hezbollah de Libano, el grupo rebelde huti de Yemen y las milicias chiíes de Irak, Afganistán y Pakistán. Es decir, Irán con el apoyo del llamado “eje de la resistencia” conforma un poderoso cinturón chií que pretende ser el líder geopolítico de Oriente Medio. En el otro lado, se encuentra Arabia Saudí que cuenta con el apoyo de los otros 5 países del Consejo de Cooperación del Golfo (CCG) – Bahréin, Emiratos Árabes Unidos, Kuwait, Omán y Qatar – más Jordania. Constituye el grupo suní comandado por Arabia Saudí, y también persigue constituirse en el líder geopolítico del área. No cabe duda de que, dentro de este enfrentamiento geopolítico, se halla la rivalidad religiosa en cuanto a quién es el que dirige y manda en la religión de Mahoma en estos primeros años del siglo XXI, catorce (14) siglos después del cisma del Islám, acaecido unos años después del asesinato del tercer califa Umar, en el año 644. Un conflicto milenario. En cuanto a Turquía, ha pasado de una política exterior de “cero” problemas a tener en la actualidad numerosos frentes abiertos. Desde su participación en la guerra con Siria hasta su reciente implicación en la guerra civil libia, pasando por sus problemas de pertenencia a la OTAN con su unilateral relación con Rusia, su crisis de relación con Estados Unidos a raíz de la adquisición del sistema de misiles ruso S-400 o el litigio con las ZEE,s de Grecia, Chipre, Israel y Egipto, en el Mediterráneo Oriental, en referencia a los yacimientos submarinos de hidrocarburos. Por ello, Turquía en estos momentos no está en condiciones de aspirar al liderazgo geopolítico de Oriente Medio. Israel es el principal opositor de Irán en el área. Repetidas veces, las autoridades persas han declarado su intención de eliminar a Israel, especialmente desde la revolución de 1979 cuando el nuevo régimen pidió la eliminación de Israel al mismo tiempo que negaba el Holocausto. Por otro lado, en la década de los 90 del siglo pasado el estado israelí comenzó a liderar la lucha contra el programa nuclear iraní en el que todavía continúa con amenazas de ataques militares.

Cómo está surgiendo en la región una nueva estructura de poder que deja a Estados Unidos y Europa fuera del terreno de juego.

Los europeos descubrieron el efecto de succión provocado por una periferia inestable durante las guerras posteriores a la disolución de Yugoslavia en los 90, pero se mostraban convencidos de que este efecto podía ser limitado a la relativamente manejable región de los Balcanes. Poco podían imaginar que los Estados fallidos, los conflictos sociales, el colapso económico y las nuevas formas de guerra asimétrica se extenderían en un amplio arco desde los países bálticos y Ucrania a través del Cáucaso hasta Oriente Medio y desde allí a las costas africanas del Mediterráneo, Marruecos y todo el desierto del Sáhara. Durante los últimos dos años, Rusia ha resurgido en el escenario de Oriente Medio, y su impacto sobre lo que sucede en los campos de batalla de Siria ha amedrentado a Occidente, Turquía, Arabia Saudí y Catar. Europa no ha logrado construir una política en el Mediterráneo y en el mundo árabe en general que se adapte a sus intereses y a su proximidad a la región, una política que no se vea determinada fundamentalmente por los intereses de Estados Unidos. En Oriente Medio está emergiendo una nueva estructura de poder a medida que Rusia se proyecta a sí misma como un actor cada vez más importante en la región y algunos países comienzan a permitirse importantes iniciativas que empujan a EE UU y a Europa a los márgenes del terreno de juego. Algunos observadores han dado la bienvenida a estos cambios, otros los desaprobarán, pero lo que nadie puede discutir es que su capacidad para influir en lo que sucede en la región está en declive. Dos ejemplos pueden ilustrar el rápido ritmo de cambio, uno de ellos en el Norte de África y el otro en el Golfo.

Fuente: el Orden Mundial en el Siglo XXI

Argelia, Túnez y Egipto comparten el común interés de querer acabar con el impasse en Libia. Existe el riesgo de que la violencia endémica en el país desde la muerte de Muamar el Gadafi se desborde más allá de sus fronteras —y de hecho ya ha sucedido, y de manera espectacular, en Túnez, con el atentado en la ciudad sureña de Ben Guerdane, o el intento de volar la planta de gas de Tiguentourine, en Argelia—. Las cosas se complicaron aún más cuando los tuaregs del norte de Malí que habían estado a las órdenes de Gadafi durante mucho tiempo regresaron a su país, con armamento robado en los arsenales libios, y estuvieron a punto de derrocar al régimen de Malí. Para evitar ese desenlace, los franceses tuvieron que intervenir militarmente en la Operación Serval. Mientras tanto, más de 5.000 yihadistas tunecinos y algunos menos provenientes de Marruecos podrían intentar regresar a sus países. Las consecuencias que podría tener algo así son impredecibles. Por muy buenas intenciones que tenga el enviado especial de Naciones Unidas en Libia y el respaldo de la UE al gobierno de unidad nacional con sede en Trípoli, en el oeste, el hecho de que el control de la parte oriental del país esté en manos del mariscal Jalifa Haftar significa que el enfrentamiento entre los dos mitades de Libia, Tripolitania y Cirenaica, continúa siendo un riesgo muy importante que los vecinos del país quieren evitar a toda costa. Y no desean tampoco convertirse en rehenes de los juegos de poder iniciados fuera de la región, que sienten que no son favorables a sus intereses. Rusia también ha entrado en acción en otro episodio protagonizado por su jefe del Estado Mayor del Ejército, Serguéi Shoigú, quien recibiría a Jalifa Haftar en el portaaviones Almirante Kouznetsov, atracado frente a la costa de la ciudad de Tobruk, que ambos hombres visitaron tras su reunión a bordo.

El barco realizaba el viaje de vuelta a Rusia desde Siria. Es difícil predecir la futura implicación de Moscú en Libia, pero el simbolismo de la presencia del barco lanzó un mensaje a las potencias occidentales, que desde su participación en la caída del antiguo dictador han sido incapaces de frenar el descenso del país en el caos. Ni Argelia, tradicionalmente, ni Egipto, al menos desde que tomara el poder el general Abdelfatá al Sissi, han tenido objeciones a que Rusia desempeñe un papel en la región. Argelia se mostró muy disgustada en 2011 después de que sus advertencias a París, Londres y Washington sobre el probable resultado de la intervención en Libia cayeran en oídos sordos. Otra demostración del modo en que Rusia se proyecta a sí misma como un actor importante —más allá de su papel en los campos de batalla clave de Siria— se produjo cuando la Autoridad de Inversiones de Qatar decidió invertir 5.000 millones de dólares en la empresa petrolera rusa Rosnest PJSC como parte de un trato por valor de 10.600 millones de dólares que también incluyó a Glencore Plc. Parte significativa de la cartera de inversión de Qatar sigue estando en EE UU, donde tiene el compromiso de invertir 35.000 millones de dólares durante los próximos cinco años. Pero el gobernante de Qatar, el emir Tamim bin Hamad al Thani, ha decidido minimizar los riesgos repartiendo sus apuestas. Su decisión de invertir en Rosnest se tomó mientras los aviones de combate rusos bombardeaban Alepo, donde ambos países se encuentran en bandos opuestos. El fuerte respaldo ruso al presidente sirio, Bashar al Assad, ha dejado a los países que, desde 2011, habían financiado y armado a los rebeldes islamistas, Qatar, Turquía y Arabia Saudí, en la estacada. Recientemente Ankara se ha ido aproximando mucho a su antiguo enemigo, Rusia, y Qatar ha seguido sus pasos. Moscú sospecha desde hace mucho tiempo que Qatar apoya a los grupos de militantes islamistas en Siria —una sospecha compartida por muchos observadores occidentales— y también en Chechenia.

Fuente: Rusia Today

Sin duda el emir recuerda que fueron agentes rusos quienes asesinaron al líder rebelde checheno Zelimján Yandarbíyev en la capital qatarí, Doha, en 2004. Otra señal de que los tiempos están cambiando es el modo en que Qatar está echando marcha atrás en sus promesas de mejorar su comportamiento en materia de derechos humanos tras lograr convertirse en el país anfitrión del Mundial de Futbol de 2022. En realidad, en la actualidad ni siquiera está molestándose en aparentar que cumple con su compromiso. Human Rights Watch ha señalado recientemente que los cambios en la legislación laboral que entró en vigor en 2016 “no protegerán a los trabajadores emigrantes de los graves abusos que caracterizan a la industria de la construcción de Qatar y a otros sectores escasamente remunerados de su economía”. El ascenso de Rusia y de los partidos populistas en Occidente, han infundido valor a Qatar para desechar cualquier promesa anterior de reformar sus leyes de trabajo. Y han animado también a otras potencias regionales a desempeñar un papel más decidido en la mediación en los conflictos del Norte de África y Oriente Medio. En vista del pésimo historial de Occidente en la región en las últimas décadas, este último cambio podría no ser tan malo, si bien solo podemos lamentar el primero. La visión del Oriente, siempre ha estado influida por su interesados vecinos occidentales. Ya en tiempo de griegos y romanos se contaban historias sobre fantásticos lugares allende los mares. Esto no se puede atribuir a una estrategia premeditada que tuviera como fin último ejercer control sobre esos territorios, sino que este tipo de comportamientos son más algo natural y humano que estratégico. No sólo se daba en una dirección, el desconocimiento de un territorio fuerza a la búsqueda de atributos que lo definan –Europa para los otomanos era Franjistán traducido como la tierra de los francos– Lo que está claro es que el poder suele venir de la mano de la capacidad de decir qué es cada cosa; por consiguiente, quien implanta la idea y visión en los de su alrededor tiende a ser el que manda en la cancha. La opacidad de la zona al este del Bósforo favoreció que se fuera creando una imagen distorsionada de esa región. La presencia del Imperio Otomano tampoco ayudó mucho.  El territorio de los sultanes hizo de barrera entre Europa y los lugares más allá de los dominios turcos.

El Imperio Otomano supuso una barrera para crear Oriente tras de sí. Al tiempo que este imperio fue troceado, la idea sobre aquel territorio fue modificándose.

No era fácil en la Europa de los siglos XIV-XVI hacerse una idea del tipo de mundo que existía al este del continente. Los europeos, centrados en afianzar sus fronteras, no habían desarrollado un interés claro por territorios externos. Todo lo que se iba sabiendo se encontraba en la literatura; obras con una narrativa que buscaba más el morbo que la descripción real de esos lugares. Día a día los barcos Ingleses, franceses y españoles empezaron a viajar rumbo este, abriendo nuevas rutas y descubriendo más sobre aquellas tierras. Ya a finales del siglo XVII se empezaron a fijar límites y fronteras para toda la tierra que se encontraba al este de Europa. Todas ellas se basaban en un eurocentrismo, teniendo a este continente como punto de referencia para cualquier otro tipo de definición geográfica. Quedaría entonces el Oriente dividido en tres partes en función de su proximidad a Europa. El Oriente Próximo abarcando la zona de los Balcanes; la región desde el este de la India al Mar de China sería el Lejano Oriente y todo el territorio entre medias quedaría como el Oriente Medio. Sin embargo, no sería hasta finales del XIX cuando la situación llevaría a fijar una definición de la región, lo que sería una herramienta de poder que cambiaría profundamente la concepción del Oriente Los enemigos de mis enemigos, ya no se sabe de quién son amigos. Esa es la geopolítica y la geoestrategia contemporánea en Oriente Medio. Estados Unidos, combate contra Irán en Siria, apoya a Irán en Irak contra el EI, negocia con Irán en Suiza a raíz del programa nuclear y combate contra Irán en Yemen apoyando a Arabia Saudita, el principal país que promueve el terrorismo. Y ahora EEUU tiene que dar protección con sus buques de guerra a los mercantes norteamericanos que navegan por el Estrecho de Ormuz, para evitar que no sean atacados por Irán. La creación del Estado Islámico por parte de ciertos países como Arabia Saudita, Turquía y Qatar ha pasado por tres etapas: la destrucción de los regímenes seculares y estabilizadores de Irak y Siria y el apoyo a los fundamentalistas sunitas contra Assad.

La primera etapa de la creación del grupo Estado Islámico se produjo durante la guerra de Irak y el derrocamiento del gobierno secular de Sadam Husein. Dicho régimen fue «corrupto, pero estabilizador«: durante su gobierno Al Qaeda no existía dentro de Irak, y el Estado Islámico tiene su origen precisamente en Al Qaeda. Además, EE.UU. dejó el poder en Irak –la mitad de la población del país es sunita– en manos de un Gobierno chiíta.

El hecho de que el Ejército iraquí y kurdo –los peshmergas– fuera derrotado por el Estado Islámico se debe a que los sunitas prefieren aliarse con sus correligionarios yihadistas a hacerlo con sus «adversarios religiosos» chiítas. La segunda etapa se dio en la campaña contra el Gobierno de Bashar al Assad en Siria. El presidente sirio contaba con una fuerza que durante muchos años mantuvo en «paz relativa» a un conjunto de sectas religiosas dentro del país. En sus intentos de desestabilizar al Gobierno de Siria, EE.UU. ayudó a los «precursores» del Estado Islámico en el país, entre los cuales, se encuentra el Frente al-Nusra. La tercera etapa de la formación del Estado Islámico tuvo lugar cuando «La administración Obama organizó a Arabia Saudita y Turquía para que financiaran y apoyaran a los rebeldes en Siria«, quienes, ya eran un «proto-Estado Islámico«. Arabia Saudita profesa principalmente el wahhabismo, una de la más «virulentas y agresivamente antioccidentales» versiones del Islam. Lo que explica que 15 de los 19 terroristas que secuestraron los aviones del 11 de septiembre de 2001 fueran sauditas, así como el propio líder de Al Qaeda Osama bin Laden.

Siria, Afganistán y Yemen comparten los primeros puestos de un triste podio global: son los países donde más personas murieron a consecuencia de conflictos armados durante 2018. Los balances señalan que, hasta finales de 2017, al menos 68,5 millones de personas se han visto obligadas a abandonar sus hogares como resultado de situaciones de conflicto, persecución, violencia o violaciones de los derechos humanos, según la Escola de Cutura de Pau. Desde The Objective, hemos seleccionado los principales conflictos armados que sacuden al mundo. Las causas de ellos son múltiples, pero destacan los conflictos por la aspiración a un cambio de Gobierno o de sistema, por demandas identitarias o por el control de recursos. Fuente: https://theobjective.com/further/el-mundo-en-guerra-asi-es-el-mapa-de-los-paises-en-conflicto

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