FRANCISCO DE QUEVEDO Y VILLEGAS
SONETO A UNA NARIZ
Érase un hombre a una nariz pegado,
érase una nariz superlativa,
érase una alquitara medio viva,
érase un peje espada mal barbado;
era un reloj de sol mal encarado.
Érase un elefante boca arriba,
érase una nariz sayón y escriba,
un Ovidio Nasón mal narigado.
Érase el espolón de una galera,
érase una pirámide de Egipto,
los doce tribus de narices era;
érase un naricísimo infinito, frisón archinariz,
caratulera, sabañón garrafal, morado y frito.
Érase un hombre a una nariz pegado,
érase una nariz superlativa; érase una nariz sayón y escriba;
érase un pez espada muy barbado;
era un reloj de sol mal encarado.
Érase una alquitara pensativa;
érase un elefante boca arriba;
era Ovidio Nasón más naridado.
Érase el espolón de una galera;
érase una pirámide de Egito,
los doce tribus de narices era;
érase un naricísimo infinito,
muchísima nariz, nariz tan fiera
que en la cara de Anás fuera delito.
Francisco de Quevedo y Villegas, 1580 – 1645
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