¿QUIÉN GANARÁ ESTA GUERRA, LOS «HIBRIDADOS» O LA DISIDENCIA REAL?

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A través de los medios oficialistas nos dicen que existen personas y grupos, debida o indebidamente asociados, que responden a una ideología excluyente de extrema derecha: nazis, fascistas, totalitarios, antidemocráticos, mafiosos… toda una serie de epítetos destinados al desprestigio del oponente, para así hacerse con el control total y absoluto de medios e instituciones.

Por otra parte, tenemos a esa población que, individual o colectivamente, se opone a ser regida por un gobierno autonómico y nacional tremendamente autárquico, que solo busca su propio beneficio y la permanencia en el poder, aun a costa de los derechos que asisten a todo ser humano. Ejemplos de ello son el desprestigio social hacia sus semejantes, la persecución y señalamiento por parte de asociaciones, partidos políticos e instituciones, la ruina económica y moral impuesta por los poderes fácticos, e incluso la amenaza a sus propias vidas.

A fin de cuentas, tanto el poder como los privilegios que poseen estos lobbies políticos y económicos son el caldo de cultivo perfecto para que individuos de esta élite digan que hacen un esfuerzo titánico para garantizar el bienestar de todos, cuando en realidad sirven a un poder oculto, ya sea por ignorancia o porque han sido sometidos e hibridados, con o sin su consentimiento.

Algunos dirán que estamos locos al afirmar esto. Pero si no fuera cierto, ¿cómo explicar que desde las instituciones europeas se pusieran en marcha en 2020 los fondos Next Generation por 750.000 millones de euros, de los cuales el 52 % son a fondo perdido y el 48 % restante en préstamos?

Muchos sostendrán que fue para impulsar la recuperación económica tras el Covid-19, o al menos eso dice la verdad oficial impuesta por la UE. Pero, ¿qué hay de cierto en ello? Como todo el mundo sabe, las casualidades no existen; obedecen a la ley de la sincronicidad. Y justo cuando iban a finalizar los ODS en 2020, se lanza la Agenda 2030 con sus 17 objetivos. Muchos avisábamos que no eran tales, sino una serie de mentiras muy bien disfrazadas, cuyo único propósito es el control total de la población sobre sus libertades y derechos, además de una reducción de la población mundial por diversos métodos: potenciación del aborto mediante regulaciones políticas, ideología de género, feminismo excluyente, ciudades de quince minutos, territorios de cuarenta y cinco, la inclusión de inteligencias artificiales en todas las administraciones públicas, la puesta en marcha de una billetera con dinero digital y, por si esto falla, una normativa mundial de la ONU que solicita a todos los gobiernos competencia exclusiva en materia de pandemias.

No se trata de ayudar a las personas en casos de necesidad extrema, sino todo lo contrario. Serán justamente estas competencias las que permitirán a los grandes oligarcas del nuevo orden mundial (NOM), en nombre de todos los gobiernos, imponernos, con miedo de fondo y la caducidad del dinero digital, la posibilidad de vivir o morir si no se aceptan vacunas ARNm para cualquier pandemia, como ocurrió con el Covid-19, supuestamente para lograr inmunidad de rebaño.

Sin embargo, estudios científicos, como los del catedrático D. Pablo Campra Madrid, demostraron que las vacunas de ARNm contienen óxido de grafeno reducido sin cuantificar. Este material, en contacto con la biología humana bajo ciertas condiciones de temperatura y radiaciones no ionizantes en forma de ondas radiofrecuencia (RF), se autoensambla hasta formar una especie de chips que, por su tamaño nanométrico y a través del torrente sanguíneo, pueden alojarse en el cerebro y recibir o emitir órdenes vía 5G. Opera en un amplio rango de ondas milimétricas, desde menos de 6 GHz hasta 24 GHz, momento en el que adquiere propiedades de emisor y receptor simultáneamente.

Esto podría parecer ciencia ficción, pero no lo es. Es la triste realidad de lo ocurrido hasta hoy, y explica por qué los políticos de todo signo callan, obedeciendo a los demonios de este mundo, capaces incluso de conducirnos a la extinción mediante la hibridación del ser humano, una vez que este material es introducido en nuestro cuerpo vía inyectables, aire o alimentos.

A partir de ese momento, las personas dejan de ser humanas para convertirse en seres sin alma, sin compasión ni apego a sus semejantes, incapaces de reconocer que han sido poseídos por el mismísimo diablo. Son borregos del sistema que nos llevará a la desaparición del ser humano sobre la Tierra. Todo ello sucede en una guerra silenciosa, sin armas ni soldados, pero infinitamente más efectiva: el miedo infundido por los medios convencionales enfrenta a los crédulos y a los disidentes en torno a cuestiones espeluznantes: vacunas para detener supuestas pandemias, inteligencia artificial en servicios públicos, billetera y dinero digital vinculados a la huella de carbono, ciudades de quince minutos, zonas de bajas emisiones y, por supuesto, el control total de las redes para imponer la verdad oficial, bajo sanciones e incluso cárcel para quienes disientan.

Nos gustaría tener una bola de cristal para prever el futuro, pero no está escrito; será consecuencia lógica de lo hecho en este mundo presente. Lo ideal sería que se unieran todas las personas que no piensan perecer a manos de estos demonios, representados por la élite globalista, quienes ya han mostrado cómo quieren hacer desaparecer a la humanidad, sin antes dar la última batalla. Probablemente, dada la incorporeidad y superioridad tecnológica de nuestros enemigos, esta batalla esté perdida.

Pero aún queda esperanza antes de reunirnos con nuestro Creador: vivir la vida de forma ordenada frente al desorden y organizada frente al caos. Mientras tanto, nuestra obligación es mostrar a los engañados que su tiempo como seres humanos se agota, si no quieren descubrir por sí mismos quiénes son realmente los responsables de tanto control y de la pérdida de libertades hacia sus semejantes. De lo contrario, sus vidas no habrán servido para nada, solo para alimentar bichos y demonios.

¡DESPERTAD Y UNÁMONOS!

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