PSOE: ¿Ha habido alguna vez cien, mil, diez mil socialistas justos, decentes y sobrios?

Homenaje a Enrique Jardiel Poncela
CARLOS AURELIO CALDITO AUNIÓN
En la España contemporánea, el socialismo ha experimentado una metamorfosis digna de una comedia de Jardiel Poncela. Si el autor se preguntaba irónicamente si hubo alguna vez once mil vírgenes, hoy podríamos preguntarnos, con igual escepticismo y sarcasmo, si ha habido alguna vez cien, mil, diez mil socialistas justos, decentes y sobrios. Porque el socialismo patrio, especialmente el representado por el PSOE, parece haber hecho del doble rasero y la contradicción una seña de identidad, tan visible como la fachada de cualquier Parador Nacional en el que se celebran sus fastos privados.

El mito del socialista impoluto y la realidad del burdel
Los socialistas de manual se presentan como adalides de la igualdad, la justicia y la liberación de la mujer. Sus programas rebosan de promesas para abolir la prostitución y erradicar la explotación sexual, mientras proclaman a los cuatro vientos su lucha contra el patriarcado y la opresión. Sin embargo, la realidad es mucho más prosaica: los mismos que redactan leyes abolicionistas son, a menudo, asiduos de burdeles, orgías y fiestas privadas en paradores, todo ello, por supuesto, a costa del erario público.
No es un secreto que episodios como la polémica fiesta de José Luis Ábalos en el Parador de Teruel, a la que asistieron altos cargos socialistas, han puesto en evidencia la distancia abismal entre el discurso oficial y la conducta privada de sus protagonistas. La entonces delegada del Gobierno (hoy Ministro), Pilar Alegría, y el presidente aragonés, Javier Lambán, terminaron admitiendo su presencia en el lugar, tras negarse inicialmente a dar explicaciones. Mientras tanto, el partido condenaba la prostitución y proclamaba su compromiso con la igualdad, en una demostración de virtuosismo retórico solo equiparable a la capacidad de Jardiel para multiplicar vírgenes en sus novelas.
Socialismo de escaparate: casa nueva, coche nuevo y nueva compañera
La evolución del socialismo español ha transitado del materialismo histórico al materialismo inmobiliario. La lucha de clases se ha transformado en la lucha por la mejor hipoteca, el coche más reluciente y la pareja más joven. El socialismo científico ha dado paso al socialismo de escaparate, donde la igualdad se mide en metros cuadrados, caballos de potencia y seguidores en Instagram. La revolución ya no se hace en las calles ni en las fábricas, sino en las oficinas de ventas y los concesionarios de automóviles. La dictadura del proletariado se ha transformado en la dictadura del algoritmo de Tinder.
Legislación, feminismo y efectos boomerang
El PSOE se reivindica como impulsor de los derechos de las mujeres, pero su historial está plagado de sombras. No se puede olvidar que sus antecesores lincharon, acosaron y obligaron al exilio a Clara Campoamor, oponiéndose a que se concediera el derecho al voto femenino durante la Segunda República. En la actualidad, la aprobación de leyes que han generado debate sobre la definición legal de «mujer» y la rebaja de penas a violadores, abusadores, pederastas y delincuentes sexuales han alimentado la percepción de que la retórica igualitaria es, en muchos casos, puro humo legislativo. La realidad es que, mientras se llenan la boca con la defensa de la mujer, sus acciones han terminado beneficiando a quienes deberían ser castigados con mayor severidad.
El socialismo, una cultura de consumo y contradicción
El socialismo fue, en su origen, o pretendía serlo, una cultura transformadora, una propuesta ética y política para superar las injusticias del capitalismo. Hoy, en su versión más caricaturesca, se ha convertido en una cultura de consumo, donde la revolución se mide en bienes materiales y la utopía es un chalet adosado con garaje y piscina comunitaria. La propiedad social de los medios de producción ha sido sustituida por la propiedad privada de la segunda residencia, el utilitario de alta gama y la pareja «a la última».
Jardiel Poncela y el socialismo: la sátira como espejo
Como en la novela de Jardiel, donde la cifra de once mil vírgenes es tan absurda que sólo puede provocar la carcajada, la cifra de socialistas decentes y coherentes parece igual de inverosímil. Si los hubo, deben estar escondidos en alguna dimensión paralela, junto a las vírgenes de Jardiel y los políticos honrados. Aquí, en nuestro mundo, lo más parecido a un socialista justo es un unicornio con carnet del partido… o la virgen número 11.001, esa que ni siquiera el propio Jardiel se atrevió a inventar.
Conclusión: la coherencia, ese mito
El PSOE mantiene una postura pública de lucha contra la explotación y a favor de la igualdad, pero los hechos y decisiones de algunos de sus representantes, así como ciertas incoherencias históricas y legislativas, han suscitado críticas y dudas sobre la autenticidad y coherencia de su compromiso. La búsqueda del socialista justo, decente y sobrio seguirá siendo una aventura tan absurda como divertida, digna de una sátira eterna. Y, al menos, nos queda el consuelo del sarcasmo y la certeza de que, en política, la realidad siempre supera a la ficción.