¿Por qué y para qué pagamos impuestos? — Cómo mantener 200 tributos, 17 reinos de taifas, 8.000 ayuntamientos y un ejército en «misiones humanitarias» por todo lo largo y ancho de este mundo…

CAROLUS AURELIUS CALIDUS UNIONIS
Españolito de a pie, ¿te has preguntado últimamente por qué pagas impuestos? ¿No? Normal. Estás demasiado ocupado calculando si llegas a fin de mes, si te suben la hipoteca, si puedes poner la calefacción o si los 21 impuestos de tu comunidad autónoma te permitirán celebrar el cumpleaños de tu hijo sin que te embarguen la tarta. Pero no te preocupes, aquí va una explicación sencilla, pedagógica y cargada de amor fiscal.
Pagamos impuestos por todo. Y cuando digo todo, es TODO.
¿Trabajas? IRPF.
¿Compras? IVA.
¿Tienes una segunda vivienda vacía en la playa, o en la montaña? Imputación de renta presunta.
¿Has heredado el piso de tu abuela? Sucesiones.
¿Te casas un sábado por lo civil? Tasa especial.
¿Te mueres? Cementerio, inhumación, incineración, y a tributar en el más allá.
¿Mascota? Tasa.
¿Andamio? Tasa.
¿Piscina? Impuesto.
¿Rodaje? Tasa municipal.
¿Coche? Gasolina, circulación, ITV, aparcamiento, zona azul, zona verde, zona desesperación.
En resumen: Estás obligado a pagar por vivir… Por morir también. Y todo tributa.
¿Y para qué sirven nuestros impuestos?
Para todo… excepto para nosotros.
El Gobierno nos machaca con anuncios que proclaman:
“No son milagros. Son tus impuestos”.
Y uno no sabe si reír o llorar, porque si esto es un milagro, es de los que suceden en las Bodas de Caganer (una especie de broma popular catalana donde se representa la transgresión más grotesca en medio de lo sagrado) y no en las de Caná, donde según el Evangelio de Juan (2:1-11), Jesús transformó agua en vino en una boda en Galilea, demostrando generosidad divina. Lo que hace el gobierno no parece tan milagroso, ¿verdad?
¿Enseñanza?
Líderes en fracaso escolar y abandono temprano, y muchas cosas más, según los informes PISA.
Los alumnos españoles salen del sistema sabiendo hacer TikToks, pero incapaces de leer una oración compleja o entender una regla de tres. Pero eso sí: con talleres de drag queens, igualdad fluida y sostenibilidad interiorizada desde los tres años.
¿Sanidad?
Listas de espera que no se miden en días, sino en estaciones del año.
Citas para el médico dentro de tres semanas, operaciones dentro de tres años. Pero no pasa nada, porque tú ya pagas también un seguro privado (si te lo puedes permitir).
Así que no son milagros, NO: son tus impuestos pagando dos veces.
¿Justicia?
Un sistema que es lento, arbitrario, caro y en multitud de ocasiones injusto.
Juicios que duran más que un máster universitario. Jueces colonizados por la política, CGPJ controlado por el PP y el PSOE, y sentencias que parecen salidas de una tómbola… Acudir a un tribunal es como acudir a un casino de juego en el que el crupier hace trampas y la ruleta está trucada.
Si buscas justicia en España, mejor que reces, y hagas caso a tu abogado cuando te diga aquello de «España es un estado de derecho en el que, es mejor que renuncies a tus derechos, para que no se cabreen el juez y el fiscal»… Y aun así, «Dios» te pedirá el modelo 303 (El Modelo 303 es el pago trimestral fraccionado del IVA. Debe presentarlo cualquier profesional o empresario que desarrolle una actividad sujeta a IVA)
¿Y las obras públicas? Más que obras, sobrecostes.
En España los sobrecostes en los contratos de obra y de bienes y servicios suelen acercarse al 70% respecto del gasto inicial previsto en las diversas administraciones… y en el menor de los casos al 20%…
Sobrecostes sistemáticos, licitaciones dirigidas, adjudicaciones sospechosas, reformados eternos…
De ahí salen muchos “milagros” y no pocos “milagritos”:
El milagro del primo que construyó el puente,
El de la empresa que factura por papeleras doradas,
Y el del político que «se marchó con las manos vacías» y volvió con tres casas en Galapagar.
Y mientras tanto, el agujero: un billón de deuda pública.
Con alrededor de un billón de euros de deuda acumulada —que equivale a más del 110% del PIB—, España vive en una huida hacia adelante financiera.
Se recauda más que nunca, se paga más que nunca, y se debe más que nunca.
No es gestión: es saqueo continuado. Y si no llega, se inventan nuevos tributos.
Y ahora… vienen más. Muchos más.
Prepárate para los nuevos impuestos para el “rearme”:
Porque hay que defender algo (no sabemos qué), en algún lugar (no sabemos dónde), con unas tropas (que no vemos) y unos gastos (que no nos explican).
¿Mali? ¿Líbano? ¿Chad? Allí están los soldados españoles, en “misiones internacionales” con presupuestos secretos, mientras en la riada de Valencia, en los incendios de Galicia, o de Extremadura… o en la crisis migratoria de Canarias… no hay ni helicópteros ni botas en el suelo.
¿Llegará también el impuesto del «apagón preventivo»?
Ya pagamos por no tener centrales nucleares, por comprar energía nuclear a Francia, por importar gas de Argelia a precio de oro, por paneles solares que no te dejan usar, y por impuestos verdes que encarecen hasta la sombra.
¿Lo próximo? El impuesto por encender una vela sin licencia.
Y no olvidemos el decorado institucional: España, el país con más pesebres que caballos
Más de 8.000 ayuntamientos.
17 gobiernos autonómicos y 2 ciudades autónomas.
41 diputaciones provinciales, 3 de ellas diputaciones forales y en las islas, los Cabildos Insulares Canarios y Consejos Insulares de las Islas Baleares.
Decenas de miles de empresas públicas, entes instrumentales, observatorios, fundaciones, organismos “autónomos” que no rinden cuentas.
ONG subvencionadas con millones de euros, sin supervisión, sin control ni auditorías de clase alguna.
Una verdadera selva parasitaria de “estructuras del bienestar” que no generan bienestar, sino que lo succionan.
¿Y a qué se destinan tus impuestos realmente?
A mantener a un ejército de liberados sindicales, a pagar el sueldo de políticos, asesores, guardaespaldas y chóferes de lujo, a financiar viajes internacionales de funcionarios y altos cargos a destinos exóticos, y SÍ, a fiestas con putas y cocaína, entre otros estupefacientes.
Lo que no se cuenta en los comunicados oficiales es que gran parte de lo que “recaudamos por el bien común” termina en manos de una élite corrupta, que se sirve de nuestros impuestos no solo para vivir a cuerpo de rey, sino también para disfrutar de placeres de dudosa moralidad, en una fiesta-orgía interminable que bien podría durar hasta el fin de los tiempos… o hasta que se acaben los fondos.
En resumen: no es redistribución. Es expolio.
Pagas impuestos no para recibir servicios dignos, sino para mantener una maquinaria clientelar.
Un sistema que castiga al que produce, premia al que parasita y sobrevive saqueando al que no se puede escapar.
Y el colmo del cinismo:
El gobierno nos machaca con la frase «no son milagros, son tus impuestos», mientras la deuda pública se acerca al billón de euros y la recaudación se destina a mantener un sistema corrupto y de despilfarro. En lugar de presentar unos presupuestos generales con previsión de ingresos y gastos, el gobierno prefiere prorrogarlos año tras año, sin rendir cuentas a los españoles, como si la previsión de recursos fuera un lujo innecesario. Pero claro, lo realmente innecesario es que los ciudadanos sigan exigiendo justicia, educación de calidad o una sanidad digna, porque, como ya sabemos, el dinero no se destina a eso.
Así que ya sabes, españolito:
No son milagros. Son tus impuestos… pagando el milagro de que aún no hayas huido.