La orgía de subvenciones del régimen: Sánchez reparte 5.000 millones como quien lanza billetes en un burdel

Mientras el español medio pelea por llenar el depósito del coche, pagar la hipoteca o encender la calefacción, o poner el aire acondicionado, sin que salte la factura como un misil balístico, Pedro Sánchez y su troupe socialcomunista —con el beneplácito de filoterroristas, separatistas y el habitual ramillete de parásitos institucionales— se dedican a regalar el dinero de todos los españoles como si no hubiera un mañana. Como si lo hubieran parido ellos. Como si el presupuesto nacional fuera un monedero privado para satisfacer clientelas ideológicas, comprarse fidelidades y pagar silencios. Porque el maná público, en manos de este gobierno, no es un bien común: es una droga electoral, una herramienta de colonización social y una mordaza institucional.

5.000 millones de euros.

No es una cifra simbólica. No es una errata. No es una exageración de tertuliano enrabietado. Es lo que el Gobierno ha repartido —sin control, sin presupuestos, sin límites, sin vergüenza— entre más de 6.000 entidades, asociaciones, ONGs, sindicatos, partidos y lobbys ideológicos durante 2024. Eso sí, ni una palabra en el Congreso, ni una comisión de seguimiento, ni una auditoría externa, ni un atisbo de control democrático. Transparencia: cero. Arrogancia: mil. Legalismo: el justo para que parezca que no delinquen.

¿El contexto? Una deuda pública que se aproxima ya a los 2 billones de euros. Una presión fiscal récord. Una inflación asfixiante. Un crecimiento raquítico. Una natalidad por los suelos. Una población envejecida. Unos servicios públicos desbordados. Y un país que se hunde en la mediocridad moral y económica.

Y mientras tanto, en la Moncloa, reparten el botín.

ONG, sindicatos, partidos… y ornitólogos subvencionados

Entre los agraciados con este torrente de dinero figuraban las ONG de siempre: esas que, bajo el manto de la solidaridad, son en muchos casos auténticas agencias de colocación para amigos, excandidatos, paniaguados y activistas reciclados. Médicos del Mundo (24,5 millones), Oxfam Intermón (5 millones), Acnur (22,7 millones), Fundación Mujeres (3,5 millones), Nuevo Hogar Betania (5,1 millones)… y hasta Veterinarios sin Fronteras, porque, ya se sabe, sin veterinarios globalistas no hay paraíso.

Pero no todo va de humanidad y ayuda internacional. También hay sitio para causas tan perentorias y urgentes como la Fundación de la Industria del Juguete (casi 5 millones) o la Sociedad Española de Ornitología (otros 5 millones). Quizá no tengamos pediatras en muchas provincias, ni camas en la UCI suficientes, ni programas de atención decente para los enfermos de ELA, pero al menos los pájaros están a salvo. Y los peluches también.

El dinero de todos para los de siempre

Los sindicatos no se quedan atrás, claro. UGT (10,8 millones), CCOO (7,9 millones) y sus filiales regionales (Cataluña, Castilla-La Mancha, etc.) siguen chupando de la teta pública como si fueran una especie protegida. Hace décadas que dejaron de representar a trabajadores y se convirtieron en lobbies gubernamentales, apéndices del poder, mamporreros de la política oficialista. Pero siguen cobrando. Sin rendir cuentas. Sin justificar impacto. Sin necesidad de afiliar a nadie.

Y luego están los partidos. No contentos con financiarse con subvenciones electorales, sueldos públicos, prebendas parlamentarias y otras canonjías, también pillan del pastel. El PSC (7,2 millones), ERC (3,8 millones)… La izquierda independentista, siempre tan crítica con España, nunca tiene reparos a la hora de meter la mano en la caja. Ya no sólo saquean desde sus gobiernos autonómicos: ahora también desde Madrid, con el beneplácito del doctor Sánchez.

Europa también paga… sin saberlo

Casi 1.000 millones de estos 5.000 proceden de los fondos europeos del Mecanismo de Recuperación y Resiliencia (MRR). Es decir: no sólo los españoles estamos financiando esta bacanal, también los contribuyentes europeos, que creían que su dinero iba destinado a reformas estructurales, digitalización y crecimiento productivo, no a asociaciones de género, redes clientelares o plataformas de ciberactivismo subvencionado.

Pero a Sánchez y su troupe no les importa. Europa les queda lejos, y mientras Von der Leyen siga tragando, ellos seguirán ordeñando.

No hay dinero para la Ley ELA, pero sí para el chiringuito

Este festín de 5.000 millones supera el coste del Ingreso Mínimo Vital y multiplica por 21 el coste estimado para implantar una ley eficaz contra la ELA, esa enfermedad neurodegenerativa que condena a miles de personas a una vida de sufrimiento y marginación. Para ellos, nada. Para la “Fundación Alianza Derechos de Igualdad y Solidaridad”, 10 millones. Porque en la España de Sánchez, el dolor no cotiza; el activismo, sí.

Subvenciones como sobornos ideológicos

Este no es un caso aislado. Es un patrón. Un sistema. Un régimen que no gobierna, sino que compra voluntades, financia obediencias y paga silencios. Sánchez no construye país: construye redes clientelares. No redistribuye riqueza: redistribuye servidumbres. No ejerce el poder: lo prostituye.

Y todo sin presupuestos generales del Estado, porque este Gobierno lleva años gobernando a golpe de decreto, de “escudo social”, de emergencia inventada o de estado de alarma encubierto. El Parlamento está pintado. La ley, torcida. La democracia, convertida en un sarcasmo.


En resumen:

5.000 millones para la gran familia del régimen.
0 euros para la regeneración institucional.
0 euros para mejorar la sanidad o aliviar la carga fiscal.
0 euros para natalidad, industria o inversión real.
Y una deuda que nos sepultará durante generaciones.

¿Y después de eso? Nada.
Porque la indignación no cotiza, la protesta no subvenciona, y el voto clientelar da más rendimiento que la ética.

Pero tranquilos, ciudadanos.
Los pájaros duermen tranquilos. Y los sindicatos, también.

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