Fuerzas Armadas Españolas: Opacidad, falta de control parlamentario y arbitrariedad gubernamental…

La falta de transparencia en los diversos compromisos internacionales alimenta la sospecha de que los intereses nacionales quedan supeditados a agendas ajenas y, a menudo, contrarias a los de la nación española.
CARLOS AURELIO CALDITO AUNIÓN
La falta de transparencia en los diversos compromisos internacionales alimenta la sospecha de que los intereses nacionales quedan supeditados a agendas ajenas y, a menudo, contrarias a los de la nación española.
La situación actual de las Fuerzas Armadas Españolas (FAS) es el reflejo de una profunda crisis de confianza en las instituciones, una falta de transparencia alarmante y una desconexión creciente entre las prioridades nacionales y las decisiones políticas en materia de defensa. Todo ello se agrava en un contexto donde, a pesar de la opacidad y el descontrol, se exige a los ciudadanos que asuman un mayor esfuerzo fiscal para financiar un aumento del gasto militar, mientras los escándalos de corrupción, despilfarro y conductas inmorales en la clase política erosionan aún más la legitimidad del sistema.
Misión constitucional y deriva legal: de la defensa nacional a la proyección internacional
La Constitución Española de 1978 establece con claridad que las FAS existen para garantizar la soberanía, la independencia, la integridad territorial y el orden constitucional. Sin embargo, la Ley Orgánica 5/2005 de la Defensa Nacional abrió la puerta a una reinterpretación de la misión militar, permitiendo la participación en operaciones internacionales de paz, estabilidad y ayuda humanitaria, incluso aunque no estén directamente relacionadas con la defensa de España.
Este marco legal ha sido utilizado por los sucesivos gobiernos para justificar el despliegue de miles de soldados en el exterior, muchas veces en misiones cuyos objetivos reales son opacos, poco explicados a la ciudadanía y, en ocasiones, ajenos a los intereses nacionales. El resultado es una política de defensa cada vez más supeditada a exigencias externas (OTAN, UE, Estados Unidos) y a acuerdos internacionales poco transparentes, mientras las amenazas concretas a la seguridad de España (como la presión de Marruecos o la inmigración irregular) quedan relegadas a un segundo plano.
Opacidad, falta de control parlamentario y arbitrariedad gubernamental
Uno de los aspectos más preocupantes de la situación actual es la absoluta falta de transparencia y control democrático sobre la política de defensa:
- Decisiones arbitrarias: El Gobierno puede desplegar fuerzas en el exterior sin una auténtica supervisión parlamentaria. Si bien la ley exige autorización del Congreso para misiones prolongadas, la práctica demuestra que muchas operaciones se aprueban sin debate público ni rendición de cuentas.
- Presupuestos opacos: El gasto en defensa, especialmente en misiones exteriores, se financia en gran parte mediante partidas extrapresupuestarias y fondos de contingencia, sin información clara ni detallada para los ciudadanos. En 2025, por ejemplo, se han destinado más de 1.200 millones de euros a operaciones internacionales, mientras el gasto militar total supera los 60.000 millones anuales, cifras que superan ampliamente las oficiales.
- Acuerdos turbios: La política de defensa está condicionada por acuerdos bilaterales y multilaterales con países que, en algunos casos, son potencialmente hostiles a España. La falta de transparencia en estos pactos alimenta la sospecha de que los intereses nacionales quedan supeditados a agendas ajenas y, a menudo, contrarias a los de la nación.
Amenazas reales ignoradas: Marruecos, inmigración y la dudosa solidaridad europea
Mientras los recursos se destinan a misiones en lugares tan dispares como Eslovaquia, Líbano, Irak, Somalia o Malí, las amenazas más urgentes para España siguen sin respuesta contundente:
- Marruecos: Las reivindicaciones territoriales sobre Ceuta y Melilla, las maniobras militares y la presión diplomática son una amenaza directa a la integridad territorial de España.
- Inmigración descontrolada: La llegada masiva de inmigrantes irregulares a través de la frontera sur ha provocado crisis que España ha tenido que afrontar prácticamente en solitario, ante la indiferencia o la ayuda insuficiente de la Unión Europea.
- Solidaridad europea incierta: La experiencia demuestra que la UE es poco fiable cuando se trata de defender los intereses españoles en la frontera sur. Las promesas de apoyo se diluyen ante la realidad de una Europa dividida y poco dispuesta a asumir responsabilidades compartidas.
El debate sobre el gasto en defensa: ¿más impuestos para más opacidad?
A pesar de esta situación de opacidad y descontrol, las presiones externas para aumentar el gasto en defensa son cada vez mayores. España invierte en misiones internacionales diez veces más que la media de la OTAN, y la exigencia de Bruselas y Washington es clara: más dinero para defensa, aunque eso implique aumentar la presión fiscal sobre los ciudadanos.
Este debate se produce en un contexto de crisis económica, deuda pública desbordada y escándalos de corrupción y despilfarro en la clase política. No faltan ejemplos de gobernantes y sus socios implicados en casos de malversación, uso de fondos públicos en prostíbulos, fiestas, drogas y otros excesos, lo que agrava la percepción de que el sacrificio fiscal que se exige a los españoles no se traduce en una mejor defensa ni en una mayor seguridad para la nación.
¿Al servicio de quién están las Fuerzas Armadas Españolas? ¿Mercenarios o garantes de la soberanía nacional y de la Constitución?
La pregunta es inevitable: ¿sirven las FAS realmente a los intereses de España y de los españoles, o son instrumentos al servicio de potencias extranjeras, de una solidaridad europea inexistente o de oscuros intereses políticos y económicos?
La creciente participación en misiones internacionales, la falta de inversión en la defensa interna y la opacidad en la toma de decisiones alimentan la sospecha de que las FAS se están convirtiendo en “mercenarios” al servicio del mejor postor, mientras las necesidades reales de la nación quedan desatendidas.
¿Qué hacer? Transparencia, control democrático y estrategia nacional
Para revertir esta situación, es imprescindible:
- Transparencia absoluta: Información pública y detallada sobre los objetivos, costes y resultados de todas las misiones exteriores.
- Control parlamentario real: El Congreso debe autorizar y supervisar todas las operaciones militares, con rendición de cuentas periódica y acceso a toda la información relevante.
- Debate público: La ciudadanía debe conocer y debatir las prioridades de la política de defensa, especialmente cuando se les exige un mayor sacrificio fiscal.
- Estrategia nacional coherente: Definir claramente las amenazas prioritarias (Marruecos, inmigración, integridad territorial) y orientar los recursos y la acción de las FAS a la defensa de los intereses nacionales, sin supeditarse a acuerdos opacos ni a exigencias externas.
Conclusión: Está en juego, la supervivencia de la nación
La situación actual de las Fuerzas Armadas Españolas exige un debate profundo y honesto sobre su papel, sus objetivos y su lealtad. Solo con transparencia, control democrático y una estrategia nacional clara se podrá garantizar que las FAS sigan siendo motivo de orgullo y garantes de la seguridad de todos los españoles. De lo contrario, corremos el riesgo de ver cómo nuestros impuestos financian no la defensa de España, sino los intereses de terceros, mientras la nación queda cada vez más expuesta y desprotegida.
En definitiva: La supervivencia de España como nación soberana y la seguridad de sus ciudadanos dependen de que las Fuerzas Armadas estén realmente al servicio del interés nacional, y no de la arbitrariedad de unos gobernantes ni de la presión de potencias extranjeras o de una Europa que, cuando más se la necesita, suele mirar hacia otro lado.