ESPAÑA SAQUEADA, POR QUÉ Y CÓMO HEMOS LLEGADO HASTA AQUÍ. SEXAGÉSIMO CUARTA PARTE.- Por qué algunas naciones tienen éxito y otras fracasan, como es el caso de España…

CARLOS AURELIO CALDITO AUNIÓN

«El ingreso per cápita de Noruega es al menos 50 veces el de un país pobre del África subsahariana como Sierra Leona o uno de América como Haití… La esperanza de vida en Sierra Leona al nacer está en torno a los 30 años y la esperanza de vida en Noruega es de 80 años… una diferencia extraordinaria en cuanto a la calidad y la esperanza de vida y el bienestar de las personas».

Los economistas Daron Acemoglu, del MIT, y James A. Robinson, de la Universidad de Harvard han estudiado la diferencia entre países pobres y prósperos.

Acemoglu y Robinson, en su libro «Por que fracasan los países» nos hablan de la ciudad de Nogales, que está dividida en dos por una verja. Los habitantes al norte y al sur de dicha verja disfrutan del mismo clima, de idénticas condiciones geográficas, son de la misma raza y se les supone el mismo grado de inteligencia. Sin embargo, los habitantes al norte de la verja tienen una renta per cápita tres veces superior a sus vecinos del sur, mucha mejor formación y una mayor calidad de vida. La razón de esta extraña diferencia es, sencillamente, que Nogales del Norte forma parte de Estados Unidos mientras que Nogales del Sur está en territorio mexicano. Unos pertenecen a un país más rico y otros a un país más pobre.

Pero ¿por qué motivo Estados Unidos es más rico que México?

El caso de Nogales no es único, piensa, por ejemplo en la frontera que separa Corea del Norte y Corea del Sur -desde 1953, tras la guerra de Corea-, o en Berlín, que se dividió entre el este y el oeste después de la segunda guerra mundial. Corea del Sur se ha vuelto mucho más rica que Corea del Norte y Berlín Occidental se convirtió en mucho más rico que Berlín Oriental, hasta la reunificación, en 1989…

Volvamos a Nogales:

Debido a la tensa relación que se vivía entre los EEUU y Méjico durante la década de 1910, las autoridades mexicanas levantaron cercas temporales en la frontera. Pero tras La Batalla de los Ambos Nogales, que estalló en 1918, se construyó la primera valla fronteriza permanente entre las dos poblaciones. Desde entonces, hay dos nogales, aparentemente muy similares en muchos aspectos, pero en los asuntos realmente relevantes para la vida y las oportunidades de las personas, son dramáticamente diferentes.

Se han ofrecido todo tipo de explicaciones para explicar este dramático desajuste en la riqueza de las naciones.

Una de ellas es… LA CULTURA.

Hay quienes afirman que, en determinados lugares está muy arraigada una ética de trabajo protestante, y por el contrario, en otros lugares la gente es más holgazana. Muchos, como Max Weber, atribuyen las diferencias de riqueza, de prosperidad, entre países a las diferentes culturas, religiones, creencias y valores de sus habitantes, y otros incluso a su raza, inteligencia o conocimientos. Por otro lado, también están quienes afirman que, las diferencia entre países pobres y países ricos guarda relación con la ignorancia de los gobernantes de los países pobres, que quieren sacar adelante sus países pero no saben cómo. 

Pero, ninguna de las dos interpretaciones puede explicar el caso de Nogales.

No existen diferencias culturales significativas entre el norte y el sur de Nogales respecto de la música, de la comida, de los valores familiares, etc.

Es mucha la gente que dice: «la razón por la que Estados Unidos es tan próspero es porque vinieron los ingleses, trajeron la ética de trabajo protestante anglosajona…» Es cierto que entre las antiguas colonias británicas están Estados Unidos, Australia y Nueva Zelanda, pero también Zimbabue y Sierra Leona que, no son precisamente un buen ejemplo de prosperidad y buena vida.

Entonces, si no es la cultura, ¿qué más podría explicar la desigualdad de la riqueza? Hay quienes apuntan la idea de la ubicación geográfica.

Quizás algunos países tienen una ubicación ventajosa: mejor clima, por ejemplo, o están bien situados, en una ruta comercial.

Pero eso tampoco puede explicar el fenómeno de Nogales.

Tambiénhay quienes dicen que, la prosperidad de una nación depende de que posea, o no, recursos naturales.

Noruega, por ejemplo, tiene petróleo.

Sí, y Arabia Saudita, y Venezuela y Angola también tienen petróleo… Los recursos naturales son excelentes si los tienes. Pero lo realmente importante es lo que se hace con ellos.

Ni Corea del Sur ni Japón son ricos en recursos naturales. Quizás tengan buena tierra, es un bien que se distribuye por todo el mundo. Pero necesita inversión, tecnología, riego, fertilizantes para ser productivo.

También podemos fijarnos en Suiza: no posee salida a ningún océano, y sin embargo tiene una de las mayores flotas marítimas del mundo; no tiene cacao, pero fabríca el mejor chocolate del mundo; en sus pocos kilómetros cuadrados, cría diversos tipos de ganado y cultiva el suelo solo cuatro meses al año ya que el resto del tiempo está helado, cubierto de nieve; pero tiene los productos lácteos de mejor calidad de toda Europa. Suiza no tiene productos naturales, pero produce y exporta servicios con calidad muy difícil de superar. Es un país pequeño que da una imagen de seguridad, orden y trabajo, que ha acabado convirtiendo a Suiza en la “caja fuerte” del mundo.

Entonces, si la cultura, la geografía y los recursos naturales no pueden explicar el que haya unos paíse más prósperos que otros, ¿qué puede ser?

Acemoglu y Robinson concluyen que, la razón fundamental de que haya países ricos y países pobres guarda relación con que posean, o no, determinadas instituciones y cómo funcionan las mismas. Obviamente están hablando de las reglas que los propios humanos crean y que influyen en sus incentivos y oportunidades.

Los países ricos, según ambos economistas, poseen instituciones que funcionan, como parlamentos o tribunales honestos y reglas que rigen los derechos de propiedad y fomentan la competencia empresarial y fomentan la economía de mercado. Y esas reglas tienden a ser justas, predecibles y se aplican a todos por igual.

James Robinson establece una distinción entre lo que él llama instituciones extractivas e inclusivas. Las instituciones extractivas son aquellas que benefician a un pequeño número. Las instituciones inclusivas benefician a la población en general.

En países como Estados Unidos, Corea del Sur, Botswana o Alemania Occidental han predominado las instituciones inclusivas. Éstas han fomentado la actividad económica, el aumento de la productividad y la prosperidad económica. Sin embargo, en países como México, Corea del Norte, Zimbabwe o Alemania Oriental han predominado las instituciones extractivas. Esa es la principal causa de haber quedado rezagados respecto a sus respectivos vecinos ricos.

Pero, ¿en qué se diferencian exactamente las instituciones inclusivas y las extractivas?

Las instituciones inclusivas son aquéllas que “ofrecen seguridad de la propiedad privada, un sistema jurídico imparcial y servicios públicos que proporcionen igualdad de condiciones en los que las personas puedan realizar intercambios y firmar contratos; además de permitir la entrada de nuevas empresas y dejar que cada persona elija la profesión a la que se quiere dedicar”. A continuación recalcan que “garantizar la propiedad privada es crucial, ya que solamente quienes disfruten de este derecho estarán dispuestos a invertir y aumentar la productividad”, puesto que “una persona de negocios que teme que su producción sea robada, expropiada o absorbida totalmente por los impuestos tendrá pocos incentivos para trabajar, y muchos menos incentivos aún para llevar a cabo inversiones o innovaciones”.

Por contra, las instituciones extractivas son aquellas “que tienen propiedades opuestas a las instituciones inclusivas. Son extractivas porque tienen como objetivo extraer rentas y riqueza de un subconjunto de la sociedad para beneficiar a un subconjunto distinto”. Los países pobres han tendido a padecer gobiernos tiránicos, corruptos, extractivos. Una élite toma el poder político, por la fuerza o por el voto, desde dentro o desde fuera, y lo emplea para extraer rentas y privilegios para ellos mismos y sus amigos. Las instituciones extractivas tienden a perpetuarse, y además, dicen los autores, “crean incentivos para las luchas internas por el control del poder y sus beneficios”, ya que “quien controla el Estado se convierte en beneficiario de este poder excesivo y de la riqueza que genera”.  

 Efectivamente, si observamos los países en los que predomina el respeto a la propiedad privada, un sistema jurídico imparcial, unos ciertos servicios públicos básicos y una regulación que no bloquee el emprendimiento, el ahorro y la innovación, estamos observando los que en la actualidad son los países más prósperos y más ricos del mundo. Son los que comúnmente se denominan países capitalistas. Si tomamos un índice que mida, aún con imperfecciones, estos parámetros, como el Índice de Libertad Económica del Heritage Foundation, vemos con claridad que este sistema está fuertemente correlacionado con el nivel de prosperidad, de reducción de pobreza, de bienestar, de esperanza de vida y de movilidad social.

Para ilustrar lo que ocurre en Nogales, u otros «nogales» del mundo, basta comparar a los ciudadanos más ricos de los diversos países, por ejemplo Carlos Slim y Elon Musk. Son dos hombres de negocios brillantes, grandes empresarios tremendamente resolutivos, emprendedores y ambiciosos, pero lo importante es cómo lograron, cada uno su éxito y su patrimonio.  Elon Musk hizo su dinero a través de la innovación. Carlos Slim hizo su dinero con los monopolios.

Elon Musk se ha hecho extremadamente rico, pero al mismo tiempo ha creado mucha más riqueza para la sociedad. Por el contrario, Carlos Slim, con sus monopoliosha empobrecido Méjico, al mismo tiempo que crecía su riqueza personal.

Dependiendo de en qué parte del mundo se viva, las instituciones canalizan las energías y el talento de sus ciudadanos en direcciones muy diferentes.

La gente que quiere enriquecerse en Sudamérica -o en España- lo que hace es tratar de conseguir monopolios, trato de favor de los gobernantes y establecer vínculos con políticos influyentes.

¿Cómo se puede transformar el sur de Nogales en el norte de Nogales? ¿Cómo se pueden reformar las instituciones extractivas en instituciones inclusivas?

Si nos centramos en España, un lugar en el que el intervencionismo estatal cada vez está más acentuado y en el que la prosperidad, la buena vida, la creación de riqueza y de empleo están en un velocísimo retroceso (al mismo tiempo que aumentan terriblemente la deuda externa, la inflación, el desempleo, la pobreza de los españoles…), evidentemente, sólo cabe como solucion reducir el estatismo, la intervención de los gobernantes al mínimo imprescindible, pues, los países avanzados priorizan la libertad individual, promueven la confianza, son previsibles, poseen normas justas, etc. Sólo la libre competencia resultante llevará a la especialización en tareas, a expandir los conocimientos y habilidades personales; y, por supuesto sin atentar contra los derechos a la vida, a la propiedad y a la libertad individuales…

Sí, estamos hablando de que los gobernantes den buen trato a los ciudadanos y que no abusen ni castiguen a la población.

Y, no se olvide otro factor importantísimo: la prosperidad está ligada a la honestidad, a la ausencia o presencia de la corrupción, los países más ricos del mundo suelen ser también los menos corruptos. Según el Índice de la Percepción de la Corrupción mundial que elabora la organización Transparencia Internacional, España va descendiendo en la lista de países del mundo menos corruptos. Sin duda existe una íntima relación entre corrupción y pobreza, entre ausencia de corrupción y prosperidad; la corrupción frena el crecimiento económico, los países con «infiernos fiscales» favorecen la pobreza, también la corrupción está estrechamente ligada a la inflación y al despilfarro; y todo ello, a su vez, con la existencia, o no, de instuciones débiles… es por lo que nos vamos quedando en el vagón de cola, en el «trasero del mundo», pese a las enormes potencialidades que España atesora, y los españoles seguimos manteniendo inactivas. 

 También es interesante subrayar que, lo que exponen Acemoglu y Robinson coincide plenamente con lo que expone Adam Smith, en «La riqueza de las Naciones», respecto de las funciones que debe poseer un buen gobierno: defensa ante agresiones externas; protección de la injusticia y la opresión de otros miembros de la sociedad mediante la administración de justicia; y la función de establecer y sostener aquellas instituciones y obras públicas que, aun siendo ventajosas en sumo grado a toda la sociedad, son, no obstante, de tal naturaleza que la utilidad nunca podría recompensar su costo a un individuo o a un corto número de ellos. 

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