El Sahel: centro emergente del islamismo global

¿Qué es el Sahel?

El Sahel es una vasta franja de territorio en África que se extiende desde el océano Atlántico hasta el mar Rojo, atravesando países como Senegal, Mauritania, Malí, Burkina Faso, Níger, Chad y Sudán. Su nombre proviene del árabe sāḥil, que significa «orilla», reflejando su posición como zona de transición entre el desierto del Sahara al norte y las sabanas más húmedas al sur.

Esta región se caracteriza por un clima semiárido, con lluvias escasas y estaciones marcadas: una larga estación seca y una corta estación lluviosa entre julio y septiembre. Las precipitaciones anuales varían entre 100 y 600 mm, lo que limita la agricultura y la ganadería, principales fuentes de sustento para la población local.

El Sahel se enfrenta a múltiples desafíos: desertización, inseguridad alimentaria, crecimiento demográfico acelerado y conflictos armados. La combinación de factores climáticos y socioeconómicos ha llevado a una creciente inestabilidad, convirtiendo a la región en un foco de atención internacional.

1. Introducción: de Oriente Medio al África olvidada

La geografía del terrorismo global ha mutado. Atrás quedaron los años en que Oriente Medio concentraba el foco del yihadismo internacional. Hoy, según el Global Terrorism Index 2025, el epicentro de la actividad terrorista se ha desplazado al Sahel subsahariano. Esta vasta franja de territorio, que se extiende desde el Atlántico hasta el mar Rojo, se ha convertido en el espacio más mortífero del planeta en términos de terrorismo, superando incluso a las zonas de conflicto históricamente más reconocidas. En 2024, más de la mitad de las muertes por terrorismo en el mundo se registraron en esta región, con un total de casi 4.000 víctimas.

2. El Sahel: tierra de nadie, tierra de todos

El Sahel es, geográficamente, una transición entre el desierto del Sahara al norte y las sabanas sudanesas al sur. Su amplitud —casi mil kilómetros de ancho— abarca múltiples países: Mauritania, Malí, Níger, Burkina Faso, Chad, y bordea a otros como Sudán, Senegal o Nigeria. Sus características lo hacen especialmente vulnerable: topografía abierta, escasa infraestructura, fronteras porosas, gobiernos débiles y conflictos étnicos latentes.

Según el Royal United Services Institute (RUSI), «los actores armados aprovechan las debilidades estatales y los agravios locales para extender su radio de acción». La expansión del yihadismo en la última década ha sido meteórica: desde células dispersas a ejércitos de facto con control territorial.

3. La constelación yihadista: del ISIS a Jamaat Nusrat al-Islam

El yihadismo en el Sahel no es homogéneo. Según el Institute for Economics & Peace, los principales perpetradores del terrorismo en 2024 fueron el Estado Islámico (ISIS) y grupos afines: Jamaat Nusrat al-Islam wal-Muslimeen (JNIM), Al Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI), Boko Haram y sus escisiones, Al Shabaab, y el Tehrik-e-Taliban Pakistan. En conjunto, causaron más de 7.500 muertes en todo el mundo, de las cuales una parte sustancial se produjo en África occidental y central.

El fenómeno se agrava por la facilidad de adoctrinamiento: niños y adolescentes expuestos al antisemitismo, al culto al martirio y a la ideología del califato desde edades tempranas. En Europa, una de cada cinco detenciones por terrorismo afecta a menores de edad; un patrón extrapolable al Sahel, donde los niños soldados y los menores mártires no son una excepción, sino una estrategia deliberada.

4. La geopolítica del repliegue occidental

El abandono de África por parte de las potencias occidentales ha acelerado el deterioro de la seguridad. En 2024, EE. UU. cerró su base en Níger y Francia su presencia en Chad. La creciente hostilidad local hacia las antiguas potencias coloniales ha facilitado el surgimiento de nuevos actores.

Rusia, bajo el paraguas del grupo Wagner (ahora rebautizado como Cuerpo Expedicionario), ha aprovechado el vacío estratégico para instalarse como proveedor de seguridad. A cambio de apoyo a regímenes inestables, Moscú accede a recursos naturales claves: oro, uranio, tierras raras. Documentos filtrados por el RUSI revelan que la inteligencia militar rusa (GRU) ha asumido directamente la coordinación de las operaciones en África.

China, por su parte, desarrolla su propia estrategia: inversión masiva en infraestructura (carreteras, puertos, minería), pero con una creciente inclinación hacia la seguridad, mediante acuerdos bilaterales para proteger sus intereses.

5. El auge de las iniciativas regionales

Frente a la inacción occidental, algunos Estados del Sahel han decidido tomar las riendas. En 2024 se creó la Confederación de Estados del Sahel (AES), integrada por Burkina Faso, Malí y Níger. El proyecto incluye una fuerza militar conjunta de 5.000 efectivos destinada a realizar operaciones contra el terrorismo.

La viabilidad de esta iniciativa es cuestionable. La superficie de la región supera los 5 millones de km² y los recursos son limitados. Sin embargo, es un punto de partida significativo, especialmente si se consolida el apoyo logístico de actores como Turquía, Rusia o China.

6. La presión desde el norte: Marruecos y Argelia

Las naciones norteafricanas no permanecen ajenas a la descomposición del Sahel. Marruecos ha lanzado la Iniciativa Atlántica: un plan geoestratégico para conectar los países sin litoral del Sahel con el Atlántico, a través de puertos marroquíes. El objetivo es promover la integración económica, mejorar las rutas comerciales y reducir el tráfico ilícito y la radicalización.

Argelia, con vínculos históricos con Malí y presencia diplomática activa, ha mantenido un perfil más discreto, pero igualmente vital en labores de mediación y control fronterizo. Su cooperación en seguridad con países limítrofes puede ser clave para contener la propagación del yihadismo hacia el Magreb.

7. El futuro inmediato: proyección exterior del terrorismo saheliano

La consolidación del Sahel como refugio seguro del yihadismo implica un riesgo directo para Europa. Las redes logísticas transaharianas permiten el flujo de armas, personas y dinero hacia el norte, lo que podría traducirse en atentados más sofisticados en suelo europeo.

El informe del Global Terrorism Index advierte de la posibilidad de que el Sahel se convierta en una plataforma de proyección internacional del terrorismo, con ataques en África del Norte y Europa occidental. El caos institucional, la pobreza estructural y la retirada de las fuerzas antiterroristas crean un entorno perfecto para la expansión.

8. Conclusión: ¿Un nuevo Afganistán?

El Sahel camina hacia la afganistización: una región fallida, dominada por señores de la guerra y grupos terroristas, donde el Estado ha dejado de existir en amplias zonas. La diferencia es que, en lugar de montañas, hay sabanas y desiertos; en lugar de una sola guerra, hay múltiples conflictos superpuestos: etnias, religiones, recursos, geopolítica.

Occidente ha abdicado de su papel. Rusia y China han llenado el vacío, pero sus intereses no son la lucha antiterrorista, sino el control estratégico de África. En este escenario, el yihadismo crece sin freno, adaptando sus métodos y extendiendo sus tentáculos hacia otras latitudes. El Sahel ya no es una periferia olvidada: es el nuevo corazón oscuro del islamismo global.

About Author

Spread the love
                 
   

Deja una respuesta