El cardenal Cobo metido a hacer de obispo Don Opas

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Cardenal Cobo, Arzobispo de Madrid

El cardenal Cobo, arzobispo de Madrid, se ha pronunciado sobre la prohibición de una celebración islámica en un polideportivo del pueblo murciano de Jumilla en un artículo publicado en Agenda Pública, un medio que se presenta a sí mismo como comprometido con la democracia liberal.

En su escrito, el cardenal se pronuncia a favor de lo que llama la laicicidad positiva, consistente en el respeto a las creencias y convicciones de los miembros de la sociedad, frente a una confesionalidad católica del Estado que considera superada. De forma tal que la limitación del derecho de todas las religiones a aportar su mirada a la sociedad -la cursilería es literal- atenta contra los derechos fundamentales de cualquier ser humano. Es tiempo de recordar, sostiene, que la libertad religiosa debe ser acogida y la libertad de culto respaldada. Y es que las religiones pueden aportar valores, elementos sapienciales -nueva cursilería- y motivaciones que enriquecen la vida pública y fortalecen la cohesión social.

Y referido específicamente a Jumilla y la fiesta islámica a celebrar, opina que debilitar la presencia religiosa es debilitar la convivencia. Cuando educamos en la prevención al diferente hacemos un flaco servicio a la convivencia armoniosa en una sociedad plural.

Y es que el Estado obviamente, dice el cardenal, no tiene que ser religioso (ni ateo) -el paréntesis es también suyo-, porque son las personas las que tienen derecho a poner de manifiesto sus convicciones religiosas (y no religiosas), dentro del marco de respeto, tolerancia y valores de la cultura de los derechos humanos. El Estado asume la tarea de facilitar la diversidad desde la inclusión, respetando la pluralidad y tutelando especialmente los derechos de las minorías. El respeto a las creencias y prácticas de todos exige evitar tanto la imposición como la marginación. Estamos asistiendo al dibujo de un nuevo rostro de la sociedad española -siguen las cursiladas-, lo que lejos de ser un problema es un reto por desplegar. Como ejemplo, el cardenal señala el respeto tradicional de los españoles a los diferentes que caracterizó las Leyes de Indias, resaltando que el camino es el dialogo intercultural e interreligioso, desde el respeto a las creencias de todos. La identidad nacional no puede cerrarse sobre sí misma, debe dialogar, recrearse y abrirse a nuevos retos sin sacrificar derechos humanos esenciales, entre ellos la libertad religiosa.

Creo haber transcrito literal y fielmente hasta aquí el pensamiento del cardenal arzobispo de Madrid expuesto en su artículo. Ahora, algunos comentarios por mi parte:

– El cardenal de Madrid cree acríticamente que todas las religiones son buenas y contribuyen al bien común. No cree que hay una religión verdadera -y, por tanto, otras falsas-, ni cree que la verdad tenga derechos diferentes que el error. Consecuentemente, el catolicismo no debe aspirar a ser más que una voz más en el concierto polifónico de las religiones, por apuntarme a sus habituales cursiladas.

-El Cardenal Cobo no considera la pasada unidad católica de España como un bien a preservar, sino más bien como un estadío felizmente superado, pues supone la privación a la sociedad de los beneficios del pluralismo, la diversidad y el fecundo dialogo de todas las creencias e increencias.

-El cardenal Cobo postula que el Estado no tiene que ser ni religioso ni ateo -obviamente, dice él-que es como decir que una mujer no debe estar ni embarazada ni no embarazada, y que el Estado tampoco debe inclinarse a favor de la religión mayoritaria de sus ciudadanos, sino, si acaso, de los derechos de las minorías. Esta doctrina contraviene frontalmente a la Doctrina Social de la Iglesia -léase la encíclica Inmortale Dei-, aparte de hacerlo al sentido común.

-El resultado de los dos puntos anteriores, tomados como premisas, conducen inevitablemente a la conclusión, aplicada retrospectivamente a la historia, de que la proclamación del cristianismo como religión oficial del Imperio Romano realizada por  el emperador Teodosio I en el año 380 por el Edicto de Tesalónica, y los dieciséis siglos siguientes de régimen de Cristiandad, fueron en realidad una desgracia, y de que hubiera sido mucho mejor proseguir con la neutralidad religiosa anterior, en la que la única “religión-no religión” del Estado era el culto al emperador, es decir, lo que hoy equivaldría a la mera exigencia de sumisión a  la Constitución y la Democracia como instancias superiores. El cardenal Cobo no hace abiertamente suya esta posición, pero es porque no lleva sus propias premisas a sus lógicas conclusiones.

-Los planteamientos del cardenal Cobo, con su canto al valor supremo de los derechos humanos, la libertad sin más limites que el orden público y las leyes, la neutralidad del Estado, el pluralismo, la diversidad etc -es decir, los conocidos postulados de Libertad, Igualdad y Fraternidad –  coincide al cien por cien con el pensamiento clásicamente sostenido por la masonería, a la que le invito a que abiertamente mencione por su nombre e invite a unirse a ese dialogo enriquecedor que pregona. Es de justicia dar a cada uno lo suyo, y hay que reconocer que la masonería ha sido durante los dos últimos siglos la gran impulsora del tipo de ideas -el Liberalismo que antaño condenó la Iglesia- que ahora defiende el cardenal Cobo. Reivindicar los derechos del islam y que la Iglesia mantenga su condena a la masonería es, estará de acuerdo el cardenal, un sinsentido y una gran injusticia.

-El cardenal Cobo demuestra no conocer lo que es el islam, que es mucho más que una religión, y cuando habla de integración, cohesión y convivencia armónica desconoce la realidad tanto de Europa como de los paises islámicos.

Invito al cardenal a leer a Rémi Brague. El islam no puede reducirse a una religión espiritual o cultural como lo concebimos en Occidente; es un sistema normativo totalizador en el que lo religioso, político, personal y colectivo se entrelazan, con un legislador supremo (Alá) que impone un marco legal integral. El islam, además de una religión es también un sistema jurídico, cultural y civilizatorio cuyos mandatos normativos abarcan la totalidad de la vida. El islam es así, por su propia naturaleza, una civilización, y dos civilizaciones no pueden superponerse en el mismo tiempo y espacio.

El cardenal Cobo debería entender todo esto antes de asumir el triste papel del obispo Don Opas[1].

-El cardenal Cobo confunde el culo con las témporas cuando habla de las Leyes de Indias cuando mezcla la protección de los nativos americanos con la sociedad multicultural que defiende. Nuevamente, y por otra parte, si dejara que sus premisas llevaran a sus lógicas conclusiones, debería sostener que la evangelización del Nuevo Continente fue otro gigantesco error histórico, puesto que en vez de convertir indígenas los misioneros debieran haber iniciado un fructífero diálogo con los sacerdotes aztecas y valorar así “los elementos sapienciales” con que aquellas religiones idolátricas adoraban a la serpiente emplumada o al sol, por no hablar de los sacrificios humanos.

En conclusión, la doctrina que predica el cardenal Cobo no es la doctrina católica, o por lo menos lo que predicó la Iglesia durante dos mil años, sino el exponente de la situación a la que ha llegado buena parte de la jerarquía eclesiástica, contagiada hasta los tuétanos de la mentalidad del siglo, por decirlo suavemente.

Y, lo que es más grave, considera al islam, como la mayor parte de nuestros obispos, como una religión más, haciendo gala de una ceguera e ignorancia que tendrá consecuencias no solo para nuestra patria, sino para la propia Iglesia. En múltiples países con mayoría musulmana (Nigeria, Pakistán, Sudán, Irak…) se persigue, ataca e incluso asesina a católicos por su fe. Las formas de persecución varían: desde leyes estatales y violencia organizada, hasta ataques indiscriminados por extremistas islámicos, y los obispos deberían saberlo.

Los católicos españoles estamos hoy desamparados, con unos pastores que en su mayoría oscilan entre la mera condición de funcionarios del Estado -cuya preocupación principal es recordarnos marcar la x-, y la de simples cajas de resonancia de los editoriales de periódicos y medios de comunicación convencionales.

A los madrileños, en particular, y teniendo en cuenta la edad del cardenal Cobo y que además es vicepresidente de la Conferencia Episcopal Española, solo nos cabe rezar para que Dios le ilumine, o para que nuestro arzobispo sea ascendido a algún puesto  en la Curia, a ser posible en el Dicasterio encargado de archivos y bibliotecas.

Mientras el cardenal Cobo rija la diócesis de Madrid, mucho me temo que tendremos que buscar orientación en otras fuentes magisteriales.

[1] Como hay gente que puede no saber quién fue este legendario obispo, le invito a que pregunte en CharGPT por la traición del obispo Don Opas.

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