Desmontando la leyenda negra antifranquista: historia, cifras y la necesidad de mirar hacia el futuro

CAROLUS AURELIUS CALIDUS UNIONIS
El jueves, 25 de mayo, se estrena «La canción», una serie Movistar basada en la exitosa participación de la cantante Massiel en el Festival de Eurovisión en 1968. En la película, Carolina Yuste y Marcel Borràs dan vida a Massiel y Joan Manuel Serrat… Es importante destacar que la actriz badajocense tiene 33 años y Marcel Borrás 36, por lo que voy a comentar a continuación… Ninguno de ellos había nacido cuando murió el General Franco pero, como muchos «actores, cantantes, e intelectuales progresistas» son antifranquistas sobrevenidos, de esos que no pierden ocasión, cada vez que abren la boca, para soltar tópicos, tópicos y más tópicos, cargados de falacias,… mentiras repetidas miles de veces en el último medio siglo, de manera que, tal como decía el ministro de Hitler, Goebels y también Stalin, «una mentira repetida mil veces acaba convirtiéndose en verdad»… Marcel Borrás y Carolina Yuste, al parecer, forman parte de la legión de antifranquistas sobrevenidos que pretenden vencer al General Franco, después de muerto. Por cierto, muerte que tuvo lugar en la cama de un hospital de la red pública que su régimen creó y que, como muchos logros más que nos legó, son la base de lo que hoy se denomina «estado del bienestar»…
En este artículo pretendo hablar acerca de las falacias, las grandes mentiras que se están propagando, desde hace medio siglo acerca del régimen del General Francisco Franco al que se suele nombrar de forma despectiva como «la dictadura», rara es la ocasión en que la gente que dice ser heredera de quienes perdieron la guerra civil española, no arremete contra la forma en que entonces vivían los españoles; lo más chocante es que generalmente se trata de gente joven, muy joven, que no vivió en aquellos tiempos y presenta aquel momento como una férrea dictadura, un régimen autoritaro en grado máximo, un régimen policial, en el que todo, TODO, estaba prohido, en que los españoles no disfrutaban de ningún grado de libertad, un régimen que vigilaba a todo quisqui y en el que la gente corriente procuraba autocensurarse, no opinar de nada y evitaba por todos los medios no suscitar las iras de quienes pudieran causarles problemas y en el que la delación era la norma… en fin, un infierno del que poco menos que la gente deseaba huir (al parecer esta gente ignora premeditadamente por absoluto desconocimiento, que era en otro lado, en Alemania, donde existía un muro para evitar que los alemanes del este huyeran del «paraíso social-comunista»…), escapar, un lugar en el que se vivía lejos, muy lejos del progreso, del bienestar de los países vecinos, y especialmente occidentales… Claro que, se olvidan de que España por entonces era una potencia mundial, poseía un sistema de enseñanza envidiable, un sistema de seguridad social, asistencia sanitaria, etc. que muchos quisieran, y un largo etc… ¿No existían partidos políticos, ni «sindicatos de clase», ni oenegés, ni artistas subvencionados…? Claro, entonces, por cierto, se hacía en España buen cine, había buenos escritores, pensadores, se hacía buen teatro… No era el mejor de los mundos posibles, había mucho que mejorar; pero la vida de los españoles no era tan diferente a la de los habitantes de los países de nuestro entorno cultural y civilizatorio…
Desmontando la leyenda negra antifranquista
Durante más de medio siglo, el régimen del General Francisco Franco ha sido víctima de un discurso dominante que lo presenta como un periodo de represión absoluta, atraso económico y falta total de libertades. Sin embargo, al analizar con rigor los hechos y cifras, se observa una realidad mucho más compleja, en la que convivieron dificultades y avances, -también autoritarismo, claro- y progreso social. Más allá de la historia, urge también dejar de mirar atrás de forma permanente y centrar los esfuerzos en el futuro, en la prosperidad y el bienestar de los españoles.
España tras la Guerra Civil: un país devastado
La Guerra Civil (1936-1939) dejó a España en ruinas. El conflicto belico causó más de 500,000 muertos, destrucción masiva de infraestructuras y un colapso económico sin precedentes. El PIB español cayó drásticamente, y la producción agrícola e industrial se redujeron a niveles mínimos. Además, nuesta nación sufrió un aislamiento internacional que duró hasta bastante avanzados los años 50, con sanciones y bloqueos que dificultaron la recuperación.
La posguerra y la autarquía: años de hambre y sacrificio
Durante los años 40 y parte de los 50, el régimen franquista aplicó una política económica autárquica -no tuvo otra opción- que redujo el comercio exterior y fomentó la autosuficiencia. El racionamiento de alimentos y productos básicos fue una realidad cotidiana hasta 1952, y la escasez marcó la vida de millones de españoles (los llamados «años del hambre»). Según datos del Ministerio de Agricultura, las importaciones de alimentos eran casi inexistentes, lo que agravó la situación… y, para más INRI, a ello se sumaron el contrabando y el estraperlo (comercio ilegal de artículos intervenidos por el Estado o sujetos a tasas).
Cabe recordar que la situación de partida era de extrema dificultad. La Segunda República, lejos de ser una etapa de estabilidad y progreso, estuvo marcada por una gran inestabilidad política y social, con frecuentes huelgas, sublevaciones y crisis económicas. La polarización y el enfrentamiento social desembocaron en la Guerra Civil. Por tanto, la posguerra franquista, pese a sus carencias, logró estabilizar y reconstruir un país profundamente dividido.
El “milagro económico español” (1959-1973)
Tras los sucesivos gobiernos de Falange Española, que sentaron las bases del actual estado del bienestar, a partir de 1959, con la aprobación del Plan de Estabilización, España inició un proceso de apertura económica y de modernización. La inversión extranjera, el turismo y la emigración laboral fueron motores fundamentales del crecimiento. El PIB creció a tasas anuales superiores al 7% durante la década de los 60, y la renta per cápita se duplicó entre 1960 y 1975.
Este crecimiento permitió la creación de una amplia clase media, el desarrollo de infraestructuras, la mejora del sistema educativo y la extensión de la Seguridad Social. Por ejemplo, la cobertura sanitaria pasó del 20% en 1950 a más del 80% en 1975, según el Instituto Nacional de Estadística (INE). España llegó a situarse como la novena potencia industrial del mundo en los años 70, un hecho reconocido incluso por organismos internacionales.
Cultura y sociedad bajo Franco
Contrariamente a la creencia popular, la cultura española no estuvo paralizada. Escritores como Camilo José Cela o Miguel Delibes publicaron obras reconocidas internacionalmente. El cine español vivió una época de esplendor con directores como Luis García Berlanga y Juan Antonio Bardem. Aunque existía censura, muchos artistas supieron expresar sus ideas de manera sutil y creativa. La vida cotidiana, especialmente desde los años 60, se fue pareciendo cada vez más a la de los países del entorno europeo, con acceso a vivienda, educación, sanidad y empleo estable.
Libertades políticas y oposición
Es indudable que el franquismo fue un régimen autoritario, con partido único y sin libertades políticas plenas. La represión existió, especialmente en los primeros años, y la oposición política fue limitada y perseguida. Sin embargo, la vida cotidiana no se tradujo en una represión constante. La sociedad española vivió, trabajó y creó en un contexto de orden público estricto pero no opresivo para todos. La mayoría de la población se adaptó a las circunstancias y, lejos de vivir en un “infierno absoluto”, pudo prosperar y mejorar sus condiciones de vida.
La “leyenda negra” y la manipulación del pasado
Hoy, muchos jóvenes y no tan jóvenes, que no vivieron aquellos años, repiten una visión única, heredada de la propaganda antifranquista y de la cultura oficial. Se ignoran los testimonios de quienes sí vivieron esa época y recuerdan una España donde se podía prosperar, donde se crearon las bases del estado del bienestar, y donde la convivencia era posible pese a las restricciones políticas. La demonización absoluta del pasado reciente solo sirve para dividir y para impedir un análisis sereno y constructivo de la historia.
La urgencia de mirar hacia el futuro
Han transcurrido ya cincuenta años desde la muerte de Franco. Sin embargo, buena parte del discurso político y mediático sigue anclado en la confrontación con el franquismo, en la “damnatio memoriae”, en reescribir la historia, en la condena al olvido… y en debates sobre tumbas y símbolos, en lugar de centrarse en los retos reales y urgentes de la sociedad española. La continua referencia a “vencer al franquismo” o “derrotar a Franco” en pleno 2025 (medio siglo después de su muerte), resulta anacrónica y estéril, más aún cuando la mayoría de la población no vivió aquella época y los desafíos actuales son de naturaleza completamente distinta.
Esta estrategia, similar a la leyenda del cadáver del Cid paseado para amedrentar al enemigo, solo sirve para distraer a los ciudadanos de los problemas reales: corrupción, deuda pública insostenible, desempleo estructural, crisis en la sanidad y la educación, y una brecha creciente respecto a los países líderes de Europa.
Gobernar es mirar hacia adelante
La Constitución Española de 1978 establece claramente que el Gobierno debe presentar al Congreso de los Diputados un plan de acción, con objetivos concretos y presupuestos (anticipando gastos e ingresos), que permitan la rendición de cuentas. Los gobernantes tienen la obligación de centrarse en crear riqueza, empleo y bienestar, y en transformar la economía y la sociedad para situar a España entre los países más avanzados de Europa, en lugar de perpetuar debates históricos o emprender acciones -como las leyes de «memoria histórica y democrática»- que solo dividen, promueven la confrontación, etc.
“Ya es hora de dejar de mirar atrás de forma permanente, como la mujer de Lot, y empujar hacia delante para prosperar, avanzar a mejor, crear riqueza y empleo, bienestar y acabar homologándonos con los países de nuestro entorno civilizatorio.”
España hoy sigue poseyendo un enorme potencial de crecimiento, a pesar de los enormes retos que tiene pendientes.
Sin embargo, persisten problemas estructurales como el elevado desempleo, la deuda pública y la presión fiscal, así como la necesidad de mejorar la calidad de la sanidad y la enseñanza.
Es imprescindible superar la política de la nostalgia y construir el futuro
La historia del franquismo no puede reducirse a una leyenda negra ni a una idealización nostálgica. Fue un régimen autoritario que, partiendo de una España devastada, logró avances económicos y sociales enormes e innegables que sentaron las bases del bienestar posterior. Hacer constar estos hechos no implica justificar las carencias entonces existentes, la falta de libertades, etc., sino reconocer que aquel periodo fue crucial en la historia de España, con sus defecto y sus virtudes…
Pero, sobre todo, es urgente dejar de mirar atrás de forma permanente. La historia debe ser conocida y comprendida (para aprender de ella y no volver a cometer los mismos errores), pero no puede ser una excusa para la inacción ni para eludir las responsabilidades del presente. Los gobernantes deben dedicarse a gobernar, a presentar planes de acción, presupuestos y rendición de cuentas, y a trabajar para que España avance, prospere y se sitúe entre los países más desarrollados de nuestro entorno.
Solo desde un análisis riguroso y equilibrado, que incluya datos y testimonios diversos, se podrá divulgar, dar a conocer, estudiar la historia reciente de España que fomente la reconciliación y el progreso. El futuro de España depende de la capacidad de sus dirigentes y de la sociedad para dejar atrás la obsesión con el pasado y centrarse en los retos del presente y del futuro. Solo así se podrá consolidar el crecimiento, mejorar la calidad de vida y garantizar un país más justo y competitivo para las próximas generaciones.